ANTENEOS firmes, y no dejéis que os opriman de nuevo con el yugo de la servidumbre de la ley antigua.
Mirad que os declaro yo, Pablo, que si os hacéis circuncidar, Cristo de nada os aprovechará.
Además declaro a todo hombre que se hace circuncidar, que queda obligado a observar toda la ley por entero.
No tenéis ya parte ninguna con Cristo los que buscáis la justificación en la ley; habéis perdido la gracia.
Pues nosotros solamente en virtud de la fe esperamos recibir del espíritu la verdadera justicia o santidad.
Porque para con Jesucristo nada importa el ser circunciso o incircunciso, sino la fe, que obra animada de la caridad.
Vosotros habíais comenzado bien vuestra carrera, ¿quién os ha estorbado de obedecer a la verdad?
Persuasión semejante no es ciertamente de aquel que os ha llamado a la fe.
Un poco de levadura hace fermentar toda la masa.
Yo confío, no obstante, de vosotros en el Señor, que no tendréis otros sentimientos que los míos; pero el que os anda inquietando, quien quiera que sea, llevará el castigo merecido.
En cuanto a mí, hermanos, si yo predico aún la circuncisión, ¿por qué soy todavía perseguido? Según eso, se acabó el escándalo de la cruz que causo a los judíos.
¡Ojalá fuesen, no digo circuncidados, sino cortados o separados de entre vosotros los que os perturban!
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Porque vosotros, hermanos míos, sois llamados a un estado de libertad; cuidad solamente que esta libertad no os sirva de ocasión para vivir según la carne; pero sed siervos unos de otros por un amor espiritual,
como quiera que toda la ley en este precepto se encierra: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Que si unos a otros os mordéis, y roéis, mirad no os destruyáis los unos a los otros.
Digo, pues, en suma: Proceded según el espíritu de Dios, y no satisfaréis los apetitos de la carne.
Porque la carne tiene deseos contrarios a los del espíritu, y el espíritu los tiene contrarios a los de la carne, como que son cosas entre sí opuestas; por cuyo motivo no hacéis vosotros todo aquello que queréis.
Que si vosotros sois conducidos por el espíritu, no estáis sujetos a la ley.
Bien manifiestas son las obras de la carne, las cuales son adulterio, fornicación, deshonestidad, lujuria,
culto de ídolos, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, enojos, riñas, disensiones, herejías,
envidias, homicidios, embriagueces, glotonerías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya tengo dicho, que los que tales cosas hacen, no alcanzarán el reino de Dios.
Al contrario, los frutos del espíritu son caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad,
mansedumbre, fe, o fidelidad, modestia, continencia, castidad. Para los que viven de esta suerte no hay ley que sea contra ellos.
Y los que son de Cristo tienen crucificada su propia carne con los vicios y las pasiones.
Si vivimos por el Espíritu de Dios, procedamos también según el mismo Espíritu.
No seamos ambiciosos de vana gloria, provocándonos los unos a los otros, y recíprocamente envidiándonos.
Pater
Filius
Spiritus Sanctus
Angelorum
Satan
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