ABLO, y Silvano, y Timoteo, a la Iglesia de los tesalonicenses, congregada en Dios Padre, y en nuestro Señor Jesucristo,
gracia y paz sea con vosotros. Sin cesar damos gracias a Dios por todos vosotros, haciendo continuamente memoria de vosotros en nuestras oraciones,
acordándonos delante del Dios y padre nuestro de las obras de vuestra fe, de los trabajos de vuestra caridad, y de la firmeza de vuestra esperanza en nuestro Señor Jesucristo,
considerando, amados hermanos, que vuestra elección o vocación a la fe es de Dios;
porque nuestra buena nueva no se anunció a vosotros sólo con palabras, sino también con milagros y dones del Espíritu Santo, con eficaz persuasión, porque ya sabéis cuál fue nuestro proceder entre vosotros para procurar vuestro bien.
Vosotros de vuestra parte os hicisteis imitadores nuestros y del Señor, recibiendo su palabra en medio de muchas tribulaciones, con gozo del Espíritu Santo,
de suerte que habéis servido de modelo a cuantos han creído en la Macedonia y en Acaya.
Pues que de vosotros se difundió la palabra del Señor, o la buena nueva, no sólo por la Macedonia y por la Acaya, sino que por todas partes se ha divulgado en tanto grado la fe que tenéis en Dios, que no tenemos necesidad de decir nada sobre esto.
Porque los mismos fieles publican el suceso que tuvo nuestra entrada entre vosotros, y cómo os convertisteis a Dios abandonando los ídolos por servir al Dios vivo y verdadero,
y para esperar del cielo a su Hijo Jesús (a quien resucitó de entre los muertos), y el cual nos libertó de la ira venidera.
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