L año decimotercero del reinado de Nabucodonosor, a veintidós del mes primero, se celebró consejo en la palacio de Nabucodonosor, rey de los asirios, sobre la manera de tomar venganza de las naciones.
Convocó a todos los ancianos, y a todos sus capitanes y campeones; y propuso en consejo secreto su determinación.
Les dijo que su designio era subyugar toda la tierra a su imperio.
La propuesta siendo aprobada de todos, el rey Nabucodonosor llamó a Holofernes, jefe de sus ejércitos,
y le dijo: Sal a campaña contra todos los reinos de occidente, y principalmente contra aquellos que menospreciaron mis órdenes.
No mirarás con compasión a reino alguno, y sujetarás a mi dominio todas las ciudades fuertes.
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Entonces Holofernes convocó a los capitanes y oficiales del ejército de los asirios; y escogió para la expedición el número de hombres señalado por el rey, a saber, ciento veinte mil soldados de infantería y doce mil arqueros de caballería.
Despachó delante de sus tropas una gran muchedumbre de camellos con abundantes provisiones para el ejército, con ganado vacuno y rebaños de ovejas sin cuento.
Mandó asimismo acopiar trigo en toda la Siria para cuando él pasase.
Y tomó también del erario del rey grandísimas sumas de oro y plata.
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Con esto se puso en marcha seguido de todo el ejército, con los carros de guerra, y caballería, y arqueros, cubriendo como una langosta la superficie de la tierra.
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Y habiendo pasado los confines de Asiria, llegó a las grandes montañas de Ange, situadas a la izquierda de la Cilicia, y escaló todos sus castillos, y se apoderó de todas las plazas fuertes.
Arruinó también la famosísima ciudad de Meloti, y saqueó a todos los habitantes de Tarsis y a los ismaelitas, que moraban enfrente del desierto, al mediodía del país de Cellón.
Habiendo pasado el Eufrates, entró por la Mesopotamia y batió todas las ciudades fuertes que había allí, desde el arroyo de Mambre, hasta el mar de Tiberíades.
Y se hizo dueño de todo el país desde la Cilicia hasta los términos de Jafet, que es-tá al mediodía.
Y se llevó toda la gente de Madián, robando todas las riquezas, y pasando a cu-chillo a cuantos le resistían.
Después se dejó caer sobre los campos de Damasco, al tiempo de la siega, e hizo pegar fuego a todas las mieses y talar todos los árboles y viñas.
Con lo cual sobrecogió de terror a todos los habitantes de la tierra.
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