SALMO de David, cuando temeroso iba huyendo de su hijo Absalón. 2 ¡Ah, Señor! ¿Cómo es que se han aumentado tanto mis perseguidores? Son muchísimos los que se han rebelado contra mí. 3 Muchos dicen de mí: Ya no tiene que esperar de su Dios salvación o amparo. 4 Pero tú, ¡oh Señor!, tú eres mi protector, mi gloria, y el que me haces levantar cabeza. 5 A voces clamé al Señor, y él me oyó benigno desde su santo monte. 6 Yo me dormí, y me entregué a un profundo sueño; y me levanté, porque el Señor me tomó bajo su amparo.

7 No temeré, pues, a ese innumerable gentío que me tiene cercado; levántate, ¡oh Señor!, sálvame tú, Dios mío. 8 Pues tú has castigado a todos los que sin razón me hacen guerra; les has quebrado los dientes a los pecadores. 9 Del Señor nos viene la salvación; y tú, oh Dios mío, bendecirás a tu pueblo.
Père
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Saint-Esprit
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