Concordancia

Sagrada Biblia (Torres Amat)

Dios

Juec 16:28 Pero él invocando al Señor dijo: ¡Oh Señor Dios! acuérdate de mí: y restitúyeme ahora, ¡oh Dios mío!, mi anterior fuerza para vengarme de mis enemigos, y hacerles pagar de una sola vez el haberme privado de mis dos ojos.
Juec 16:28 Pero él invocando al Señor dijo: ¡Oh Señor Dios! acuérdate de mí: y restitúyeme ahora, ¡oh Dios mío!, mi anterior fuerza para vengarme de mis enemigos, y hacerles pagar de una sola vez el haberme privado de mis dos ojos.
Juec 17:5 El cual asimismo dedicó en ella una capillita a Dios, e hizo efod y terafim, esto es, un vestido o aparato sacerdotal e ídolos; y consagró las manos de uno de sus hijos, el cual quedó hecho sacerdote suyo.
Juec 17:13 diciendo: Ahora estoy cierto que Dios me hará bien, pues tengo conmigo un sacerdote del linaje de Leví.
Juec 18:6 Les respondió: Id en paz; que Dios mira con buenos ojos vuestro designio, y el camino que lleváis.
Juec 18:31 Y permaneció entre ellos el ídolo de Micás todo el tiempo que estuvo en Silo la casa o Tabernáculo de Dios. No había en aquel tiempo rey o jefe supremo en Israel.
Juec 19:18 El cual le respondió: Venimos de Betlehem de Judá, y vamos a nuestra casa, que está al lado de la montaña de Efraín, de donde habíamos ido a Betlehem. Y ahora pasamos a la casa de Dios, y nadie nos quiere dar hospedaje.
Juec 19:22 Estando cenando, y mientras con los manjares y bebida regocija sus cuerpos fatigados del viaje, vinieron unos vecinos de aquella ciudad, hijos de Belial (esto es, sin freno, ni temor de Dios) y cercando la casa del anciano, comenzaron a dar golpes en la puerta, gritando al dueño de la casa, y diciéndole: Sácanos fuera ese hombre que entró en tu casa, que queremos abusar de él.
Juec 20:2 Todos los caudillos de los pueblos, y las tribus todas de Israel concurrieron a la reunión del pueblo de Dios, en número de cuatrocientos mil guerreros de a pie.
Juec 20:18 Los cuales saliendo a campaña, vinieron a la casa de Dios, esto es a Silo, donde consultaron al Señor, y dijeron: ¿Quién será en nuestro ejército el caudillo para pelear contra los hijos de Benjamín? Les espondió el Señor: Sea la tribu de Judá vuestro caudillo.
Juec 20:26 Por cuyo desastre todos los hijos de Israel vinieron a la casa de Dios, y se pusieron a llorar en presencia del Señor, y ayunaron aquel día hasta la tarde, y le ofrecieron holocaustos y víctimas pacíficas,
Juec 20:27 y le consultaron sobre su estado. En este tiempo residía allí el Arca de la Alianza de Dios;
Juec 21:2 Después, pesarosos, vinieron todos a la casa de Dios en Silo, y permaneciendo delante de ella al anochecer, levantaron el grito, y con grandes alaridos, comenzaron a llorar, diciendo:
Juec 21:3 ¿Por qué, ¡oh Señor Dios de Israel!, ha sucedido esta calamidad en tu pueblo, que se haya acabado hoy una de nuestras tribus?
Rut 1:16 Respondió Rut: No me instes más sobre que te deje y me vaya; porque doquiera que tú fueres, he de ir yo, y donde tú morares, he de morar yo igualmente. Tu pueblo es mi pueblo, y tu Dios es mi Dios.
Rut 1:16 Respondió Rut: No me instes más sobre que te deje y me vaya; porque doquiera que tú fueres, he de ir yo, y donde tú morares, he de morar yo igualmente. Tu pueblo es mi pueblo, y tu Dios es mi Dios.
Rut 1:17 En la tierra en que murieres tú, allí moriré yo; y donde fueres sepultada, allí lo seré yo igualmente. No me haga Dios bien, si otra cosa que la muerte me separe de ti.
Rut 2:12 El Señor te premie por tu acción, y recibas un cumplido galardón del Señor Dios de Israel, a quien has recurrido, y debajo de cuyas alas te has amparado.
I Rey 1:11 e hizo voto diciendo: Señor Dios de los ejércitos, si te dignares volver los ojos para mirar la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no olvidándote de tu esclava, dieres a tu sierva un hijo varón, lo consagraré al Señor por todos los días de su vida, y no pasará jamás navaja por su cabeza.
I Rey 1:17 Entonces Helí le dijo: Vete en paz, y el Dios de Israel te conceda la petición que le has hecho.
I Rey 2:1 Saltó de gozo en el Señor, mi corazón, y mi Dios me ha ensalzado; ya puedo responder a boca llena a mis enemigos, pues toda la causa de mi alegría es, ¡oh Señor!,la salud que he recibido de ti.
I Rey 2:2 Nadie es santo, como lo es el Señor; no hay otro Dios fuera de ti; ninguno es fuerte como nuestro Dios.
I Rey 2:2 Nadie es santo, como lo es el Señor; no hay otro Dios fuera de ti; ninguno es fuerte como nuestro Dios.
I Rey 2:3 Cesad, pues, de hablar con soberbia y jactancia; no uséis ya de aquel vuestro antiguo lenguaje, porque Dios, que todo lo sabe, él solo es el Señor, y él lleva a efecto sus altísimos designios.
I Rey 2:25 Si un hombre peca contra otro hombre, se puede alcanzar de Dios el perdón; mas si aquel hombre que será el mediador peca contra el Señor, ¿quién rogará por él? No escucharon los hijos de Helí la voz de su padre; porque el Señor había resuelto quitarles la vida.
I Rey 2:27 Vino a la sazón un varón de Dios a Helí, y le dijo: Esto dice el Señor: ¿No es así que yo me manifesté visiblemente a la familia de Aarón, tu padre, cuando estaba en Egipto en la casa y bajo el yugo del faraón;
I Rey 2:30 Por tanto, el Señor Dios de Israel dice: Yo había declarado y prometido que tu familia y la familia de tu padre serviría el ministerio del sumo sacerdocio delante de mí perpetuamente. Mas ahora dice el Señor: Lejos de mí tal cosa, porque yo honraré a todo el que me glorificare; pero los que me menospreciaren, serán deshonrados.
I Rey 3:3 y Samuel durmiendo junto a él en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios, he aquí que el Señor, antes que fuese apagada la lámpara de Dios o candelero de oro,
I Rey 3:3 y Samuel durmiendo junto a él en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios, he aquí que el Señor, antes que fuese apagada la lámpara de Dios o candelero de oro,
I Rey 4:4 Envió, pues, el pueblo a Silo, y trajeron de allí el arca de la alianza del Señor de los ejércitos, que está sentado sobre los querubines; y los dos hijos de Helí, Ofni y Finees, acompañaban el arca de la alianza de Dios.
I Rey 4:7 Con esto se atemorizaron los filisteos y dijeron: El Dios de ellos ha venido a sus campamentos. Y añadían gimiendo:
I Rey 4:8 ¡Ay de nosotros! No estaban, no, ayer ni antes de ayer con tanta alegría. ¡Tristes de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de ese Dios excelso? Ese es aquel Dios que castigó a Egipto con toda suerte de plagas, y que condujo a Israel por el desierto.
I Rey 4:8 ¡Ay de nosotros! No estaban, no, ayer ni antes de ayer con tanta alegría. ¡Tristes de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de ese Dios excelso? Ese es aquel Dios que castigó a Egipto con toda suerte de plagas, y que condujo a Israel por el desierto.
I Rey 4:11 Fue tomada el arca de Dios y muertos los dos hijos de Helí, Ofni y Finees.
I Rey 4:17 A lo que respondió el hombre que había traído la nueva, diciendo: Huyó Israel delante de los filisteos, y ha sido grande el destrozo del ejército; y además han quedado muertos tus dos hijos Ofni y Finees, y el arca de Dios ha sido robada.
I Rey 4:18 Apenas el hombre hubo nombrado el arca de Dios, cayó Helí de espaldas de la silla junto a la puerta, y quebrándose la cerviz, murió, siendo como era ya hombre anciano. Fue Helí juez de Israel cuarenta años.
I Rey 4:19 Estaba preñada una nuera suya, mujer de Finees, y cercana al parto; la cual al oír la noticia del cautiverio del arca de Dios, y de la muerte de su suegro y de su marido, sorprendida repentinamente de los dolores se inclinó y parió.
I Rey 4:21 Llamó sí al niño, Icabod, diciendo: Se acabó la gloria de Israel (a causa de haber sido robada el arca de Dios y muerto su suegro y su marido).
I Rey 4:22 Y dijo: Se acabó la gloria de Israel; porque el arca de Dios había sido robada.
I Rey 5:1 Tomaron, pues, los filisteos el arca de Dios y la transportaron de la Piedra del Socorro a la ciudad de Azoto.
I Rey 5:7 Viendo, pues, la plaga los vecinos de Azoto, dijeron: No quede más entre nosotros el arca del Dios de Israel; porque es muy pesada su mano sobre nosotros y sobre nuestro dios Dagón.
I Rey 5:8 Y habiendo enviado a buscar todos los sátrapas o príncipes de los filisteos les dijeron: ¿Qué haremos del arca del Dios de Israel? A lo que respondieron los geteos: Llévese por los contornos el arca del Dios de Israel. Llevaron, pues, el arca del Dios de Israel de un lugar a otro.
I Rey 5:8 Y habiendo enviado a buscar todos los sátrapas o príncipes de los filisteos les dijeron: ¿Qué haremos del arca del Dios de Israel? A lo que respondieron los geteos: Llévese por los contornos el arca del Dios de Israel. Llevaron, pues, el arca del Dios de Israel de un lugar a otro.
I Rey 5:8 Y habiendo enviado a buscar todos los sátrapas o príncipes de los filisteos les dijeron: ¿Qué haremos del arca del Dios de Israel? A lo que respondieron los geteos: Llévese por los contornos el arca del Dios de Israel. Llevaron, pues, el arca del Dios de Israel de un lugar a otro.
I Rey 5:10 Y enviaron el arca de Dios a Accarón. Mas llegada que fue allí, exclamaron los accaronitas, diciendo: Nos han traído el arca del Dios de Israel para que nos mate a nosotros y a nuestro pueblo.
I Rey 5:10 Y enviaron el arca de Dios a Accarón. Mas llegada que fue allí, exclamaron los accaronitas, diciendo: Nos han traído el arca del Dios de Israel para que nos mate a nosotros y a nuestro pueblo.
I Rey 5:11 Por lo cual hicieron que se juntasen todos los sátrapas de los filisteos, los cuales dijeron: Devolved el arca del Dios de Israel, y restitúyase a su lugar; a fin de que no acabe con nosotros y con nuestro pueblo.
I Rey 5:12 Porque se difundía por todas las ciudades el terror de la muerte; y la mano de Dios descargaba terriblemente sobre ellas; pues aun los que no morían estaban llagados en las partes más secretas de las nalgas; y los alaridos de cada ciudad subían hasta el cielo.
I Rey 6:3 Si remitís el arca del Dios de Israel, no habéis de remitirla vacía; sino pagadle con algún presente lo que debéis por el pecado, y entonces sanaréis; y conoceréis por qué la mano de Dios no cesa de castigaros.
I Rey 6:3 Si remitís el arca del Dios de Israel, no habéis de remitirla vacía; sino pagadle con algún presente lo que debéis por el pecado, y entonces sanaréis; y conoceréis por qué la mano de Dios no cesa de castigaros.