I en medio de tu pueblo se presentare un profeta, o quien diga haber tenido alguna visión en sueños, y pronosticase alguna señal o prodigio,
y sucediendo lo que predijo, te dijere: Vamos y sigamos a los dioses ajenos que no conoces, y sirvámosles:
no escucharás las palabras de aquel profeta o forjador de sueños; porque el Señor Dios vuestro os prueba para que se haga patente si le amáis o no con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma.
Seguid al Señor Dios vuestro, y temedle, y guardad sus mandamientos, y oíd su voz: a él habéis de servir, y con él debéis estrecharos.
Pero aquel profeta o fingidor de sueños será castigado de muerte; porque trató de apartaros del Señor Dios vuestro que os sacó de la tierra de Egipto, y redimió del estado de servidumbre, para desviaros del camino que tu Señor Dios te ha enseñado; y así arrancarás el mal de en medio de ti.
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Si un hermano tuyo, un hijo de tu madre, si tu hijo o tu hija, o tu mujer que es la prenda de tu corazón, o el amigo a quien más amas como a tu misma alma, quisiere persuadirte, y te dijere en secreto: Vamos y sirvamos a los dioses ajenos no conocidos de ti ni de tus padres,
dioses de las naciones que te rodean, vecinas o lejanas, de un cabo del mundo al otro,
no condesciendas con él, ni lo oigas, ni la compasión te mueva a tenerle lástima y a encubrirlo;
sino que al punto lo matarás. Tú serás el primero en alzar la mano contra él, y después hará lo mismo todo el pueblo.
Muera cubierto de piedras; por cuanto intentó apartarte del culto del Señor Dios tuyo, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud;
para que así oyéndolo todo Israel tema, y jamás ningún otro ose hacer cosa semejante.
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Si en alguna de las ciudades que tu Señor Dios te dará para habitar, oyeres a algunos que dicen:
De tu seno han salido unos hijos de Belial, y han pervertido a los vecinos de su ciudad, diciendo: Vamos y sirvamos a dioses ajenos, que vosotros no conocéis:
infórmate con cuidado: y averiguada bien la verdad del hecho, si hallares ser cierto lo que dice, y que efectivamente se ha cometido una tal abominación,
inmediatamente pasarás a cuchillo a los moradores de aquella ciudad, y la arrasarás con todas las cosas que en ella haya, matando hasta las bestias.
Y todas las alhajas y muebles que hubiere los juntarás en medio de sus plazas y los entregarás a las llamas a una con la misma ciudad, de manera que todo se consuma en honor del Señor Dios tuyo; y quede la ciudad como un sepulcro y monumento sempiterno. No será jamás reedificada;
ni reservarás en tu poder cosa chica ni grande de este anatema; a fin de que deponga el Señor su enojo, y se compadezca de ti, y te multiplique, como tiene jurado a tus padres que lo hará,
siempre que oyeres la voz del Señor Dios tuyo, guardando todos sus mandamientos, que yo te repito el día de hoy, para que hagas lo que es agradable a los ojos de tu Señor Dios.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas