II Par 8:9
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Mas no echó mano de los hijos de Israel para trabajar en las obras del rey; porque éstos servían en la milicia, y de ellos eran los primeros oficiales, y los comandantes de los carros armados, y de la caballería.
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II Par 8:10
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Todos los jefes del ejército del rey Salomón eran doscientos cincuenta; los cuales adiestraban al pueblo.
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II Par 8:11
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A la hija del faraón la mudó de la ciudad de David a la casa que edificó para ella. Porque dijo el rey: No habitará mi mujer en la casa de David, rey de Israel; pues quedó esta casa santificada, por haberse hospedado en ella el arca del Señor.
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II Par 8:11
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A la hija del faraón la mudó de la ciudad de David a la casa que edificó para ella. Porque dijo el rey: No habitará mi mujer en la casa de David, rey de Israel; pues quedó esta casa santificada, por haberse hospedado en ella el arca del Señor.
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II Par 8:15
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Y tanto los sacerdotes como los levitas observaron puntualmente todas cuantas órdenes les dio el rey sobre esto, y sobre la custodia de los tesoros.
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II Par 8:18
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a donde el rey Hiram le remitió por medio de sus siervos, naves y marineros prácticos del mar, que fueron con la gente de Salomón a Ofir, y trajeron de allí cuatrocientos cincuenta talentos de oro al rey Salomón .
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II Par 8:18
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a donde el rey Hiram le remitió por medio de sus siervos, naves y marineros prácticos del mar, que fueron con la gente de Salomón a Ofir, y trajeron de allí cuatrocientos cincuenta talentos de oro al rey Salomón .
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II Par 9:5
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y dijo al rey: Verdadera es la fama que yo había oído en mi tierra de tus virtudes y de tu sabiduría.
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II Par 9:8
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Bendito sea el Señor Dios tuyo, que te ha colocado sobre su trono para reinar en el lugar del Señor tu Dios. Como Dios ama a Israel, y quiere conservarle para siempre; por eso te ha constituido rey suyo, para que lo gobiernes y administres justicia.
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II Par 9:9
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Después regaló al rey ciento veinte talentos de oro, y una cantidad increíble de aromas y de preciosísimas piedras. No se vieron jamás aromas tales, como éstos que dio la reina de Saba al rey Salomón .
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II Par 9:9
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Después regaló al rey ciento veinte talentos de oro, y una cantidad increíble de aromas y de preciosísimas piedras. No se vieron jamás aromas tales, como éstos que dio la reina de Saba al rey Salomón .
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II Par 9:11
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De cuya madera de tino mandó el rey hacer la gradería del templo del Señor y del palacio real, como también las cítaras y los salterios para los cantores. No se vio nunca en el país de Judá madera como ésta.
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II Par 9:12
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El rey Salomón por su parte dio a la reina de Saba todo cuanto quiso y pidió, y muchas más preciosidades que las que ella le había presentado; la cual se volvió, y regresó a su reino con sus criados.
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II Par 9:15
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Hizo, pues, el rey Salomón doscientas picas de oro, cada una de las cuales llevaba de peso seiscientos siclos de oro;
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II Par 9:16
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y asimismo trescientas rodelas o adargas de oro, cubierta cada una de trescientos siclos de oro; lo que puso el rey en la armería, que estaba situada en el palacio llamado del Bosque.
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II Par 9:17
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Hizo también el rey un gran trono de marfil, y lo revistió de finísimo oro.
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II Par 9:20
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Asimismo toda la vajilla de la mesa del rey era de oro, y era también de oro finísimo la vajilla de la casa o palacio del Bosque del Líbano; porque la plata en aquel tiempo era reputada por nada.
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II Par 9:21
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Pues la flota del rey iba de tres en tres años a Tarsis con los siervos de Hiram, y traía de allí oro, y plata, y marfil, y monas, y pavos.
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II Par 10:1
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En consecuencia Roboam partió a Siquem; porque había concurrido allí todo Israel para reconocerle por rey.
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II Par 10:13
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Y el rey, desechado el consejo de los ancianos, les respondió con dureza;
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II Par 10:16
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Entonces todo el pueblo, al oír la respuesta tan dura del rey, le habló así: Nosotros nada tenemos que ver con la casa de David; ni nada que esperar del hijo de Isaí. Retírate, oh Israel, a tus habitaciones; y tú Roboam, hijo de David, rige tu casa. Y se retiró Israel a sus habitaciones.
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II Par 10:18
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Envió después el rey Roboam a Aduram, superintendente de los tributos. Mas los hijos de Israel lo apedrearon y fue muerto. En vista de lo cual el rey Roboam montó apresuradamente en su carroza, y huyó a Jerusalén .
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II Par 10:18
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Envió después el rey Roboam a Aduram, superintendente de los tributos. Mas los hijos de Israel lo apedrearon y fue muerto. En vista de lo cual el rey Roboam montó apresuradamente en su carroza, y huyó a Jerusalén .
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II Par 11:3
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Dile a Roboam, hijo de Salomón , rey de Judá, y a todo Israel, que se halla en Judá y en Benjamín:
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II Par 12:2
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Por tanto, el año quinto del reinado de Roboam (por haber pecado los israelitas contra el Señor), vino Sesac, rey de Egipto, contra Jerusalén ,
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II Par 12:6
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A lo que respondieron consternados, así el rey como los príncipes de Israel: Justo es el Señor.
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II Par 12:9
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Así, pues, Sesac, rey de Egipto, se retiró de Jerusalén , llevándose consigo los tesoros del templo del Señor y del palacio real, y los escudos de oro hechos por Salomón .
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II Par 12:10
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En lugar de los cuales mandó el rey hacer otros de bronce, entregándolos a los capitanes de los guardias que guardaban el atrio o las puertas de palacio;
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II Par 12:11
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y cuando el rey había de ir al templo del Señor, venían los guardias, y tomaban los escudos, y los volvían después a poner en la armería.
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II Par 14:9
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Contra éstos salió a campaña Zara, rey de Etiopía, con su ejército de un millón de hombres y trescientos carros de guerra, y avanzó hasta Maresa.
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II Par 15:16
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Depuso también el rey a su madre Maaca de la augusta autoridad que gozaba, porque había colocado en un bosque el ídolo de Príapo; el cual rompió Asá, haciéndole mil pedazos, y lo quemó en el torrente de Cedrón.
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II Par 16:1
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Pero el año treinta y seis del reinado de Asá, entró Baasa, rey de Israel, en el país de Judá, y empezó a fortificar a Rama, para que ninguno del reino de Asá pudiese entrar y salir libremente.
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II Par 16:2
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Entonces sacó Asá la plata y el oro de los tesoros del templo del Señor y de los tesoros del rey; y se lo envió a Benadad, rey de Siria, que tenía su corte en Damasco, diciéndole:
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II Par 16:2
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Entonces sacó Asá la plata y el oro de los tesoros del templo del Señor y de los tesoros del rey; y se lo envió a Benadad, rey de Siria, que tenía su corte en Damasco, diciéndole:
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II Par 16:3
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Hay alianza entre yo y tú; al modo que la hubo entre mi padre y el tuyo; por tanto te remito ese oro y plata, para que, rompiendo el tratado que tienes hecho con Baasa, rey de Israel, le obligues a retirarse de mi país.
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II Par 16:6
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Entretanto el rey Asá tomó consigo toda la gente de Judá, y trajeron de Rama todas las piedras y maderas acopiadas por Baasa para la construcción, y con ellas fortificó a Gabaa y a Masfa.
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II Par 16:7
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En aquel tiempo se presentó el profeta Hanani a Asá, rey de Judá, y le dijo: Por cuanto has puesto la confianza en el rey de Siria, y no en el Señor tu Dios, por eso el ejército del rey de Siria se ha escapado de tus manos.
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II Par 16:7
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En aquel tiempo se presentó el profeta Hanani a Asá, rey de Judá, y le dijo: Por cuanto has puesto la confianza en el rey de Siria, y no en el Señor tu Dios, por eso el ejército del rey de Siria se ha escapado de tus manos.
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II Par 16:7
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En aquel tiempo se presentó el profeta Hanani a Asá, rey de Judá, y le dijo: Por cuanto has puesto la confianza en el rey de Siria, y no en el Señor tu Dios, por eso el ejército del rey de Siria se ha escapado de tus manos.
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II Par 17:19
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Todos éstos estaban prontos a las órdenes del rey; sin contar aquellos que había puesto de guarnición en las ciudades muradas por todo el país de Judá.
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II Par 18:3
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Dijo, pues, Acab, rey de Israel, a Josafat, rey de Judá: Ven conmigo a Ramot de Galaad. Le respondió Josafat: Tú y yo somos una misma cosa, y una misma cosa tu pueblo y el mío, y así iremos contigo a la guerra.
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II Par 18:3
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Dijo, pues, Acab, rey de Israel, a Josafat, rey de Judá: Ven conmigo a Ramot de Galaad. Le respondió Josafat: Tú y yo somos una misma cosa, y una misma cosa tu pueblo y el mío, y así iremos contigo a la guerra.
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II Par 18:4
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Añadió Josafat al rey de Israel: Te ruego que consultes en este lance qué es lo que dice el Señor.
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II Par 18:5
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Juntó, pues, el rey de Israel cuatrocientos profetas, y les dijo: ¿Debemos ir a atacar a Ramot de Galaad, o estarnos quedos? Respondieron ellos: Marcha; que Dios entregará esa ciudad en poder del rey.
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II Par 18:5
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Juntó, pues, el rey de Israel cuatrocientos profetas, y les dijo: ¿Debemos ir a atacar a Ramot de Galaad, o estarnos quedos? Respondieron ellos: Marcha; que Dios entregará esa ciudad en poder del rey.
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II Par 18:7
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Dijo el rey de Israel a Josafat: Aquí hay un hombre por quien podemos inquirir la voluntad del Señor; mas yo lo aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino siempre desdichas; éste tal es Miqueas, hijo de Jemla. Y respondió Josafat: No hables, oh rey, de esa manera.
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II Par 18:7
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Dijo el rey de Israel a Josafat: Aquí hay un hombre por quien podemos inquirir la voluntad del Señor; mas yo lo aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino siempre desdichas; éste tal es Miqueas, hijo de Jemla. Y respondió Josafat: No hables, oh rey, de esa manera.
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II Par 18:8
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Llamó, pues, el rey de Israel a uno de los eunucos o camareros, y le dijo: Llama luego a Miqueas, hijo de Jemla.
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II Par 18:9
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Entretanto el rey de Israel, y Josafat, rey de Judá, vestidos de traje real, estaban ambos sentados en tronos; el sitio donde estaban era una plaza, junto a la puerta de Samaria; y todos aquellos profetas iban vaticinando en su presencia.
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II Par 18:9
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Entretanto el rey de Israel, y Josafat, rey de Judá, vestidos de traje real, estaban ambos sentados en tronos; el sitio donde estaban era una plaza, junto a la puerta de Samaria; y todos aquellos profetas iban vaticinando en su presencia.
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