NTONCES Judit dijo a todo el pueblo: Escuchadme, hermanos míos: Colgad esa cabeza en lo alto de nuestros muros;
y así que apunte el sol, tome cada uno sus armas, y salid con gran ruido, no para descender realmente abajo, sino aparentando que vais a acometerlos.
Al momento irán las avanzadas a despertar a su comandante para el combate.
Y cuando los capitanes corran al pabellón de Holofernes y hallen a éste sin cabeza, revolcado en su propia sangre, quedarán poseídos de pavor.
Vosotros, advirtiendo que huyen, corred a su alcance sin ningún temor, porque el Señor hará que los holléis con vuestros pies.
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Entretanto Aquior viendo el prodigio que obró Dios a favor de Israel, abandonados los ritos gentílicos, creyó en Dios, y se circuncidó, y quedó incorporado en el pueblo de Israel, como lo está toda su descendencia hasta hoy día.
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Así, pues, que amaneció, colgaron la cabeza de Holofernes en lo alto de los muros, y cogiendo cada cual sus armas, salieron fuera con gran estruendo y algazara.
Al ver esto las avanzadas, corrieron al pabellón de Holofernes.
Los que estaban allí de guardia acercándose a la puerta de la cámara, hacían ruido para despertarlo procurando adrede interrumpirle el sueño, a fin de que sin ser llamado, se despertase con el ruido.
Y es que nadie osaba abrir, ni llamar a la puerta de la cámara del caudillo de los asirios.
Pero habiéndose reunido allí los capitanes y tribunos, y todos los oficiales generales del ejército del rey de los asirios, dijeron a los camareros:
Entrad y despertadlo, porque han salido los ratones de sus agujeros, y tienen la osadía de provocarnos a batalla.
Entonces Vagao, entrando en la cámara, se paró delante de la cortina, y dio palmadas con sus manos, pues se imaginaba que Holofernes estaba durmiendo con Ju-dit.
Pero aplicando el oído y no percibiendo ni el más leve movimiento, cual suele hacer una persona dormida, se arrimó más a la cortina de la puerta, y alzándola, y viendo el cadáver de Holofernes sin cabeza, tendido en tierra y bañado en su propia sangre, prorrumpió en grandes gritos y lágrimas, y rasgó sus vestidos.
Y habiendo entrado en el alojamiento de Judit, no la encontró. Con esto salió corriendo fuera a la gente,
y dijo: Una mujer hebrea ha cubierto de afrenta la casa del rey Nabucodonosor; porque ahí tenéis a Holofernes tendido en tierra y sin cabeza.
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Al oír esto los jefes del ejército de los asirios, todos rasgaron sus vestidos, y se apoderó de ellos un excesivo temor y templor, y una grandísima perturbación de ánimo.
Y se movió luego una gritería espantosa por todo el campamento.
Pater
Filius
Spiritus Sanctus
Angelorum
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