ME habló el Señor, diciendo: 2 Hijo de hombre, propón un enigma, y cuenta una parábola a la casa de Israel. 3 Diles, pues: Así habla el Señor Dios: Una gran águila, de grandes alas y de miembros muy extendidos, poblada de plumas de varios colores, vino al Líbano, o a la Judea, y se llevó lo mejor del cedro. 4 Arrancó de él los retoños que despuntaban, y los transportó a la tierra de Canaán, o de los traficantes, y los puso en una ciudad de gran comercio. 5 Y tomó de la semilla de aquella tierra, y la sembró en un campo para que echase sus raíces, junto a una gran abundancia de aguas, y la sembró en la superficie. 6 Y cuando hubo brotado, creció y se hizo una cepa muy lozana, pero de poca elevación; cuyos vástagos se dirigían hacia aquella águila, y debajo de cuya sombra estaban sus raíces; llegó, pues, a ser una parra, y echó mugrones y sarmientos. 7 Y vino otra águila grande, de grandes alas y de muchas plumas; y he aquí que aquella parra, como que volvió sus raíces, y extendió sus sarmientos hacia ella, para ser regada con sus fecundos canales. 8 Plantada fue aquella vid en buena tierra, y junto a abundantes aguas, para que se dilate frondosa, y dé fruto y llegue a ser una parra grande. 9 Les dirás, pues: Así habla el Señor Dios: ¿Qué acaso prosperará? ¿No arrancará sus raíces la primera águila, y no destruirá sus frutos, y hará secar todos los sarmientos que había arrojado, de suerte que quede un tronco seco; y eso sin necesidad de gran poder, ni de mucha gente para arrancarla de cuajo? 10 Mira, ella es cierto que está plantada; ¿pero acaso prosperará? ¿No es verdad que luego que el viento abrasador la tocare se secará y quedará árida, a pesar de todos los canales que la fecundan?

11 Y me habló el Señor, diciendo: 12 Di a esa familia provocadora: ¿No sabéis vosotros lo que esto significa? Mirad, el rey de Babilonia vino a Jerusalén , y se apoderó del rey y de sus príncipes, y se los llevó a su reino, a Babilonia.

13 Y tomó uno de la estirpe real, e hizo alianza con él, y recibió de él el juramento de fidelidad; y además sacó del país a los valientes, 14 para que el reino quedase abatido, y no pudiese levantarse, sino que observase y mantuviese el pacto. 15 Pero el nuevo rey apartándose de lo pactado, envió mensajeros a Egipto para que lo ayudara con su caballería y muchísima tropa. ¿Acaso prosperará o hallará salvación quien esto hizo? ¿Y el que ha roto la alianza, podrá ponerse a salvo? 16 Yo juro, dice el Señor Dios, que en el país del rey que le había puesto sobre el trono, y cuyo juramento quebrantó, violando el pacto que con él había hecho, allí en medio de Babilonia morirá. 17 Y el faraón con su gran ejército y su mucha gente no peleará contra el enemigo, cuando éste levante terraplenes, y forme trincheras para matar mucha gente, 18 por haber despreciado el rey el juramento y violado el pacto, después de haber contraído alianza; pues todo esto hizo, no se librará. 19 Por tanto, esto dice el Señor Dios: Juro yo que por causa del juramento que él despreció, y de la alianza que violó, lo castigaré en su propia persona. 20 Y extenderé mi red barredora sobre él, y quedará cogido en mis redes, y lo conduciré a Babilonia, y allí lo juzgaré por la prevaricación con que me ha despreciado.

21 Y perecerán al filo de la espada todos sus fugitivos y todos sus escuadrones, y los que quedaren serán esparcidos por toda la tierra, y conoceréis que yo el Señor he hablado.

22 Esto dice el Señor Dios: Yo tomaré de los más escogidos del cedro empinado, y lo plantaré; desgajaré de lo alto de sus ramas un tierno ramito, y lo plantaré sobre un monte alto y descollado. 23 Sobre el alto monte de Israel lo plantaré, y brotará un retoño, y dará fruto, y llegará a ser un gran cedro, debajo del cual hallarán albergue todas las aves, y anidarán a la sombra de sus hojas todas las especies de volátiles. 24 Y conocerán todos los árboles del país que yo el Señor humillé al árbol empinado, y ensalcé la humilde planta; y sequé el árbol verde, e hice reverdecer el árbol seco. Yo el Señor lo dije y lo hice.
Pater
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