RÓXIMO está a llegar este su tiempo, y sus días no están remotos. Porque al fin el Señor tendrá compasión de Jacob , y todavía escogerá algunos de Israel, y hará que reposen en su nativo suelo, y se incorporará con la casa de Jacob .
Y los pueblos los hospedarán, y los acompañarán a su país; y la casa de Israel los poseerá en la tierra del Señor para siervos y siervas; y quedarán cautivos los que los habían cautivado, y súbditos sus opresores.
Y en aquel tiempo, cuando te sea dado por Dios respirar de tus trabajos, y de tu opresión, y de la dura esclavitud a que estuviste sujeto,
te servirás de este cántico contra el rey de Babilonia, y dirás: ¿Cómo es que no parece ya el tirano y que cesó el tributo?
El Señor ha hecho pedazos el cetro de los impíos, la vara de los que dominaban;
al que indignado azotaba a los pueblos haciéndoles llagas incurables, y tiranizaba furiosamente las naciones, y las maltrataba con crueldad.
Toda la tierra está en silencio, y en paz, y se huelga y regocija.
Hasta los abetos y cedros del Líbano se divierten a costa tuya. Desde que tú feneciste, dicen, nadie sube a cortarnos.
El infierno allá abajo se conmovió a tu llegada; al encuentro tuyo envió los gigantes; se levantaron de sus tronos todos los príncipes de las naciones.
Todos, dirigiéndote la palabra, te dirán: ¡Conque tú también has sido herido como nosotros, y a nosotros has sido hecho semejante!
Tu soberbia ha sido abatida hasta los infiernos; tendido yace por el suelo tu cadáver; tendrás por colchón la podredumbre, y tu cubierta serán los gusanos.
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¿Cómo caíste del cielo, ¡oh lucero!, tú que tanto brillabas por la mañana? ¿Cómo fuiste precipitado por tierra, tú que has sido la ruina de las naciones?
Tú que decías en tu corazón: Escalaré el cielo; sobre las estrellas de Dios levantaré mi trono, me sentaré sobre el Monte del testamento situado al lado del septentrión;
sobrepujaré la altura de las nubes, semejante seré al Altísimo.
Pero tú has sido precipitado al infierno, a la más honda mazmorra.
Los que te vieren se inclinarán a ti, y te contemplarán. ¿Y es éste, dirán, aquel hombre que alborotó la tierra, que hizo estremecer los reinos,
el que dejó desierto el mundo, y asoló las ciudades, y no abrió jamás la cárcel a sus prisioneros.
Todos los reyes de las naciones, todos murieron y fueron enterrados con gloria; cada cual descansa en el sepulcro de su familia.
Mas tú has sido arrojado lejos de tu sepulcro como un tronco inútil e inmundo, y confundido, como podrido cadáver, con los que fueron muertos a cuchillo, y descendieron a lo más hondo de la fosa.
Tú no has de tener consorcio con ellos, ni aun en la sepultura, porque has destruido tu país, has hecho perecer a tu pueblo. No se conservará la memoria de la raza de los malhechores.
Preparaos a dar la muerte a sus hijos por la iniquidad de sus padres; pues no crecerán, ni heredarán la tierra, ni llenarán las ciudades la superficie del mundo.
Porque yo me levantaré contra ellos, dice el Señor de los ejércitos; y destruiré el nombre de Babilonia, y el retoño, y toda su raza, dice el Señor.
Y la reduciré a manada de erizos, y a lagunas de aguas estancadas, y la barreré con escoba devastadora, dice el Señor de los ejércitos.
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Juró el Señor de los ejércitos diciendo: Como lo pensé, así será, y como lo tracé en mi mente,
así sucederá: Destruiré al asirio en mi tierra, y sobre mis montes le hollaré; con lo cual será quitado a Israel el yugo, y de sus hombros el peso de aquel opresor.
Esto es lo que he pensado y resuelto tocante a toda la dicha tierra, y así es como extenderé la mano sobre todas las naciones amigas suyas.
El Señor de los ejércitos lo ha decretado, y ¿quién podrá invalidarlo? Su brazo está levantado, y ¿quién podrá detenerlo?
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El año en que murió el rey Acaz se cumplió este duro anuncio.
No te entregues todo a la alegría, ¡oh país de los filisteos!, porque haya sido hecha pedazos la vara del que te hería; pues de la estirpe de la culebra nacerá la víbora, y lo que de ésta saldrá engullirá las aves.
Y los primeros o más infelices entre los mendigos tendrán pan, y reposarán con seguridad los pobres; y haré morir de hambre tu raza, ¡oh filisteo!, y acabaré con todo lo que de ti quedare.
Aúllen las puertas, esfuercen sus gritos las ciudades, todo el país de los filisteos está por tierra, porque hacia el septentrión viene la humareda, y no habrá quien pueda escapar de sus escuadrones.
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Y ¿qué respuestas se dará a los embajadores de las naciones? Que el Señor es el que fundó a Sión, y que en él esperan los humildes de su pueblo.
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