A misma dirigió sus pasos bajo el gobierno del santo profeta Moisés.
Viajaron por desiertos inhabitados, y acamparon en lugares desiertos.
Hicieron frente a sus enemigos, y se vengaron de sus contrarios.
Tuvieron sed, y te invocaron, y les fue dada agua de una altísima peña, y refrigerio a su sed de una dura piedra.
Por tanto en lo mismo que fueron castigados sus enemigos cuando les faltó el agua para beber, los hijos de Israel se gozaban por tenerla en abundancia;
y por eso cuando a aquéllos les faltó, recibieron éstos tan singular beneficio.
Porque realmente a los malvados egipcios les diste a beber sangre humana, en vez de las aguas del perenne río Nilo.
Y cuando perecían éstos en pena de haber hecho morir a los infantes hebreos, diste a los tuyos agua en abundancia contra toda esperanza,
demostrando, por la sed que hubo entonces, cómo ensalzabas a los tuyos, y hacías perecer a sus contrarios.
Pues viéndose los hebreos puestos a prueba y afligidos, aunque con misericordia, echaron de ver cuáles tormentos padecieron los impíos, castigados con indignación.
Verdaderamente que a los unos los probaste como padre que amonesta; mas a los otros los pusiste en juicio, como rey inexorable para condenarlos,
siendo atormentados igualmente en ausencia y en presencia de los hebreos.
Porque eran castigados con doble pesar y llanto, con la memoria de las cosas pasadas;
pues al oír que era bien para los otros lo que para ellos había sido tormento, conocieron la mano del Señor, asombrados del éxito de los sucesos.
Así fue que a aquel pueblo y caudillo, de quien se mofaban, como de gente echada a la aventura en aquella inhumana exposición de los niños, al fin de los sucesos lo miraban con admiración; habiendo ellos padecido una sed, bien diferente de la de los justos, que luego fue remediada.
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Y en castigo de las ideas locas de su idolatría, según las cuales algunos, desvariando, adoraban irracionales o mudas serpientes, y viles bestias, tú enviaste contra ellos para vengarte una multitud de mudas sabandijas;
a fin de que conociesen cómo por aquellas cosas en que uno peca, por ésas mismas es atormentado.
No porque tu mano omnipotente que creó al mundo de una materia nunca vista no pudiera enviar contra ellos multitud de osos y de feroces leones,
o fieras de una nueva especie desconocida, llenas de furor, que respirasen llamas de fuego, o despidiesen una negra humareda, o arrojasen por los ojos espantosas centellas;
que no solamente con sus mordeduras hubieran podido exterminarlos, sino aun con la sola vista hacerlos morir de espanto.
Pero aun sin nada de todo esto, con un solo aliento de tu ira podían ser muertos perseguidos del remordimiento de sus propios crímenes, y disipados por un soplo de tu potencia; mas tú dispones todas las cosas con justa medida, número y peso;
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porque tú solo tienes siempre a la mano el sumo poder; y ¿quién puede resistir a la fuerza de tu brazo?
El mundo todo es delante de ti como un granito en la balanza, y como una gota de rocío que por la mañana desciende sobre la tierra.
Pero tú tienes misericordia de todos, por lo mismo que todo lo puedes, y disimulas los pecados de los hombres, a fin de que hagan penitencia.
Porque tú amas todo cuanto tiene ser, y nada aborreces de todo lo que has hecho; que si alguna cosa aborrecieras, nunca la hubieras ordenado ni hecho.
¿Y cómo pudiera durar alguna cosa, si tú no quisieses?; ¿ni cómo conservarse nada sin orden tuya?
Pero tú eres indulgente para con todos; porque tuyas son todas las cosas, ¡oh Señor! amador de las almas."
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas