UCEDIÓ que murió Naas, rey de los amonitas, en cuyo lugar reinó su hijo.
Y dijo David: Mostraré mi compasión o sentimiento a Hanón, hijo de Naas, pues recibí favores de su padre. En consecuencia envió David embajadores para consolarle en la muerte de su padre. Luego que éstos llegaron al país de los amonitas con el fin de consolar a Hanón,
dijeron a Hanón los príncipes de los amonitas: Tú quizás piensas que David por honrar la memoria de tu padre ha enviado a consolarte; y no echas de ver que estos criados suyos han venido a explorar, y examinar y escudriñar el estado de tu país.
Oído esto, hizo Hanón raer la cabeza y la barba de los enviados de David, y que les cortasen las túnicas desde medio cuerpo abajo, y así los despachó.
Los cuales habiéndose retirado y dado parte a David del suceso, envió éste quién le saliese al encuentro (atenta la gran afrenta que había recibido), y les ordenó que se detuviesen en Jericó , y no volviesen hasta que les hubiese crecido la barba.
Pero considerando los amonitas, así Hanón como todo el pueblo, la injuria que habían hecho a David, enviaron mil talentos de plata para tomar a sueldo tropas de las que iban en carros de guerra, y gente de a caballo de la Mesopotamia, y de la Siria de Maaca, y de Soba.
En efecto, condujeron a su sueldo treinta y dos mil hombres en carros armados, y al rey de Maaca con su gente. Y reunidos que fueron éstos, se acamparon frente de Medaba. Al mismo tiempo los amonitas congregados de sus ciudades salieron a campaña.
Sabido todo esto por David, despachó a Joab con todas sus mejores tropas;
y haciendo movimiento los amonitas se formaron en batalla junto a la puerta de la ciudad, mientras que los reyes venidos a su socorro hicieron alto separadamente en la campiña.
Joab, pues, conociendo que querían atacarlo de frente y por la espalda, escogió los más valientes de todo Israel, y se dirigió contra los siros.
Y dio el mando de las demás tropas a su hermano Abisaí, las cuales marcharon contra los amonitas,
y dijo: Si los siros prevalecieren contra mí, tú vendrás a socorrerme; pero si los amonitas te llevaren a ti de vencida, yo acudiré a tu socorro.
Ten buen ánimo, y peleemos valerosamente por nuestro pueblo, y por las ciudades de nuestro Dios; y el Señor haga lo que más sea de su agrado.
Marchó, pues, Joab y la gente que con él estaba al combate contra los siros, y los puso en huida.
Viendo los amonitas que los siros habían huido, huyeron ellos también de Abisaí, hermano de Joab, y se metieron en la ciudad. Y volvió también Joab a Jerusalén .
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Mas viéndose los siros vencidos por Israel, despacharon mensajeros e hicieron venir a los siros que habitaban a la otra parte del río Eufrates; y Sofac, general de las tropas de Adarecer, era su comandante.
Luego que David lo supo, juntó a todo Israel, y pasó el Jordán, y los cargó de frente con su ejército formado en batalla, sosteniendo ellos por su parte este choque con valor.
En fin, volvieron los siros las espaldas a Israel, y mató David a siete mil hombres de los que iban montados en carros, y cuarenta mil de a pie, y a Sofac, general de este ejército.
Entonces los vasallos de Adarecer, viéndose vencidos por Israel, se pasaron a David, y se sujetaron a su imperio. Con esto la Siria nunca más quiso dar socorro a los amonitas.
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