EPLICANDO a esto Job, dijo:
Todavía mi lenguaje está lleno de amargura; y aún la mano o violencia de mi dolor sobrepuja mis gemidos.
¡Oh, quién me diera saber cómo encontrar a Dios, y poder llegar hasta su trono!
Expondría ante él mi causa, y llenaría mi boca de amorosas reconvenciones,
a fin de oír lo que me respondería, y entender sus razones.
No quisiera que contendiese conmigo con todo el poder y rigor de su justicia, ni que me abrumase con la mole de su grandeza.
Proponga y emplee contra mí su equidad, que entonces yo ganaré mi causa.
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Si voy hacia el oriente, no se deja ver; si hacia el poniente, tampoco lo hallaré;
si me muevo al norte, nada adelanto. ¿Qué haré? No podré dar con él; si al mediodía, ni aún allí lo veré.
El tiene conocidos mis pasos, y me ha acrisolado con trabajos, como se hace con el oro que pasa por el fuego.
Mis pies han seguido sus huellas; he andado por sus caminos, sin desviarme nunca de ellos.
He observado siempre los preceptos que han salido de sus labios, depositando en mi corazón las palabras de su boca.
Mas él es el sólo que subsiste por sí; y nadie puede trastornar sus designios, y como Señor universal, cuanto le pareció, eso hizo.
Cuando haya hecho de mí aquello que haya querido, aún tiene a mano otras muchas cosas semejantes.
Y por esto no me estremezco en su presencia; y cuando pienso en él, me siento agitado de temor.
Dios ha ablandado mi corazón, y lo ha hecho dócil; y el Todopoderoso me ha conturbado,
pues no por las tinieblas o calamidades que tengo sobre mí, me doy por perdido; ni la densa niebla de males me ha tapado el rostro.
Pater
Filius
Spiritus Sanctus
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