Ecle 11:6
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Siembra, pues, tu simiente desde la mañana de tu vida, y no levantes por la tarde tu mano de la labor, pues no sabes qué nacerá primero, si esto o aquello, que si naciere todo a un tiempo, tanto mejor.
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Ecle 11:9
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Gózate, pues, ¡oh joven disoluto!, en tu mocedad; disfrute de los bienes tu alma en los floridos días de tu juventud; sigue las inclinaciones de tu corazón y lo que agrada a tus ojos; pero sábete que de todas esas cosas te pedirá Dios cuenta en el día en que te juzgue.
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Cant 1:5
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No reparéis, pues, en que soy morena; porque me ha robado el sol mi color, cuando los hijos de mi madre se declararon contra mí, y me pusieron a guarda de viñas. ¡Ay!, mi propia viña no la guardé.
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Cant 2:11
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pues pasó ya el invierno, se disiparon y cesaron las lluvias;
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Cant 2:13
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La higuera arroja sus brevas; esparcen su olor las florecientes viñas. Levántate, pues, amiga mía, beldad mía, y vente:
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Cant 2:14
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¡Oh casta paloma mía, tú que anidas en los agujeros de las peñas, en las concavidades de las murallas, muéstrame tu rostro, suene tu voz en mis oídos; pues tu voz es dulce, y lindo tu rostro.
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Cant 3:11
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Salid, pues, fuera, ¡oh hijas de Sión!, y veréis al rey Salomón con la diadema con que lo coronó su madre en el día de sus desposorios, día en que quedó colmado de júbilo su corazón.
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Cant 5:1
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Venga, pues, mi amado a su huerto, y coma del fruto de sus manzanos. Ya he venido a mi huerto, hermana mía esposa; cogido he ya comido mi panal con la miel mía; bebido he mi vino con mi leche. He dicho: comed vosotros, oh amigos, y bebed, carísimos, hasta saciaros.
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Cant 5:6
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Alcé, pues, la aldaba de mi puerta para que entrase mi amado; pero él se había ya retirado, y seguido adelante. Mi alma había quedado desmayada al eco de su voz; lo busqué, mas no lo hallé; lo llamé a voces, y no me respondió.
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Cant 6:5
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Aparta de mí tus ojos, pues éstos me han hecho salir fuera de mí, y me arroban. Son tus cabellos como el fino pelo de los rebaños de cabras que se dejan ver viniendo de Galaad.
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Cant 8:6
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Así, pues, ponme por sello sobre tu corazón, ponme por marca sobre tu brazo; porque el amor es fuerte como la muerte, implacables como el infierno los celos; sus brasas, ardientes, y un volcán de llamas.
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Cant 8:8
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Un cuidado me queda, ¡oh amado mío! Nuestra hermana es pequeña, no tiene pechos todavía. ¿Qué haremos, pues, con nuestra hermana el día en que se le haya de hablar de desposarla?
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Cant 8:13
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Oh tú, la que moras en las huertas, los amigos están escuchando; hazme oír, pues, tu sonora voz.
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Sab 1:11
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Guardaos, pues, de la murmuración, la cual de nada aprovecha, o daña mucho, y refrenad la lengua de toda detracción; porque ni una palabra dicha a escondidas se irá por el aire; y la boca mentirosa da muerte al alma.
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Sab 2:1
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Dijeron, pues, los impíos entre sí, discurriendo sin juicio: Corto y lleno de tedio es el tiempo de nuestra vida; no hay consuelo en el fin del hombre o después de su muerte, ni se ha conocido nadie que haya vuelto de los infiernos o del otro mundo.
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Sab 2:6
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Venid, pues, y gocemos de los bienes presentes; y apresurémonos a disfrutar de las criaturas mientras somos jóvenes.
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Sab 2:11
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Sea nuestra fuerza la única ley de justicia; pues lo flaco, según se ve, de nada sirve.
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Sab 2:12
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Armemos, pues, lazos al justo, visto que no es de provecho para nosotros, y que es contrario a nuestras obras, y nos echa en cara los pecados contra la ley, y nos desacredita divulgando nuestra depravada conducta.
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Sab 2:20
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Condenémosle a la más infame muerte; pues según sus palabras será él atendido.
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Sab 3:9
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Los que confían en él entenderán la verdad; y los fieles a su amor estarán unidos con él; pues la gracia y la paz es para sus escogidos.
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Sab 3:14
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Asimismo más feliz es el eunuco, cuyas manos no han obrado la iniquidad, ni ha pensado cosas criminales contrarias a Dios; pues se le dará un don precioso por su fidelidad y un destino muy distinguido en el cielo, que es el templo de Dios.
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Sab 6:2
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Escuchad, pues, oh reyes, y estad atentos; aprended vosotros, oh jueces todos de la tierra:
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Sab 6:6
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El se dejará ver, o caerá sobre vosotros espantosa y repentinamente; pues aquellos que ejercen potestad sobre otros, serán juzgados con extremo rigor.
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Sab 6:8
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Que no exceptuará Dios persona alguna, ni respetará la grandeza de nadie; pues al pequeño y al grande él mismo los hizo y de todos cuida igualmente,
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Sab 6:15
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Quien madrugare en busca de ella, no tendrá que fatigarse; pues la hallará sentada en su misma puerta.
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Sab 6:16
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El tener, pues, el pensamiento ocupado en la sabiduría es prudencia consumada; y el que por amor de ella velare, bien pronto estará en reposo.
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Sab 6:25
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No me acompañaré por cierto con el que se pudre de envidia; pues el envidioso no será jamás participante de la sabiduría.
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Sab 6:27
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Recibid, pues, la instrucción por medio de mis palabras, porque os será provechosa.
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Sab 7:6
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Una misma, pues, es para todos la entrada a la vida, y semejante es la salida.
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Sab 7:14
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pues es un tesoro infinito para los hombres, que a cuantos se han valido de él, los ha hecho partícipes de la amistad de Dios y recomendables por los dones de la doctrina que han enseñado.
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Sab 7:21
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En suma, aprendí cuantas cosas hay ocultas y nunca vistas; pues la sabiduría, que es el artífice de todas, me instruyó.
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Sab 8:1
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Ella, pues, abarca fuertemente de un cabo a otro todas las cosas, y las ordena todas con suavidad.
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Sab 8:9
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Propuse, pues, traérmela para que viviera en compañía mía, sabiendo que comunicará conmigo sus bienes, y será el consuelo mío en mis cuidados y penas.
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Sab 9:15
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pues el cuerpo corruptible le pesa al alma, y este vaso de barro deprime la mente, ocupada que está en muchas cosas.
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Sab 9:16
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Difícilmente llegamos a formar concepto de las cosas de la tierra; y a duras penas entendemos las que tenemos delante de los ojos. ¿Quién podrá, pues, investigar aquellas que están en los cielos?
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Sab 11:14
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pues al oír que era bien para los otros lo que para ellos había sido tormento, conocieron la mano del Señor, asombrados del éxito de los sucesos.
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Sab 12:4
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pues hacían obras detestables a tus ojos con hechiceras y sacrificios impíos,
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Sab 13:3
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Que si encantados de la belleza de estas cosas las imaginaron dioses, debieran conocer cuánto más hermoso es el dueño de ellas; pues el que creó todas estas cosas es el autor de la hermosura.
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Sab 14:21
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Y he aquí cómo se precipitó en el error el género humano; pues los hombres, o por satisfacer a un particular afecto suyo o por congraciarse con los reyes, dieron a las piedras y leños el nombre incomunicable de Dios.
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Sab 15:10
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pues su corazón es ceniza o polvo, y vil tierra su esperanza, y su vida más despreciable que el barro;
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Sab 15:14
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Son, pues, necios desgraciados y soberbios, más que alma nacida, todos los que son enemigos de tu pueblo, y que lo tienen avasallado.
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Sab 15:17
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Porque siendo, como es, mortal, forma con manos sacrílegas una cosa muerta; siendo él mejor que aquellos a quienes adora, pues él, aunque mortal, ha obtenido la vida, pero aquéllos nunca vivirán.
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Sab 15:19
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Y no hay quien pueda observar cosa buena en el aspecto de éstas sabandijas o animales; pues ahuyentaron de sí la aprobación y bendición de Dios.
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Sab 16:18
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A veces, pues, se amansaba el fuego para no quemar a los animales enviados de Dios contra los impíos; a fin de que viéndolo ellos mismos, acabasen de conocer que por juicio de Dios eran perseguidos.
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Sab 17:10
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Porque la maldad siendo como es medrosa, trae consigo el testimonio de su propia condenación; pues una conciencia agitada presagia siempre cosas atroces.
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Sab 18:12
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Todos, pues, igualmente tenían el dolor de ver innumerables muertos, que habían perecido con el mismo género de muerte; y no ya bastaban los vivos para enterrarlos; pues en un momento fue extirpada la más noble porción de su prole.
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Sab 18:12
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Todos, pues, igualmente tenían el dolor de ver innumerables muertos, que habían perecido con el mismo género de muerte; y no ya bastaban los vivos para enterrarlos; pues en un momento fue extirpada la más noble porción de su prole.
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Sab 18:25
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A estas cosas, pues, cedió el exterminador, y las respetó; pues bastaba ya esta sola muestra del enojo de Dios.
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Sab 18:25
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A estas cosas, pues, cedió el exterminador, y las respetó; pues bastaba ya esta sola muestra del enojo de Dios.
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Sab 19:1
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Mas sobre los impíos egipcios descargó la ira sin misericordia hasta el fin; pues el Señor estaba previendo lo que les había de acontecer.
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