RFAXAD, pues, rey de los medos, había sujetado a su imperio muchas naciones; y edificó una ciudad sumamente fuerte, que llamó Ecbatana;
cuyos muros construyó de piedras labradas a escuadra, los cuales tenían setenta codos de anchura y treinta de altura; y levantó sus torres hasta cien codos de elevación.
Eran éstas cuadradas, y tenía cada lado la extensión de veinte pies; e hizo sus puertas a proporción de la altura de las torres.
Después de esto se jactaba de su poder por la fuerza de sus ejércitos y por sus famosos carros de guerra.
Pero Nabucodonosor, rey de los asirios, que reinaba en la gran ciudad de Nínive, el año duodécimo de su reinado entró en batalla contra Arfaxad, y lo venció
en la espaciosa llanura, llamada Ragau, cerca del Eufrates, y del Tigris, y de Jadasón, en tierras de Erioc, rey de los elicos.
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Entonces adquirió gran pujanza el reino de Nabucodonosor; y se enorgulleció su corazón, y despachó mensajeros a todos los habitantes de la Cilicia, de Damasco, y del Líbano,
y a los pueblos que están en el Carmelo, y en Cedar, y a los moradores de la Galilea en la vasta campiña de Esdrelón,
y a todos los de Samaria, y de la otra parte del Jordán, hasta Jerusalén , y a toda la tierra de Jesé hasta tocar los términos de la Etiopía.
A todos éstos envió embajadores Nabucodonosor, rey de los asirios.
Mas todos de común acuerdo se negaron a lo que les pedía, remitieron los enviados con las manos vacías, y los echaron de sí con desprecio.
Indignado con esto el rey Nabucodonosor contra todas aquellas naciones, juró por su trono y por su reino que se había de vengar de todas ellas.
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