L que ama a su hijo, le hace sentir a menudo el azote o castigo, para hallar en él al fin su consuelo, y procurarle que no haya de ir mendigando de puerta en puerta.
Quien instruye a su hijo será honrado en él; y él se gloriará con la gente de su familia.
Quien instruye a su hijo causará envidia a su enemigo, y se preciará de él en medio de sus amigos.
Viene a morir su padre y es como si no muriese, porque deja después de sí otro semejante a él.
En vida suya lo vio y se alegró en él; al morir no tuvo por qué entristecerse ni confundirse a vista de sus enemigos;
pues ha dejado a la casa un defensor contra los enemigos, y uno que será agradecido a los amigos.
Por amor de las almas de sus hijos vendará sus heridas, y a cualquier voz o rumor se conmoverán sus entrañas.
Un caballo no domado se hace intratable; así un hijo abandonado a sí mismo se hace insolente.
Halaga al hijo, y te hará temblar; juega con él, y te llenará de pesadumbres.
No te rías con él, no sea que al fin tengas que llorar y te haga rechinar de dientes.
No le dejes hacer lo que quiera en su juventud, y no disimules sus travesuras.
Dóblale la cerviz en la mocedad, y dale con la vara en las costillas, mientras es niño, no sea que se endurezca y te niegue la obediencia, lo que causará dolor a tu alma.
Instruye a tu hijo y trabaja en formarle, para no ser cómplice en su deshonor.
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Más vale el pobre sano y de robustas fuerzas, que el rico débil y acosado de males.
La salud del alma, que consiste en la santidad de la justicia, vale más que todo el oro y la plata; y un cuerpo robusto, más que inmensas riquezas.
No hay tesoro que valga más que la salud del cuerpo, ni hay placer mayor que el gozo del corazón.
Preferible es la muerte a una vida amarga, y el eterno reposo de los que mueren a una dolencia continua.
Los bienes reservados para uno que tiene la boca cerrada, son como las exquisitas viandas dispuestas alrededor de un sepulcro.
¿De qué le sirven al ídolo las libaciones u ofrendas?; porque él ni comerá ni percibirá el olor de ellas.
Así acontece a quien es castigado del Señor, y recibe el pago de su iniquidad:
Está mirando con sus ojos muchos bienes, y no hace sino gemir, como el eunuco que abraza una doncella, y da un suspiro.
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No dejes que la tristeza se apodere de tu alma, ni te aflijas a ti mismo con tus ideas melancólicas.
El contentamiento del corazón, ése es la vida del hombre y un tesoro inexhausto de santidad; la alegría alarga la vida del hombre.
Apíadate de tu alma, procurando agradar a Dios, y sé continente, y fija tu corazón en la santidad del Señor; y arroja lejos de ti la tristeza,
porque a muchos ha muerto ella, la cual para nada es buena.
La envidia y la ira abrevian los días, y las zozobras o afanes aceleran la vejez antes de tiempo."
El corazón alegre y benigno con todos está siempre contento, como si se hallase en continuos banquetes; y sus platos se guisan presto y con esmero."
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas