AZ todo lo posible por cumplir exactamente los mandamientos que hoy te ordeno, para que podáis vivir y multiplicaros, y entrar en posesión de la tierra que prometió el Señor con juramento a vuestros padres.
Y acuérdate de todos los caminos por donde te ha conducido el Señor Dios tuyo en el desierto por espacio de cuarenta años, con el fin de atribularte y probarte, para que se descubriesen las intenciones de tu ánimo, si estabas o no en guardar sus mandamientos.
Te afligió con hambre y te dio el maná, manjar que no conocías tú, ni tus padres, para mostrarte que el hombre no vive de solo pan, sino de cualquier cosa que Dios dispusiere.
Hace ya cuarenta años que vas de viaje, y con todo, ni el vestido con que te cubres se ha gastado por viejo, ni tu pie se ha lastimado, ni roto tu calzado;
para que recapacites en tu corazón, que del mismo modo que un padre corrige e instruye a su hijo, así te ha corregido e instruido a ti el Señor Dios tuyo,
con el fin de que guardes sus mandamientos, y andes por sus caminos, y lo temas.
•
Porque el Señor tu Dios va a introducirte en esa tierra buena, tierra llena de arroyos, y de estanques, y de fuentes; en cuyos campos y montes brotan manantiales perennes de aguas;
tierra de trigo y cebada, y de viñas; en la que nacen higueras, y granados y olivos: tierra de aceite y de miel;
donde sin escasez ninguna comerás el pan y gozarás en abundancia de todos los bienes; en cuyas piedras o peñas hallarás el hierro; y mucho cobre y metal en sus montes:
a fin de que cuando hubieres comido y te hubieres saciado, bendigas al Señor Dios tuyo por la bonísima tierra que te dio.
Está alerta, y guárdate de no olvidarte jamás del Señor Dios tuyo, ni de dejar de observar sus mandamientos y leyes, y ceremonias que hoy te prescribo:
no sea que después de haber comido, y haberte saciado, y de haber fabricado bellas casas, y morado en ellas,
y adquirido vacadas y rebaños de ovejas, y gran caudal de plata y de oro, y de todas las cosas,
se engría tu corazón, y eches en olvido a tu Señor Dios que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud,
y que ha sido tu conductor por el vasto y espantoso desierto, donde había serpientes que abrasaban con su aliento, y escorpiones y dípsades, sin que tuvieses una gota de agua: la cual te la hizo salir a chorros de una piedra durísima:
y te alimentó en el desierto con el maná manjar desconocido de tus padres: y después de haberte afligido y probado, al fin se compadeció de ti;
pero no antes, para que no dijeras en tu corazón: Mi fuerza y la robustez de mi brazo me granjearon todas estas cosas;
sino para que te acuerdes del Señor Dios tuyo por haberte él mismo dado fuerzas, a fin de cumplir así su pacto que juró con tus padres, como se ve en el presente día.
Mas si olvidado de tu Dios y Señor, te fueres en pos de dioses ajenos, y les rindieres culto y adoración, mira que desde ahora te protesto que perecerás sin remedio.
Como las naciones que deshizo el Señor a tu entrada, del mismo modo pereceréis vosotros si fuereis desobedientes a la voz del Señor Dios vuestro.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
Comentario
Referencia
Ilustración
Atlas