I Esd 7:15
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y a llevar la plata y el oro, que así el rey como sus consejeros han ofrecido espontáneamente al Dios de Israel, cuyo tabernáculo está en Jerusalén ,
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I Esd 7:16
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Además toda la plata y oro que recogieres en la provincia de Babilonia de ofertas voluntarias del pueblo, y lo que espontáneamente ofrecieren los sacerdotes para la casa de su Dios que está en Jerusalén ,
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I Esd 7:17
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tómalo libremente, y cuida de comprar con este dinero becerros, carneros, y hostias u ofrendas con sus libaciones, y ofrece estas cosas sobre el altar del templo de vuestro Dios que está en Jerusalén .
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I Esd 7:18
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Y si a ti y tus hermanos les pareciere bien hacer alguna otra cosa del remanente de la plata y del oro, ejecutadlo conforme a la voluntad de Dios.
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I Esd 7:19
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Asimismo los vasos que se te dan para servicio de la casa de tu Dios, los presentarás delante de Dios en Jerusalén .
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I Esd 7:19
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Asimismo los vasos que se te dan para servicio de la casa de tu Dios, los presentarás delante de Dios en Jerusalén .
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I Esd 7:20
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En orden a lo demás que fuere menester para la casa de tu Dios, todo cuanto necesites gastar se te dará del tesoro y del fisco real,
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I Esd 7:21
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y por mí. Yo el rey de Artajerjes mando y ordeno a todos los tesoreros del erario público, existentes en la otra parte del río, que cuanto os pidiere Esdras sacerdote, escriba de la ley del Dios del cielo, se lo deis sin dilación,
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I Esd 7:23
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Todo lo perteneciente al culto del Dios del cielo se ha de suministrar puntualmente a la casa del Dios del cielo, no sea que se irrite contra el reino del rey y de sus hijos.
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I Esd 7:23
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Todo lo perteneciente al culto del Dios del cielo se ha de suministrar puntualmente a la casa del Dios del cielo, no sea que se irrite contra el reino del rey y de sus hijos.
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I Esd 7:24
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También os notificamos que no tenéis potestad de imponer alcabala, ni tributo, ni otras cargas a ninguno de los sacerdotes, y levitas, y cantores, y porteros, y natineos, y sirvientes de la casa de este Dios.
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I Esd 7:25
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Finalmente, tú, Esdras, según la sabiduría de tu Dios, en la cual estás versado, establece jueces y presidentes para que administren justicia a todo el pueblo que está al otro lado del río, esto es, a todos aquellos que reconocen la ley de tu Dios; y enseñadla libremente también a los que la ignoran.
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I Esd 7:25
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Finalmente, tú, Esdras, según la sabiduría de tu Dios, en la cual estás versado, establece jueces y presidentes para que administren justicia a todo el pueblo que está al otro lado del río, esto es, a todos aquellos que reconocen la ley de tu Dios; y enseñadla libremente también a los que la ignoran.
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I Esd 7:26
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Y cualquiera que no cumpliese exactamente la ley de tu Dios, y la ley del decreto del rey, será condenado a muerte, o a destierro, o a una multa pecuniaria, o al menos a cárcel.
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I Esd 7:27
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Bendito sea el Señor Dios de nuestros padres, el cual puso este pensamiento en el corazón del rey para gloria de la casa del Señor que está en Jerusalén ;
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I Esd 7:28
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y me dio prendas de su misericordia para delante del rey, y de sus consejeros, y de todos los grandes cortesanos del rey. Y confortado yo por la mano del Señor mi Dios, que me asistía, junté a los principales de Israel para que se viniesen conmigo.
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I Esd 8:17
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y los envíe a Eddo, judío, que era el que gozaba mayor reputación en el lugar de Casfía, y puse en su boca la palabra que habían de decir a Eddo, y a sus hermanos los natineos en el lugar de Casfía, para que nos trajesen ministros de la casa de nuestro Dios.
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I Esd 8:18
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Y por la bondad de nuestro Dios sobre nosotros, nos trajeron un varón doctísimo de los hijos de Moholi, hijo de Leví, hijo de Israel, y a Sarabías con sus hijos y hermanos, en número de dieciocho.
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I Esd 8:21
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Allí junto al río Ahava ordené un ayuno, a fin de humillarnos en el acatamiento del Señor Dios nuestro, y pedirle feliz viaje para nosotros, y para nuestros hijos, y para todos nuestros haberes.
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I Esd 8:22
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Pues tuve vergüenza de pedir al rey escolta de soldados de a caballo, que nos defendiera de los enemigos en el viaje; porque habíamos dicho al rey: La mano de nuestro Dios asiste a todos aquellos que le buscan con sinceridad; y su imperio, y su poder, y su indignación se hacen sentir de todos los que le abandonan.
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I Esd 8:23
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A este fin, pues, ayunamos, e hicimos oración a nuestro Dios, y todo nos sucedió prósperamente.
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I Esd 8:25
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y les entregué por peso el oro y la plata, y los vasos consagrados a la casa de nuestro Dios, ofrecidos por el rey, y sus consejeros, y magnates, y por todos los israelitas que se habían hallado allí.
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I Esd 8:28
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Y les dije: Vosotros sois santos o consagrados al Señor, y santos son los vasos, y la plata y el oro ofrecido espontáneamente al Señor Dios de nuestros padres.
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I Esd 8:30
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Recibieron, pues, los sacerdotes y levitas por peso la plata y el oro, y los vasos, para llevarlo a Jerusalén a la casa de nuestro Dios.
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I Esd 8:31
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Partimos, en fin, de la ribera del río Ahava el día doce del mes primero, camino de Jerusalén ; y la mano de nuestro Dios nos protegió y nos libró de caer en las manos de los enemigos y salteadores, durante el viaje.
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I Esd 8:33
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Al cuarto día se hizo la entrega por peso del oro y de la plata y de los vasos en la casa de nuestro Dios, por mano de Meremot, hijo de Urías, sacerdote, estando presente Eleazar, hijo de Finees, en compañía de los levitas Jozabed, hijo de Josué y Noadaya, hijo de Bennoi.
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I Esd 8:35
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Asimismo, los hijos de la salida, venidos del cautiverio, ofrecieron holocaustos al Dios de Israel: doce becerros por todo el pueblo israelítico, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos, doce machos cabríos por el pecado; todo en holocausto al Señor.
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I Esd 8:36
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En fin, presentaron los edictos del rey a los sátrapas de su corte y a los gobernadores de la otra parte del río, los cuales favorecieron al pueblo y a la casa de Dios.
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I Esd 9:4
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Entonces acudieron a mí todos los temerosos de las palabras del Dios de Israel, en vista de la prevaricación de aquellos que habían venido del cautiverio antes de nosotros, y yo permanecí sentado y poseído de angustias hasta el sacrificio de la tarde.
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I Esd 9:5
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Y al tiempo del dicho sacrificio vespertino salí de la consternación en que había estado; y rasgados el manto y la túnica, me arrodillé, y alcé mis manos al Señor Dios mío,
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I Esd 9:6
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diciendo: Oh Dios mío, estoy lleno de confusión y me avergüenzo de levantar hacia ti mi rostro, porque nuestras maldades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han subido hasta el cielo
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I Esd 9:8
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Si bien ahora por un poco, y como por un momento, han sido admitidos nuestros ruegos por el Señor Dios nuestro, a fin de que fuesen puestos en libertad los restos de nuestro pueblo, y se nos diese estabilidad o morada segura en su lugar santo, y alumbrase el Señor Dios nuestros ojos, y nos concediese respirar algún tanto en nuestra esclavitud,
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I Esd 9:8
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Si bien ahora por un poco, y como por un momento, han sido admitidos nuestros ruegos por el Señor Dios nuestro, a fin de que fuesen puestos en libertad los restos de nuestro pueblo, y se nos diese estabilidad o morada segura en su lugar santo, y alumbrase el Señor Dios nuestros ojos, y nos concediese respirar algún tanto en nuestra esclavitud,
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I Esd 9:9
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porque esclavos éramos; mas en medio de nuestra esclavitud no nos ha desamparado nuestro Dios; antes bien ha inclinado a misericordia, para con nosotros, al rey de Persia, a fin de que éste nos diese la vida concediéndonos la libertad, y ensalzase la casa de nuestro Dios, y reparase sus ruinas, y nos diese acogida segura en Judá y en Jerusalén .
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I Esd 9:9
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porque esclavos éramos; mas en medio de nuestra esclavitud no nos ha desamparado nuestro Dios; antes bien ha inclinado a misericordia, para con nosotros, al rey de Persia, a fin de que éste nos diese la vida concediéndonos la libertad, y ensalzase la casa de nuestro Dios, y reparase sus ruinas, y nos diese acogida segura en Judá y en Jerusalén .
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I Esd 9:10
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Y ahora, oh Dios nuestro, ¿qué diremos después de tales cosas? Nosotros que hemos despreciado de nuevo tus mandamientos,
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I Esd 9:13
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Y después de todos los desastres que han caído sobre nosotros por nuestras pésimas obras, y por nuestros gran pecado, tú, oh Dios nuestro, nos has librado de la pena de nuestra iniquidad, y nos has salvado, como se ve hoy día;
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I Esd 9:15
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Justo eres tú, oh Señor Dios de Israel; nosotros hemos quedado para que seamos salvados por ti, como se ve este día. Aquí estamos delante de ti con nuestro delito, para que lo perdones; porque no se puede sostener o excusar en tu presencia tal atentado.
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I Esd 10:1
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Mientras así oraba Esdras, pidiendo misericordia y llorando, postrado ante el templo de Dios, se reunió alrededor de él un concurso grandísimo de hombres y mujeres y niños de Israel, y prorrumpió el pueblo en un deshecho llanto.
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I Esd 10:2
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Y tomando la palabra Sequenías, hijo de Jehiel, del linaje de Elam, dijo a Esdras: Nosotros hemos prevaricado contra nuestro Dios, y tomado por esposas mujeres extranjeras de los pueblos de esta tierra; mas ahora ya que Israel se arrepiente de ello,
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I Esd 10:3
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hagamos pacto con el Señor Dios nuestro de despedir todas estas mujeres y los hijos nacidos de ellas, conforme a la voluntad del Señor y de los que respetan el mandamiento del Señor Dios nuestro; ejecútese lo que la ley ordena.
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I Esd 10:3
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hagamos pacto con el Señor Dios nuestro de despedir todas estas mujeres y los hijos nacidos de ellas, conforme a la voluntad del Señor y de los que respetan el mandamiento del Señor Dios nuestro; ejecútese lo que la ley ordena.
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I Esd 10:6
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Partió, pues, Esdras de delante del templo de Dios, y se fue al aposento de Johanán, hijo de Eliasib, sumo sacerdote; y entrado allí no comió ni bebió, porque no cesaba de llorar la prevaricación de los que habían venido del cautiverio.
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I Esd 10:9
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Según esto se juntaron a los tres días todos los hombres de Judá y de Benjamín en Jerusalén , el día veinte del mes noveno; y compareció todo el pueblo en la plaza del templo de Dios, temblando a causa de sus pecados y de las lluvias.
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I Esd 10:11
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Ahora bien, dad gloria al Señor Dios de vuestros padres, pidiéndole perdón, y haced su voluntad, y separaos de los pueblos del país y de las mujeres extranjeras.
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I Esd 10:14
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señálense entre todo el pueblo algunos principales; y cuantos se hubiesen casado de nuestras ciudades con mujeres extranjeras, comparezcan en tiempos determinados con los ancianos de cada ciudad y sus jueces, hasta que se aplaque el enojo de nuestro Dios, irritado contra nosotros por este pecado.
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II Esd 1:4
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Al oír yo semejantes palabras, me senté, y comencé a lamentarme, y lloré durante muchos días, ayunaba y hacía oración en presencia del Dios del cielo,
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II Esd 1:5
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y decía: Te suplico, Señor Dios del cielo, el fuerte, grande y terrible, que guardas el pacto y la misericordia con aquellos que te aman y observan tus mandamientos.
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II Esd 2:4
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Y me dijo el rey: ¿Qué es lo que pretendes? Y yo, encomendándome al Dios del cielo,
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II Esd 2:8
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y también otra carta para Asaf, guarda de los reales bosques, a fin de que me suministre maderas para construir las puertas de la torre del templo, y los muros de la ciudad, y la casa en que habré de habitar. Me lo otorgó el rey, porque estaba a mi favor la benéfica mano de Dios.
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