LELUYA. Alabad al Señor; porque justa cosa es cantarle himnos. Cántese a nuestro Dios un grato y digno cántico.
Edificando el Señor a Jerusalén , congregará a los hijos de Israel, que andan dispersos por el mundo.
El es quien sana a los de corazón contrito, y venda sus heridas;
el que cuenta las estrellas y las llama a todas ellas por sus nombres.
Grande es el Señor Dios nuestro, y grande su poderío, y sin límites su sabiduría.
El Señor es quien ampara a los humildes, y abate hasta el suelo a los soberbios pecadores.
Entonad himnos al Señor con acciones de gracias; cantad salmos a nuestro Dios al son de la cítara.
El es el que cubre el cielo de nubes, y dispone así la lluvia para la tierra; el que produce en los montes el heno, y la hierba para los animales del servicio de los hombres.
El que da a las bestias el alimento que les es propio, y a los polluelos de los cuervos que claman a él.
No hace el Señor caso del brío del caballo; ni se complace en que el hombre tenga robustos y veloces pies.
Se complace, sí, en aquellos que le temen y adoran, y en los que confían en su misericordia.
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