Concordancia

Sagrada Biblia (Torres Amat)

pies

Amós 4:13 Pues he aquí que viene aquel que forma los montes y crea los vientos, el cual anuncia a los hombres su palabra o Verbo eterno, aquel que produce la niebla de la mañana, y el que pisa con sus pies las alturas de la tierra, aquel que tiene por nombre Señor Dios de los ejércitos.
Nah 1:3 El Señor es misericordioso y de gran poder; ni porque sufra tendrá a nadie por limpio e inocente. El Señor marcha entre tempestades y torbellinos, y debajo de sus pies se levantan nubes de polvo.
Nah 1:15 Mira ya sobre los montes los pies del que viene a anunciar la buena nueva, del que anuncia la paz. Celebra, oh Judá, tus festividades, cumple tus votos que ya no volverá más a hacer por ti correrías aquel Belial: Pereció del todo.
Hab 3:6 y el diablo delante de sus pies. Se paró, y midió la tierra. Echó una mirada y acabó con las naciones, y quedaron reducidos a polvo los altísimos montes. Se encorvaron los collados del mundo al pasar el Eterno.
Hab 3:19 El Señor Dios es mi fortaleza; y él me dará pies ligeros como de ciervo; y el vencedor me conducirá a las alturas de mi morada, cantando yo himnos en su alabanza.
Zac 14:4 Pondrá él en aquel día sus pies sobre el monte de las Olivas, que está enfrente de Jerusalén , al oriente; y se dividirá el monte de las Olivas por medio hacia levante y hacia poniente con una enorme abertura; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el mediodía.
Mal 4:3 y hollaréis a los impíos, hechos ya ceniza debajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo obraré, dice el Señor de los ejércitos.
II Mac 7:4 ordenó que se cortase la lengua al que había hablado el primero, que se le arrancase la piel de la cabeza, y que se le cortasen las extremidades de las manos y pies, todo a presencia de sus hermanos y de su madre.
Mt 5:35 ni por la tierra, pues es la peana de sus pies; ni por Jerusalén , porque es la ciudad o corte del gran rey.
Mt 7:6 No deis a los perros las cosas santas, ni echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus pies, y se vuelvan contra vosotros y os despedacen.
Mt 10:14 Caso que no quieran recibiros, ni escuchar vuestras palabras, saliendo fuera de la casa o ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies.
Mt 15:30 Y se acercaron a él muchas gentes, trayendo consigo mudos, ciegos, cojos, inválidos y otros muchos dolientes, y los pusieron a sus pies, y los curó.
Mt 18:8 Que si tu mano o tu pie te es ocasión de escándalo o pecado, córtalos y arrójalos lejos de ti; pues más te vale entrar en la vida eterna manco o cojo, que con dos manos o dos pies ser precipitado al fuego eterno.
Mt 18:26 Entonces el criado, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten un poco de paciencia, que yo te lo pagaré todo.
Mt 18:29 El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: Ten un poco de paciencia conmigo, que yo te lo pagaré todo.
Mt 22:13 Entonces dijo el rey a sus ministros de justicia: Atado de pies y manos, arrojadle fuera a las tinieblas; donde no habrá sino llanto y crujir de dientes.
Mt 22:44 Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, mientras tanto que yo pongo tus enemigos por peana de tus pies?
Mt 28:9 Cuando he aquí que Jesús les sale al encuentro, diciendo: Dios os guarde; y acercándose ellas, postradas en tierra abrazaron sus pies y le adoraron.
Mc 5:22 vino en busca de él uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, el cual luego que lo vio se arrojó a sus pies.
Mc 5:33 Entonces la mujer, sabiendo lo que había experimentado en sí misma, medrosa y temblando se acercó, y postrándose a sus pies, le confesó toda la verdad.
Mc 6:11 Y dondequiera que os desecharen, y no quieran escucharos, retirándoos de allí, sacudid el polvo de vuestros pies, en testimonio contra ellos.
Mc 7:25 porque luego que lo supo una mujer, cuya hija estaba poseída del espíritu inmundo, entró, y se arrojó a sus pies.
Mc 9:44 Y si tu pie te hace pecar, córtalo: Más te vale entrar cojo en la vida eterna, que tener dos pies y ser arrojado al infierno, al fuego inextinguible,
Mc 10:17 Así que salió para ponerse en camino, vino corriendo uno, y arrodillado a sus pies, le preguntó: ¡Oh buen Maestro!, ¿qué debo yo hacer para conseguir la vida eterna?
Mc 12:36 Siendo así que el mismo David, inspirado del Espíritu Santo, dice: Dijo el Señor a mi Señor, siéntate a mi diestra hasta tanto que yo haya puesto a tus enemigos por tarima de tus pies.
Lc 5:8 Lo que viendo Simón Pedro, se arrojó a los pies de Jesús , diciendo: Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador.
Lc 7:38 y arrimándose por detrás a sus pies, comenzó a bañárselos con sus lágrimas, y los limpiaba con los cabellos y los besaba, y derramaba sobre ellos el perfume.
Lc 7:44 Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Yo entré en tu casa, y no me has dado agua con que se lavaran mis pies; mas ésta ha bañado mis pies con sus lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos.
Lc 7:44 Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Yo entré en tu casa, y no me has dado agua con que se lavaran mis pies; mas ésta ha bañado mis pies con sus lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos.
Lc 7:45 Tú no me has dado el ósculo de paz; pero ésta desde que llegó no ha cesado de besar mis pies.
Lc 7:46 Tú no has ungido con óleo o perfume mi cabeza; y ésta ha derramado sobre mis pies sus perfumes.
Lc 8:28 Este, pues, así que vio a Jesús , se arrojó a sus pies, y le dijo a grandes gritos: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús , Hijo del Dios altísimo? Te ruego que no me atormentes.
Lc 8:35 de donde salieron las gentes a ver lo que había sucedido; y viniendo a Jesús , hallaron al hombre, de quien habían salido los demonios, sentado a sus pies, vestido, y en su sano juicio, y quedaron espantados.
Lc 8:41 Entonces se le presentó un jefe de la sinagoga llamado Jairo, el cual se postró a sus pies suplicándole que viniese a su casa,
Lc 8:47 En fin, viéndose la mujer descubierta, se acercó temblando, y echándose a sus pies, declaró en presencia de todo el pueblo la causa de haberlo tocado, y cómo al momento había quedado sana.
Lc 9:5 Y donde nadie os recibiere, al salir de la ciudad, sacudid aun el polvo de vuestros pies, en testimonio contra sus moradores.
Lc 10:39 Tenía ésta una hermana llamada María, la cual sentada también a los pies del Señor estaba escuchando su palabra.
Lc 17:16 y se postró a los pies de Jesús , pecho por tierra, dándole gracias; y éste era un samaritano.
Lc 20:43 hasta tanto que yo ponga a tus enemigos por tarima de tus pies?
Lc 24:39 Mirad mis manos y mis pies, yo mismo soy, palpad, y considerad que un espíritu no tiene carne, ni huesos, como vosotros veis que yo tengo.
Lc 24:40 Dicho esto, les mostró las manos y los pies.
Jn 9:38 Entonces dijo él: Creo, Señor. Y postrándose a sus pies, le adoró.
Jn 11:2 (Esta María es aquella misma que derramó sobre el Señor el perfume, y le limpió los pies con sus cabellos; de la cual era hermano el Lázaro que estaba enfermo).
Jn 11:32 María, pues, habiendo llegado a donde estaba Jesús , viéndole, se postró a sus pies, y le dijo: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.
Jn 11:44 Y al instante el que había muerto salió fuera, ligado de pies y manos con fajas y tapado el rostro con un sudario. Les dijo Jesús : Desatadle, y dejadle ir.
Jn 12:3 Y María tomó una libra de ungüento o perfume de nardo puro, y de gran precio, y lo derramó sobre los pies de Jesús , y los enjugó con sus cabellos; y se llenó la casa de la fragancia del perfume.
Jn 13:5 Echó después agua en una palangana, y se puso a lavar los pies de los discípulos, y a limpiarlos con la toalla que se había ceñido.
Jn 13:6 Vino a Simón Pedro, y Pedro le dijo: ¡Señor!, ¿tú lavarme a mí los pies?
Jn 13:8 Le dijo Pedro: Jamás por jamás no me lavarás tú a mí los pies. Le respondió Jesús : Si yo no te lavare, no tendrás parte conmigo.
Jn 13:9 Le dijo Simón Pedro: Señor, no solamente mis pies, sino las manos también, y la cabeza.