ARA el fin: Salmo de David. ¡Oh Señor!, sé tú mi juez, puesto que yo he procedido según mi inocencia; y esperando en el Señor no vacilaré.
Pruébame, Señor, y sondéame; acrisola el fuego mis afectos y todo mi corazón.
Porque tengo misericordia delante de mis ojos, y hallo en tu verdad todas mis complacencias.
Nunca he ido a sentarme en las reuniones de gente vana, ni conversé jamás con los que obran la iniquidad.
Aborrezco la sociedad de los malignos, y evitaré siempre la comunicación con los impíos.
Lavaré mis manos en compañía de los inocentes; y rodearé, Señor, tu altar,
para oír las voces, de alabanza y referir todas tus maravillas.
Señor, yo he amado el decoro de tu casa, y el lugar donde reside tu gloria.
No pierdas, Dios mío, con los impíos mi alma, ni la vida mía con los hombres sanguinarios;
en cuyas manos no se ve más que iniquidad, y cuya diestra está toda llena de sobornos.
Mas yo he procedido según mi inocencia. Sálvame, Señor, y apiádate de mí.
Mis pies se han dirigido siempre por el camino de la rectitud. ¡Oh Señor!, yo cantaré tus alabanzas en las reuniones de tu pueblo.
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