Lc 1:35
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El ángel en respuesta le dijo: El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, por esta causa el fruto santo que de ti nacerá será llamado Hijo de Dios.
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Lc 1:38
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Entonces dijo María: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. Y en seguida el ángel desapareciendo se retiró de su presencia.
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Lc 1:42
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y exclamando en voz alta, dijo: ¡Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre!
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Lc 1:46
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Entonces María dijo: Mi alma glorifica al Señor,
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Lc 1:60
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Pero su madre, oponiéndose, dijo: No por cierto, sino que se llamará Juan.
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Lc 2:10
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Les dijo entonces el ángel: No tenéis que temer; pues vengo a daros una nueva de grandísimo gozo para todo el pueblo,
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Lc 2:34
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Simeón bendijo a ambos, y dijo a María su madre: Mira, este niño que ves está destinado para la ruina y para resurrección de muchos en Israel, y para ser el blanco de la contradicción;
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Lc 2:48
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Al verle, pues, sus padres quedaron maravillados; y su madre le dijo: Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros? Mira cómo tu padre y yo llenos de aflicción te hemos andado buscando.
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Lc 3:14
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Le preguntaban también los soldados: ¿Y nosotros qué haremos? A éstos dijo: No hagáis extorsiones a nadie, ni uséis de fraude; y contentaos con vuestras pagas.
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Lc 4:3
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Por lo que le dijo el diablo: Si tú eres el Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.
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Lc 4:6
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y le dijo: Yo te daré todo este poder y la gloria de estos reinos; porque se me han dado a mí, y los doy a quien quiero.
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Lc 4:8
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Jesús , en respuesta le dijo: Escrito está: Adorarás al Señor Dios tuyo, y a él sólo servirás.
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Lc 4:9
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Y lo llevó aún a Jerusalén , lo puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si tú eres el Hijo de Dios, échate de aquí abajo.
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Lc 4:23
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Les dijo él: Sin duda que me aplicaréis aquel refrán: Médico, cúrate a ti mismo; todas las grandes cosas que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm, hazlas también aquí en tu patria.
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Lc 4:35
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Mas Jesús , increpándole, le dijo: Enmudece, y sal de ese hombre. Y el demonio, habiéndole arrojado al suelo en medio de todos, salió de él, sin hacerle daño alguno.
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Lc 4:43
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Mas él les dijo: Es necesario que yo predique también a otras ciudades la buena nueva del reino de Dios; pues para eso he sido enviado.
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Lc 5:4
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Acabada la plática, dijo a Simón: Guíad mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.
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Lc 5:10
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Lo mismo que sucedía a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Entonces Jesús dijo a Simón: No tienes que temer, de hoy en adelante serán hombres los que has de pescar.
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Lc 5:14
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Y le mandó que a nadie lo contase. Pero, anda, le dijo, preséntate al sacerdote, y lleva la ofrenda por tu curación, según lo ordenado por Moisés, a fin de que les sirva de testimonio.
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Lc 5:20
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El cual viendo su fe, dijo: ¡Oh hombre!, tus pecados te son perdonados.
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Lc 5:22
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Mas Jesús , que conoció sus pensamientos, respondiendo, les dijo: ¿Qué es lo que andáis resolviendo en vuestros corazones?,
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Lc 5:24
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Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados, levántate (dijo al paralítico), yo te lo mando, carga con tu camilla, y vete a tu casa.
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Lc 5:27
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Después de esto, saliendo afuera hacia el lago de Genezaret, vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco o mesa de los tributos, y le dijo: Sígueme.
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Lc 5:31
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Pero Jesús , tomando la palabra, les dijo: Los sanos no necesitan de médico, sino los enfermos.
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Lc 6:8
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Pero Jesús , que calaba sus pensamientos, dijo al que tenía seca la mano: Levántate, y ponte en medio. Se levantó y se puso en medio.
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Lc 6:9
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Les dijo entonces Jesús : Tengo que haceros una pregunta: ¿Es lícito en los días de sábado hacer bien, o mal? ¿Salvar a un hombre la vida, o quitársela?
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Lc 6:10
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Y dando una mirada a todos alrededor dijo al hombre: Extiende tu mano. La extendió, y la mano quedó sana.
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Lc 7:9
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Así que Jesús oyó esto, quedó como admirado, y vuelto a las muchas gentes que le seguían, dijo: En verdad os digo, que ni aun en Israel he hallado fe tan grande.
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Lc 7:13
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Así que la vio el Señor, movido a compasión, le dijo: No llores.
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Lc 7:40
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Jesús respondiendo a su pensamiento, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Di, maestro, respondió él.
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Lc 7:43
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Respondió Simón: Hago juicio que aquel a quien se perdonó más. Y le dijo Jesús : Has juzgado rectamente.
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Lc 7:44
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Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Yo entré en tu casa, y no me has dado agua con que se lavaran mis pies; mas ésta ha bañado mis pies con sus lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos.
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Lc 7:48
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En seguida dijo a la mujer: Perdonados te son tus pecados.
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Lc 7:50
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Mas él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vete en paz.
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Lc 8:4
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En ocasión de un grandísimo concurso de gentes, que de las ciudades acudían presurosas a él, dijo esta parábola:
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Lc 8:22
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Un día sucedió que habiéndose embarcado con sus discípulos, les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Partieron, pues;
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Lc 8:25
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Entonces les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Mas ellos llenos de temor se decían con asombro unos a otros: ¿Quién diremos que es éste, que así da órdenes a los vientos y al mar, y le obedecen?
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Lc 8:28
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Este, pues, así que vio a Jesús , se arrojó a sus pies, y le dijo a grandes gritos: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús , Hijo del Dios altísimo? Te ruego que no me atormentes.
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Lc 8:45
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Y dijo Jesús : ¿Quién es el que me ha tocado? Excusándose todos, dijo Pedro con sus compañeros: Maestro, un tropel de gentes te comprime, y sofoca, y preguntas: ¿Quién me ha tocado?
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Lc 8:45
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Y dijo Jesús : ¿Quién es el que me ha tocado? Excusándose todos, dijo Pedro con sus compañeros: Maestro, un tropel de gentes te comprime, y sofoca, y preguntas: ¿Quién me ha tocado?
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Lc 8:48
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Y Jesús le dijo: Hija, tu fe te ha curado, vete en paz.
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Lc 8:50
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Pero Jesús , así que lo oyó, dijo al padre de la niña: No temas, basta que creas, y ella vivirá.
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Lc 8:52
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Entretanto lloraban todos por la niña, golpeándose el pecho. Mas él dijo: No lloréis, pues la niña no está muerta, sino dormida.
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Lc 8:54
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Jesús , pues, la cogió de la mano, y dijo en alta voz: Niña, levántate.
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Lc 9:3
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Y les dijo: No llevéis nada para el viaje, ni palo, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni mudas de ropa.
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Lc 9:14
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Es de notar que eran como unos cinco mil hombres. Entonces dijo a sus discípulos: Hacedlos sentar por cuadrillas de cincuenta en cincuenta.
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Lc 9:33
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Y así que éstos iban a despedirse de él, le dijo Pedro: Maestro, bien estamos aquí; hagamos tres tiendas o pabellones, una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías; no sabiendo lo que decía.
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Lc 9:41
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Jesús entonces, tomando la palabra, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa!, ¿hasta cuándo he de estar con vosotros, y sufriros? Trae aquí a tu hijo.
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Lc 9:44
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Con lo que todos quedaban pasmados del gran poder de Dios; y mientras todo el mundo no cesaba de admirar las cosas que hacía, él dijo a sus discípulos: Grabad en vuestro corazón lo que voy a deciros: El Hijo del hombre está para ser entregado en manos de los hombres.
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Lc 9:48
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y les dijo: Cualquiera que acogiere a este niño por amor mío, a mí me acoge; y cualquiera que me acogiere a mí, acoge al que me ha enviado. Y así, aquel que es el menor entre vosotros, ése es el mayor.
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