Lc 6:5
|
Y les añadió: El Hijo del hombre es dueño aun del sábado mismo.
|
Lc 6:6
|
Sucedió que entró otro sábado en la sinagoga, y se puso a enseñar. Se hallaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha.
|
Lc 6:9
|
Les dijo entonces Jesús : Tengo que haceros una pregunta: ¿Es lícito en los días de sábado hacer bien, o mal? ¿Salvar a un hombre la vida, o quitársela?
|
Lc 6:10
|
Y dando una mirada a todos alrededor dijo al hombre: Extiende tu mano. La extendió, y la mano quedó sana.
|
Lc 6:22
|
Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y os separen, y os afrenten, y abominen de vuestro nombre como maldito, en odio del Hijo del hombre;
|
Lc 6:45
|
El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca cosas buenas; así como el mal hombre las saca malas del mal tesoro de su corazón. Porque de la abundancia del corazón habla la boca.
|
Lc 6:45
|
El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca cosas buenas; así como el mal hombre las saca malas del mal tesoro de su corazón. Porque de la abundancia del corazón habla la boca.
|
Lc 6:48
|
Es semejante a un hombre que construyendo una casa, cavó muy hondo, y puso los cimientos sobre peña; venida después una inundación, el río descargó todo el golpe contra la casa, y no pudo derribarla, porque estaba fundada sobre peña.
|
Lc 6:49
|
Pero aquel que escucha mis palabras, y no las practica, es semejante a un hombre que construyó su casa sobre tierra sin poner cimiento, contra la cual descargó su ímpetu el río; y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa.
|
Lc 7:25
|
O ¿qué es lo que salisteis a ver?; ¿algún hombre vestido de ropas delicadas? Ya sabéis que los que visten preciosas ropas y viven en delicias, en palacios de reyes están.
|
Lc 7:34
|
Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe y decís: He aquí un hombre voraz y bebedor, amigo de publicanos y de gentes de mala vida.
|
Lc 7:34
|
Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe y decís: He aquí un hombre voraz y bebedor, amigo de publicanos y de gentes de mala vida.
|
Lc 7:39
|
Lo que viendo el fariseo que le había convidado, decía para consigo: Si este hombre fuera profeta, bien conocería quién, y qué tal es la mujer que le está tocando, o que es una mujer de mala vida.
|
Lc 8:27
|
Luego que salió a tierra, le salió al encuentro un hombre, ya de mucho tiempo atrás endemoniado, que ni sufría ropa encima, ni moraba en casa, sino en las cuevas sepulcrales.
|
Lc 8:29
|
Y es que Jesús mandaba al espíritu inmundo que saliese de aquel hombre; porque hacía mucho tiempo que estaba de él apoderado; y por más que le ataban con cadenas y ponían grillos, rompía las prisiones, y acosado del demonio huía a los desiertos.
|
Lc 8:33
|
Salieron, pues, del hombre los demonios, y entraron en los cerdos; y de repente toda la piara corrió a arrojarse por un precipicio al lago, y se anegó.
|
Lc 8:35
|
de donde salieron las gentes a ver lo que había sucedido; y viniendo a Jesús , hallaron al hombre, de quien habían salido los demonios, sentado a sus pies, vestido, y en su sano juicio, y quedaron espantados.
|
Lc 8:38
|
Pedíale aquel hombre de quien habían salido los demonios, que le llevase en su compañía. Pero Jesús le despidió diciendo:
|
Lc 9:22
|
Y añadió: Porque conviene que el Hijo del hombre padezca muchos tormentos y sea condenado por los ancianos, y los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y sea muerto, y resucite al tercer día.
|
Lc 9:25
|
¿Y qué adelanta el hombre con ganar todo el mundo, si es a costa suya, y perdiéndose a sí mismo?
|
Lc 9:26
|
Porque quien se avergonzare de mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre, cuando venga en su majestad, y en la de su Padre, y de los santos ángeles.
|
Lc 9:38
|
y en medio de ella un hombre clamó, diciendo: Maestro, mira, te ruego, a mi hijo, que es el único que tengo;
|
Lc 9:44
|
Con lo que todos quedaban pasmados del gran poder de Dios; y mientras todo el mundo no cesaba de admirar las cosas que hacía, él dijo a sus discípulos: Grabad en vuestro corazón lo que voy a deciros: El Hijo del hombre está para ser entregado en manos de los hombres.
|
Lc 9:56
|
El Hijo del hombre no ha venido para perder a los hombres, sino para salvarlos. Y con esto se fueron a otra aldea.
|
Lc 9:57
|
Mientras iban andando su camino, hubo un hombre que le dijo: Señor, yo te seguiré adondequiera que fueres.
|
Lc 9:58
|
Pero Jesús le respondió: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas entiende que el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar su cabeza.
|
Lc 10:30
|
Entonces Jesús tomando la palabra, dijo: Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó , y cayó en manos de ladrones, que le despojaron de todo, le cubrieron de heridas, y se fueron, dejándolo medio muerto.
|
Lc 10:35
|
Al día siguiente sacó dos denarios, y se los dio al mesonero, diciéndole: Cuídame este hombre; y todo lo que gastares de más yo te lo abonaré a mi vuelta.
|
Lc 11:21
|
Cuando un hombre valiente bien armado, guarda la entrada de su casa, todas las cosas están seguras.
|
Lc 11:24
|
Cuando un espíritu inmundo ha salido de un hombre, se va por lugares áridos, buscando lugar donde reposar, y no hallándolo dice: Me volveré a mi casa de donde salí.
|
Lc 11:26
|
Entonces, va, y toma consigo a otros siete espíritus peores que él, y entrando en esta casa fijan en ella su morada. Con lo que el último estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero.
|
Lc 11:30
|
pues a la manera que Jonás fue un prodigio para los ninivitas, así el Hijo del hombre lo será para los de esta nación.
|
Lc 12:8
|
Os digo, pues que cualquiera que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del hombre le confesará, delante de los ángeles de Dios.
|
Lc 12:10
|
Si alguno habla contra el Hijo del hombre, este pecado se le perdonará; pero no habrá perdón para quien blasfemare contra el Espíritu Santo.
|
Lc 12:14
|
Pero Jesús le respondió: ¡Oh hombre!, ¿quién me ha constituido a mí juez, o repartidor entre vosotros?
|
Lc 12:15
|
Con esta ocasión les dijo: Estad alertas, y guardaos de toda avaricia; que no depende la vida del hombre de la abundancia de los bienes que él posee.
|
Lc 12:16
|
Y en seguida les puso esta parábola: Un hombre rico tuvo una extraordinaria cosecha de frutos en su heredad;
|
Lc 12:40
|
Así vosotros estad siempre prevenidos; porque a la hora que menos pensáis vendrá el Hijo del hombre.
|
Lc 13:6
|
Y les añadió esta parábola: Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y vino a ella en busca de fruto, y no lo halló;
|
Lc 13:19
|
Es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su huerta; el cual fue creciendo hasta llegar a ser un árbol grande, de suerte que las aves del cielo posaban en sus ramas.
|
Lc 14:2
|
Y he aquí que se puso delante de él un hombre hidrópico.
|
Lc 14:16
|
Mas Jesús le respondió: Un hombre dispuso una gran cena, y convidó a mucha gente.
|
Lc 14:30
|
diciendo: Ved ahí un hombre que comenzó a edificar, y no pudo rematar?
|
Lc 15:11
|
Añadió también: Un hombre tenía dos hijos,
|
Lc 16:1
|
Decía también Jesús a sus discípulos: Había un hombre rico, que tenía un mayordomo, del cual por la voz común vino a entender que le había disipado sus bienes.
|
Lc 16:19
|
Hubo cierto hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino finísimo: y tenía cada día espléndidos banquetes.
|
Lc 17:22
|
Con esta ocasión dijo a sus discípulos: Tiempo vendrá en que desearéis ver uno de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis.
|
Lc 17:24
|
Porque como el relámpago brilla y se deja ver de un cabo del cielo al otro, iluminando la atmósfera, así se dejará ver el Hijo del hombre el día suyo.
|
Lc 17:26
|
Lo que acaeció en el tiempo de Noé , igualmente acaecerá el día del Hijo del hombre:
|
Lc 17:30
|
De esta manera será el día en que se manifestará el Hijo del hombre.
|