OR aquel tiempo Herodes , el tetrarca, oyó lo que la fama publicaba de Jesús , y dijo a sus cortesanos;
Este es Juan el Bautista que ha resucitado de entre los muertos; y por eso resplandece tanto en él la virtud de hacer milagros.
Es de saber que Herodes prendió a Juan, y atado con cadenas lo metió en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano.
Porque Juan le decía: No te es lícito tenerla por mujer.
Y Herodes bien quería hacerle morir, pero no se atrevía por temor del pueblo; porque todos tenían a Juan por un profeta.
Mas en la celebración del cumpleaños de Herodes , salió a bailar la hija de Herodías en medio de la corte;
y gustó tanto a Herodes , que la prometió con juramento darle cualquier cosa que le pi-diese.
Con eso ella, prevenida antes por su madre: Dame aquí, dijo, en una fuente o plato, la cabeza de Juan Bautista.
Se entristeció el rey. Sin embargo, en atención al juramento y a los convidados, man-dó dársela.
Y así envió degollar a Juan en la cárcel.
En seguida fue traída su cabeza en una fuente, y dada a la muchacha, que se la presentó a su madre.
Acudieron después sus discípulos a recoger el cuerpo, y lo enterraron, y fueron a dar la noticia a Jesús .
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Jesús , pues, habiendo oído aquello que Herodes decía de él, se retiró de allí por mar a un lugar desierto, fuera de poblado. Mas sabiéndolo las gentes, salieron de sus ciudades, siguiéndole a pie por tierra.
Y Jesús , al salir del barco, viendo tan gran gentío, se movió a lástima, y curó a sus enfermos.
Al caer de la tarde, sus discípulos llegaron a él diciendo: El lugar es desierto, y la hora es ya pasada; despacha esas gentes para que vayan a las poblaciones a comprar qué comer.
Pero Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse, dadles vosotros de comer.
A lo que respondieron: No tenemos aquí más de cinco panes y dos peces .
Les dijo él: Traédmelos acá.
Y habiendo mandado sentar a todos sobre la hierba, tomó los cinco panes y los dos peces , y levantando los ojos al cielo, los bendijo y partió; y dio los panes a los discípulos, y los discípulos los dieron a la gente.
Y todos comieron y se saciaron, y de lo que sobró, recogieron doce canastos llenos de pedazos.
El número de los que comieron fue de cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
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Inmediatamente después Jesús obligó a sus díscipulos a embarcarse e ir a esperarle al otro lado del lago, mientras despedía a los pueblos.
Y despedidos éstos se subió solo a orar en un monte, y entrada la noche se mantuvo allí solo.
Entretanto la barca estaba en medio del mar, batida reciamente de las olas, por tener el viento contrario.
Cuando ya era la cuarta vela de la noche, vino Jesús hacia ellos caminado sobre el mar.
Y viéndole los discípulos caminar sobre el mar, se conturbaron y dijeron: Es un fantasma. Y llenos de miedo comenzaron a gritar.
Al instante Jesús les habló diciendo: Soy yo, no tengáis miedo.
Y Pedro respondió: Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre las aguas.
Y él le dijo: Ven. Y Pedro bajando de la barca, iba caminando sobre el agua, para llegar a Jesús .
Pero viendo la fuerza del viento, se atemorizó; y empezando luego a hundirse, dio voces diciendo: Señor, sálvame.
Al punto Jesús , extendiendo la mano, le cogió del brazo, y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué has titubeado?
Y luego que subieron a la barca, calmó el viento.
Mas los que dentro estaban, se acercaron a él y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres tú el Hijo de Dios.
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