L Señor habló a Jonás , hijo de Amatí, y dijo:
Anda y ve luego a Nínive, ciudad grande y predica en ella, porque el clamor de sus maldades ha subido hasta mi presencia.
Jonás tomó el camino de Tarsis, huyendo del servicio del Señor; y así que llegó a Joppe halló una nave que se hacía a la vela para Tarsis; pagó su flete, y entró en ella con los demás para aportar a Tarsis, huyendo del servicio del Señor.
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Mas el Señor envió un viento recio sobre el mar, con lo que se movió en ella una gran borrasca; de suerte que se hallaba la nave a riesgo de estrellarse.
Y temieron los marineros, y cada uno clamó a su dios, y arrojaron al mar el cargamento de la nave, a fin de aligerarla. Jonás dormía profundamente en lo más hondo de la nave, a donde se había bajado.
Y se llegó a él el piloto, y le dijo: ¿Cómo te estás así durmiendo? Levántate e invoca a tu Dios, por si quiere acordarse de nosotros, y nos libra de la muerte.
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En seguida se dijeron unos a otros: Venid, y echemos suertes para averiguar de dónde nos viene este infortunio. Y echaron suertes y cayó la suerte sobre Jonás .
Le dijeron pues: Decláranos los motivos de este desastre que nos sucede. ¿Qué oficio es el tuyo? ¿De dónde eres, y adónde vas? ¿De qué nación eres tú?
Les respondió Jonás : Yo soy hebreo, y temo o adoro al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra.
Y quedaron sumamente atemorizadas aquellas gentes, y le dijeron: ¿Cómo es que has hecho tú eso? (Es de saber que de la relación que les hizo Jonás comprendieron que huía desobedeciendo a Dios).
Entonces le dijeron: ¿Qué haremos de ti, a fin de que el mar se nos aplaque? Pues el mar iba embraveciéndose cada vez más.
Y les respondió Jonás : Cogedme y arrojadme al mar, y el mar se os aquietará; puesto que yo sé bien que por mi causa os ha sobrevenido esta gran borrasca.
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Entretanto remaban los marineros para ver si podían ganar tierra y salvarse; mas no podían, porque iban levantándose más sobre ellos las olas del mar.
Y clamaron al Señor, diciendo: Te rogamos, ¡oh Señor!, que no nos hagas morir por haber dado muerte a este hombre, y no hagas recaer sobre nosotros la sangre inocente; pues tú, ¡oh Señor!, has hecho caer la suerte así como has querido.
En seguida cogieron a Jonás , y lo echaron al mar, y al punto cesó el furor de las aguas.
Con lo cual concibieron aquellas gentes un gran temor y respeto al Señor, y le ofrecieron víctimas, y le hicieron votos.
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