STA es la bendición que Moisés, varón de Dios, dio antes de su muerte a los hijos de Is-rael.
Dijo así: De Sinaí vino el Señor, y de Seir nos esclareció; resplandeció desde el monte Farán, y con él millares de santos. En su mano derecha traía la ley que nos dio desde en medio del fuego.
El Señor amó a los pueblos: bajo su mano protectora están todos los santos, y aquellos que se sientan a sus pies, recibirán sus instrucciones y doctrinas.
Moisés nos dio la ley, la cual será la herencia de la numerosa posteridad de Jacob .
Ella será el rey que mandará en su recto o amado pueblo; estando los príncipes del pueblo unidos con las tribus de Israel.
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Viva Rubén y no muera, mas sea pequeño en número.
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He aquí la bendición de Judá: Escucha, ¡oh Señor!, la voz de Judá, y dale entre su pueblo la parte que le has destinado: sus manos pelearán por Israel y serás su protector contra los enemigos.
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Dijo después a Leví: Tu perfección, Señor, y tu doctrina fue concedida a tu varón santo, a quien probaste en la tentación y juzgaste en las aguas de la Contradicción.
Aquellos que dijeron a su padre y a su madre: No os conozco; y a sus hermanos: No sé quién sois; y ni a sus propios hijos perdonaron, éstos cumplieron tus mandamientos y guardaron inviolable tu pacto.
Estos enseñarán tus derechos a Jacob y tu ley a Israel; y cuando estés irritado, te ofrecerán incienso y holocaustos sobre tu altar.
Bendice, oh Señor, su fortaleza y acepta las obras de sus manos. Hiere las espaldas de sus enemigos; y no levanten cabeza los que lo aborrecen.
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Y de Benjamín dijo: Benjamín el muy amado del Señor, estará cerca de él con confianza; allí morará siempre como en cámara nupcial y reposará en sus brazos.
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Dijo también a José: Sea la tierra de José bendita del Señor, colmada de frutos y bendiciones del cielo, del rocío y de los manantiales que brotan de debajo de la tierra;
de los frutos que son producciones del sol y de la luna;
de los que crecen en la cumbre de los montes antiguos y sobre los antiquísimos collados;
de todos los frutos de la tierra y de toda la riqueza de ella. La bendición de aquel que se apareció en la zarza, venga sobre la cabeza de José, sobre la coronilla de la cabeza del nazareo o consagrado al Señor entre sus hermanos.
Es cual la del toro primerizo su gallardía; como las del rinoceronte son sus astas; con ellas volteará las gentes hasta los fines de la tierra: tal será la gloria de la numerosa tribu de Efraín: y tal la de los millares de hijos de la de Manasés.
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A Zabulón le dijo: Regocíjate, ¡oh Zabulón!, en tu tráfico por el mar; como tú, Isacar, en la quietud de tu casa.
Tus hijos exhortarán los pueblos a ir al monte santo del Señor, donde le inmolarán víctimas de justicia. Chuparán como leche las riquezas de la mar y los tesoros que esconden sus arenas.
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Dijo también a Gad: Bendito sea Gad en su expansión o ancho territorio: se echó a descansar como un león, arrebató de una vez brazo y cabeza.
Y reconoció su prerrogativa en que Moisés el doctor de Israel debía ser depositado en su porción o herencia. El fue con los príncipes del pueblo a la conquista de Canaán, y cumplió los mandatos del Señor y su obligación con Israel.
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Asimismo dijo a Dan: Dan como un joven león correrá en busca de presa desde Basán y se extenderá mucho.
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Y a Neftalí le dijo: Neftalí gozará de todo en abundancia: será colmado de las bendiciones del Señor; poseerá el mar de Genezaret, y el país hacia el mediodía.
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Dijo también a Aser: Bendito sea en su prole. Será agradable a sus hermanos: y bañará en aceite sus pies.
De hierro y cobre será su calzado. Como en los días de tu juventud, así serás fuerte en los de tu vejez.
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No hay otro Dios como el Dios del rectísimo o muy amado Israel. El que está sentado sobre los cielos es tu protector. Su gran poder es el que hace correr las nubes de una parte a otra.
Arriba en lo más alto de los cielos está su morada y llegan acá abajo sus brazos o poder eterno. Arrojará de tu presencia al enemigo, y le dirá: Quédate reducido a polvo.
Con esto Israel estará en su país seguro y separado. Tiende, ¡oh Jacob !, la vista por tu tierra abundante de trigo y de vino: el rocío caerá con tanta abundancia, que se oscurecerá el cielo.
Bienaventurado eres, ¡oh Israel! ¿Quién hay semejante a ti, ¡oh pueblo afortunado!, que hallas tu salud en el Señor? El es el escudo que te cubre y defiende, y la espada que te llena de gloria. Tus enemigos rehusarán reconocerte; pero tú los sojuzgarás y pondrás el pie sobre su cuello.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas