EINTIÚN años tenía Sedecías cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén . Su madre se llamaba Amital, hija de Jeremías de Lobna.
Y pecó Sedecías en la presencia del Señor obrando en todo y por todo como había obrado Joakim.
Estaba el Señor tan altamente irritado contra Jerusalén y contra Judá, que llegó a arrojarlos de delante de sí; y Sedecías se rebeló contra el rey de Babilonia.
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Y en el año noveno de su reinado, el día diez del mes décimo, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, él mismo con todo su ejército, contra Jerusalén ; le pusieron sitio, y levantaron rampas alrededor de ella.
Y estuvo la ciudad sitiada hasta el año undécimo del rey Sedecías.
Mas en el mes cuarto, a nueve del mes, se apoderó el hambre de la ciudad, y la gente del pueblo no tenía con qué alimentarse.
Y se abrió brecha en la ciudad, y huyeron todos sus guerreros, saliéndose de noche por la puerta que hay entre los dos muros, y va a la huerta del rey (mientras los caldeos tenían cercada la ciudad) y tomaron el camino que conduce al desierto.
Pero el ejército de los caldeos fue en persecución de Sedecías, y se apoderó de él en el desierto que está cerca de Jericó , y lo abandonó toda su comitiva.
Y luego que lo cogieron, lo condujeron ante el rey de Babilonia, a Reblata, en el país de Emat; el cual pronunció sentencia contra él.
Y el rey de Babilonia hizo degollar a los hijos de Sedecías en presencia de éste; e hizo matar también en Reblata a todos los príncipes de Judá.
A Sedecías le hizo sacar los ojos y le puso grillos; y el rey de Babilonia se lo llevó a esta ciudad, y lo condenó a prisión perpetua.
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En el mes quinto, a los diez del mes, esto es, el año decimonoveno del reinado de Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó a Jerusalén Nabuzardán, general del ejército, y uno de los primeros palaciegos del rey de Babilonia,
y abrasó el templo del Señor, y el palacio del rey, y todas las casas de Jerusalén , y todos los grandes edificios quedaron incendiados.
Y todo el ejército de los caldeos, que estaba allí con su general, arrasó todo el muro que rodeaba Jerusalén .
Y a los pobres del pueblo, y a los restos de la gente que había quedado en la ciudad, y a los fugitivos que se habían pasado al rey de Babilonia, y al resto de la multitud, los transportó Nabuzardán, general del ejército, a Babilonia.
Dejó Nabuzardán, general del ejército, algunos pobres del país para cultivar las viñas, y para las demás labores de la tierra.
Los caldeos hicieron también pedazos las columnas de bronce que estaban en el templo del Señor, y los pedestales, y el mar o concha de bronce que había en el templo del Señor; y se llevaron a Babilonia todo su cobre.
Y se llevaron las calderas, y los garfios, y los salterios, y las tenazas, y los morterillos, y todos los muebles de cobre del uso del templo;
y los cántaros, y los braserillos de los perfumes, y los jarros, y las bacías, y los candeleros, y los morteros, y las copas, y todo cuanto había de oro y de plata se lo llevó el general del ejército;
y las dos columnas, y el mar de bronce, y los doce becerros de bronce que estaban debajo de las basas, que había mandado hacer Salomón en el templo del Señor. Inmenso era el peso del metal de todos estos muebles.
En cuanto a las columnas, cada una de ellas tenía dieciocho codos de alto, y se necesitaba una cuerda de doce codos para medir su circunferencia; y tenía cuatro dedos de grueso, siendo hueca por dentro.
Y eran de bronce los capiteles de una y otra columna, cada capitel tenía cinco codos de alto; y las redes y las granadas que había por encima alrededor, eran todas de bronce. Lo mismo la otra columna y sus granadas.
Y las granadas que estaban pendientes y se veían eran noventa y seis; pero el total de las granadas eran ciento, rodeadas de redes.
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Y el general del ejército se llevó también a Saraías, que era el primer sacerdote, a Sofonías que era el segundo, y a tres guardas del atrio.
Y además se llevó de la ciudad un eunuco, que era el comandante de las tropas, y a siete personas de las principales de la corte del rey, que fueron halladas en la ciudad; y al secretario, jefe o inspector de la milicia (el cual instruía a los soldados nuevos) y a sesenta hombres del vulgo del país, que se hallaron en la ciudad.
Los cogió, pues, Nabuzardán, general del ejército, y los condujo a Reblata al rey de Babilonia.
Y el rey de Babilonia los hizo matar a todos en Reblata, país de Emat. Y el resto de Judá fue conducido fuera de su tierra a la Caldea.
Este es el pueblo que trasladó Nabucodonosor, el año séptimo, tres mil veintitrés judíos;
en el año decimoctavo se llevó Nabucodonosor, de Jerusalén , ochocientas treinta y dos almas;
en el año vigésimo tercero de Nabucodonosor, transportó Nabuzardán, general del ejército, setecientos cuarenta y cinco judíos. Con esto fueron en todos cuatro mil seiscientas personas.
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En el año trigésimo séptimo de haber sido transportado Joaquín, rey de Judá, el mes duodécimo, a veinticinco del mes, Evilmerodac, rey de Babilonia, el primer año de su reinado hizo levantar cabeza a Joaquín, rey de Judá, y lo sacó del encierro.
Y lo consoló con palabras amistosas, y le puso en asiento superior a los demás reyes vencidos, que tenía en su corte de Babilonia.
Y le hizo quitar los vestidos que llevaba en la cárcel, y lo admitió a comer en su mesa todo el tiempo que vivió;
y le señaló un tanto diario para su manutención perpetuamente por todos los días de su vida.
Pater
Filius
Spiritus Sanctus
Angelorum
Satan
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