Prov 23:17
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No envidie tu corazón a los pecadores; sino mantente siempre firme en el temor del Señor,
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Prov 24:18
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para que el Señor, que lo está viendo, no se ofenda, y aparte de él y traslade a ti su enojo.
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Prov 24:21
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Teme, hijo mío, al Señor y al rey; y no te acompañes con los insolentes o revoltosos;
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Prov 25:22
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que con eso amontonarás ascuas ardientes de caridad sobre su cabeza y el Señor te recompensará.
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Prov 28:5
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Los malvados no se cuidan de lo que es justo; pero los que buscan al Señor, miran todas las cosas con atención.
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Prov 28:25
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Aquel que se jacta y se hincha de soberbia, excita contiendas; mas a quien espera en el Señor, todo le saldrá bien.
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Prov 29:13
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Se encontraron el pobre y su acreedor; a ambos alumbra el Señor Dios.
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Prov 29:25
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El que sólo al hombre teme, presto caerá; el que espera en el Señor será exaltado.
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Prov 29:26
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Buscan muchos el favor del príncipe; mas del Señor ha de venir el juicio o destino de cada uno.
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Prov 30:7
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Dos cosas te he pedido, ¡oh Señor!, no me las niegues en lo que me resta de vida:
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Prov 30:9
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no sea que viéndome sobrado, me vea tentado a renegar de ti; y diga lleno de arrogancia: ¿Quién es el Señor? O bien que, acosado de la necesidad, me ponga a robar, y a perjurar el Nombre de mi Dios.
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Prov 31:30
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Engañoso es el donaire, y vana a la hermosura; la mujer que teme al Señor; esa será la celebrada.
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Ecle 3:11
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Todas las cosas que hizo Dios son buenas, usadas a su tiempo; y el Señor entregó al mundo a las vanas disputas de los hombres; de suerte que ninguno de ellos puede entender perfectamente las obras que Dios creó desde el principio hasta el fin.
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Ecle 5:1
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No hables nada inconsideradamente, ni sea ligero tu corazón en proferir palabras indiscretas delante de Dios, porque Dios es el Señor que está en los cielos, y tú un vil gusano sobre la tierra. Sean, pues, pocas y muy medidas tus palabras.
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Ecle 8:13
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¡Ah!, no haya bien para el impío, ni sean prolongados los días de su vida; antes bien pasen como sombra los que no temen la presencia del Señor.
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Sab 1:1
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Amad la justicia, vosotros los que juzgáis o gobernáis la tierra. Sentid bien del Señor, y buscadlo con sencillez de corazón;
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Sab 1:7
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Por cuanto el Espíritu del Señor llena el mundo universo; y como comprende todas las cosas, tiene conocimiento de todo, hasta de una voz.
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Sab 3:8
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Juzgarán a las naciones y señorearán a los pueblos, y el Señor reinará con ellos eternamente.
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Sab 3:10
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Mas los impíos serán castigados a medida de sus malvados pensamientos; ellos que no hicieron caso de la justicia, y apostataron del Señor.
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Sab 4:14
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Porque su alma era grata a Dios, por eso mismo se apresuró el Señor a sacarlo de en medio de los malvados. Viéndolo las gentes, no entendieron ni reflexionaron en su corazón
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Sab 4:17
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Los impíos verán el fin del hombre prudente, y no comprenderán los designios de Dios sobre él, ni cómo el Señor lo ha puesto a salvo.
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Sab 4:18
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Lo verán, y lo mirarán con desprecio; mas el Señor se burlará de ellos;
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Sab 5:7
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Nos hemos fatigado en seguir la carrera de la iniquidad y de la perdición; hemos andado por senderos fragosos, sin conocer el camino del Señor.
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Sab 5:16
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Al contrario, los justos vivirán eternamente, y su galardón está en el Señor, y el Altísimo tiene cuidado de ellos.
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Sab 5:17
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Por tanto recibirán de la mano del Señor el reino de la gloria y una brillante diadema; los protegerá con su diestra, y con su santo brazo los defenderá.
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Sab 6:4
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Porque la potestad os la ha dado el Señor; del Altísimo tenéis esa fuerza, el cual examinará vuestras obras, y escudriñará hasta los pensamientos.
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Sab 7:7
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Por esto deseé yo la inteligencia, y me fue concedida; e invoqué del Señor el espíritu de sabiduría, y se me dio,
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Sab 7:15
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A mí me ha concedido Dios expresar con claridad lo que siento; y tener pensamientos dignos de los dones recibidos del Señor, porque él es la guía de la sabiduría y el que corrige a los sabios;
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Sab 8:3
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Realza su nobleza la estrecha unión que tiene con Dios; y además, el mismo Señor de todas las cosas ha declarado que la ama;
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Sab 8:21
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Y luego que llegué a entender que no podría ser continente, si Dios no me lo otorgaba (y era ya efecto de la sabiduría saber de quién venía este don), acudí al Señor, y se lo pedí con fervor, diciendo de todo mi corazón:
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Sab 9:1
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Oh Dios de mis padres y Señor de misericordia, que hiciste todas cosas por medio de tu palabra,
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Sab 9:7
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Tú, ¡oh Señor!, me escogiste por rey de tu pueblo, y por juez de tus hijos e hijas;
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Sab 9:19
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Visto que por la sabiduría fueron salvados, ¡oh Señor!, cuantos desde el principio del mundo te fueron gratos.
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Sab 10:20
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y celebraron con cánticos, ¡oh Señor!, tu Nombre santo, alabando todos a una tu diestra vencedora.
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Sab 11:14
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pues al oír que era bien para los otros lo que para ellos había sido tormento, conocieron la mano del Señor, asombrados del éxito de los sucesos.
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Sab 11:27
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Pero tú eres indulgente para con todos; porque tuyas son todas las cosas, ¡oh Señor! amador de las almas."
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Sab 12:1
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¡Oh cuán benigno y suave es, oh Señor, tu espíritu en todas las cosas!
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Sab 12:2
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De aquí es que a los que andan perdidos, tú los castigas poco a poco; y los amonestas y les hablas de las faltas que cometen, para que dejada la malicia crean en ti, ¡oh Señor!
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Sab 12:15
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Siendo como eres justo, dispones, ¡oh Señor!, todas las cosas justamente; y crees ajeno de tu poder condenar a aquel que no merece ser castigado.
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Sab 12:16
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Pues tu poder es el principio o fuente de la justicia; y por lo mismo que eres el Señor de todas las cosas, eres con todos indulgente.
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Sab 12:18
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Pero como tú eres el soberano Señor de todo, juzgas sin pasión, y nos gobiernas con moderación suma; teniendo siempre en tu mano usar el poder cuando quisieres.
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Sab 13:9
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porque si pudieron llegar por su sabiduría a formar idea o a penetrar las cosas del mundo, ¿cómo no echaron de ver más fácilmente al Señor del mundo?
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Sab 16:12
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Porque no fue hierba, ni ningún emplasto suave lo que los sanó, sino que fue tu palabra, ¡oh Señor!, la cual sana todas las cosas.
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Sab 16:13
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Pues tú eres, ¡oh Señor!, el dueño de la vida y de la muerte, y tú nos conduces hasta las puertas de la muerte, y nos haces volver atrás desde ellas.
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Sab 16:26
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a fin de que tus hijos, ¡oh Señor!, de ti tan amados, reconociesen que no tanto son los frutos naturales los que alimentan a los hombres; sino que tu palabra es la que sustenta a los que creen en ti."
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Sab 17:1
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Grandes son, ¡oh Señor!, tus juicios, e inefables tus obras. Por eso las almas privadas de la ciencia o luz celestial, cayeron en el error.
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Sab 18:1
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Entretanto, Señor, gozaban tus santos, o escogidos, de una grandísima luz; y oían las voces de los egipcios, pero sin verlos. Y te daban a ti la gloria de que no padecían las mismas angustias,
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Sab 18:15
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tu omnipotente palabra, ¡oh Señor!, desde el cielo, desde tu real solio, cual terrible campeón, saltó de repente en medio de la tierra condenada al exterminio;
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Sab 19:1
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Mas sobre los impíos egipcios descargó la ira sin misericordia hasta el fin; pues el Señor estaba previendo lo que les había de acontecer.
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Sab 19:9
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Por lo que, a manera de caballos, bien pacidos, y como corderillos, daban brincos de alegría, engrandeciéndote a ti, ¡oh Señor!, que los libraste.
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