CUANDO el Señor Dios tuyo te introdujere en la tierra que vas a poseer, y destruyere a tu vista muchas naciones, al heteo, y al gergezeo, y al amorreo, y al cananeo, y al ferezeo, y al heveo, y al jebuseo, siete naciones mucho más numerosas y robustas que tú,

2 y te las entregare el Señor Dios tuyo, has de acabar con ellas sin dejar alma viviente. No contraerás amistad con ellas, ni las tendrás lástima:

3 ni emparentarás con las tales, dando tus hijas a sus hijos, ni tomando sus hijas para tus hijos,

4 porque seducirán a tus hijos para que me abandonen y adoren a dioses extranjeros: con lo que se irritará el furor del Señor, y bien presto acabará contigo.

5 Por el contrario, esto es lo que debéis hacer con ellos: derribad sus altares y haced pedazos las estatuas, talad sus bosques profanos, y quemad los ídolos.

6 Porque tú eres un pueblo consagrado al Señor Dios tuyo. Tu Señor Dios te ha escogido para que seas pueblo peculiar suyo, entre los pueblos todos que hay sobre la tierra.

7 No porque excedieses en número a las demás naciones se unió el Señor a vosotros, y os escogió; puesto que al contrario sois en menor número que todos los otros pueblos: 8 sino porque el Señor os amó, y ha cumplido el juramento que hizo a vuestros padres. Por eso con mano fuerte os sacó y redimió de la casa de la esclavitud, del poder de Faraón, rey de Egipto. 9 Por donde conocerás que el Señor Dios tuyo, él mismo es el Dios fuerte y fiel que guarda el pacto y conserva su misericordia por mil generaciones para con aquellos que lo aman y observan sus mandamientos; 10 y da luego el pago a los que le aborrecen, perdiéndolos sin más dilación, y dándoles al punto su merecido.

11 Guarda, pues, los preceptos y las ceremonias y leyes que yo te mando hoy observar.

12 Si después de oídas estas leyes las guardares y cumplieres, también el Señor Dios tuyo te guardará el pacto y la misericordia que juró a tus padres; 13 y te amará, y multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu labranza, tus granos y el aceite y las vacadas, y los rebaños de tus ovejas en la tierra que juró a tus padres que te daría. 14 Bendito serás entre todos los pueblos: no se verá entre vosotros estéril en ningún sexo, así en los hombres como en los ganados.

15 Desterrará de ti el Señor toda dolencia; y aquellas enfermedades o plagas pésimas de Egipto, que tú sabes, no te las enviará a ti sino a todos tus enemigos. 16 Exterminarás todos los pueblos que tu Señor Dios pondrá en tus manos. No se apiaden de ellos tus ojos, ni sirvas a sus dioses; para que no sean ellos causa de tu ruina.

17 Tal vez dirás en tu corazón: Estas naciones son más numerosas que yo, ¿cómo he de poder destruirlas? 18 Mas no las temas; acuérdate de lo que hizo el Señor Dios tuyo con Faraón y con todos los egipcios; 19 de aquellas terribles plagas que vieron tus ojos, y de los prodigios y portentos, y de la mano fuerte, y del brazo extendido con que te libertó el Señor Dios tuyo. Lo mismo hará con todos los pueblos a quienes temes. 20 Además de esto el Señor Dios tuyo enviará tábanos contra ellos hasta consumir y perder a todos los que de ti escaparen y hubieren podido esconderse.

21 No tienes que temerlos; porque tu Señor Dios está en medio de ti, Dios grande y terrible. 22 El mismo irá consumiendo a tu vista estas naciones poco a poco y por partes. No podrás acabar con ellas de un golpe; a fin de que no se multipliquen contra ti las bestias fieras del país.

23 El Señor Dios tuyo pondrá a estos pueblos en tu poder, y los irá destruyendo hasta que del todo desaparezcan. 24 A sus reyes los entregará en tus manos, y borrarás sus nombres de debajo del cielo: nadie te podrá resistir hasta que los aniquiles.

25 Quemarás en el fuego sus ídolos; no codiciarás la plata y el oro de que fueron fraguados, ni tomarás poco ni mucho de estas cosas, no sea que te sirvan de ocasión de ruina, siendo como son abominables al Señor Dios tuyo.

26 Ni meterás cosa alguna de ídolo en tu casa, porque no vengas a ser anatema, como él lo es. La detestarás como inmundicia y la abominarás como suciedad y horruras; por cuanto es un anatema.
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