ARA el fin: Salmo de David. Dijo en su corazón el insensato: No hay Dios. Los hombres se han corrompido, y se han hecho abominables por seguir sus pasiones; no hay quien obre bien, no hay uno siquiera.
El Señor echó desde el cielo una mirada sobre los hijos de los hombres, para ver si había uno que tuviese juicio, o que buscase a Dios.
Todos se han extraviado, todos a una se hicieron inútiles; no hay quien obre bien, no hay siquiera uno. Su garganta es un sepulcro destapado; con sus lenguas están forjando fraudes; debajo de sus labios hay veneno de áspides. Llena está su boca de maldición y de amargura; sus pies son ligeros para ir a derramar sangre. Todos sus procederes se dirigen a afligir y oprimir al prójimo; nunca conocieron el sendero de la paz; no hay temor de Dios ante sus ojos.
¿Por ventura no entrarán en conocimiento todos esos que hacen profesión de la iniquidad; esos que devoran a mi pueblo como un bocado de pan?
No han invocado al Señor; y allí tiemblan de miedo donde no hay motivo de temer.
Porque está el Señor en medio del linaje de los justos; vosotros, ¡oh impíos!, ridiculizáis la determinación del desvalido, cuando pone en el Señor su esperanza.
¡Oh, quién enviará de Sión la salud o el salvador de Israel! Cuando el Señor pusiere fin a la cautividad de su pueblo, saltará de gozo Jacob , y se regocijará Israel.
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