ALMO de David. Regocijaos, ¡oh justos!, en el Señor; a los rectos de corazón es a quienes les está bien alabarle.
Alabad al Señor con la cítara, cantadle himnos tañendo el salterio.
Entonad un cántico nuevo, cantadle a coro suaves himnos.
Porque la palabra del Señor es recta, y su fidelidad brilla en todas sus obras.
Ama la misericordia y la justicia; toda la tierra está llena de la misericordia del Señor.
Por la palabra del Señor se fundaron los cielos, y por el espíritu de su boca se formó todo su concierto y belleza.
El tiene recogidas las aguas del mar, como en un odre, y puestos en depósito los abismos.
Tema al Señor la tierra toda; tiemblen en su presencia cuantos la tierra habitan.
Porque él habló, y todo quedó hecho; lo mandó y todo fue creado.
El Señor desbarata los proyectos de las naciones; deshace los designios de los pueblos, e inutiliza los planes de los príncipes.
Mas los designios del Señor permanecen eternamente; las disposiciones de su voluntad subsisten por todas las generaciones.
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Feliz la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo a quien escogió por herencia propia suya.
Observó desde el cielo el Señor; vio a todos los hijos de los hombres.
Desde su firmísimo trono echó una mirada sobre todos los habitantes de la tierra.
El es el que formó el corazón de cada uno; el que conoce todo lo que hacen.
No por su gran poderío se salva el rey; ni se salvará el gigante por su valentía.
El caballo no es seguro para salvarse en él; no por su mucho brío pondrá a salvo al jinete.
He aquí los ojos del Señor puestos en los que le temen, y en los que confían en su misericordia;
para librar sus almas de la muerte, y sustentarlos en tiempo de hambre.
Así nuestra alma espera con paciencia al Señor; porque él es nuestro amparo y protector.
En él hallará nuestro corazón su alegría, y en su santo Nombre tenemos puesta la esperanza.
Venga, ¡oh Señor!, tu misericordia sobre nosotros, conforme esperamos en ti.
Pater
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