PALABRAS que dijo el Señor a Jeremías profeta contra las naciones. 2 Contra Egipto, contra el ejército del faraón Necao, rey de Egipto, que estaba junto al río Eufrates, en Cárcamis, y que fue desbaratado por Nabucodonosor, rey de Babilonia, el año cuarto de Joakim, hijo de Josías, rey de Judá, dijo:

3 Preparad enhorabuena los escudos y las lanzas y salid al combate. 4 Uncid los caballos a los carros de guerra: soldados de a caballo, montad, poneos los cascos, acicalad las lanzas, revestíos de las corazas. 5 ¿Pero qué sucederá? Los vi despavoridos, y que volvían las espaldas, muertos sus valientes; huían corriendo sin volverse a mirar atrás: el terror se esparce por todas partes, dice el Señor. 6 No hay que pensar en que pueda escaparse el ligero, ni salvarse el valiente; a la parte del norte, junto al río Eufrates, han sido derrotados y postrados por el suelo.

7 ¿Quién es ese ejército que se hincha a manera de torrentes, y cuyos remolinos se encrespan como los de los ríos? 8 Egipto, que se hincha cual torrente, cuyas olas se conmueven como ríos y ha dicho: Yo avanzaré, inundaré la tierra; destruiré la ciudad y sus habitantes. 9 Montad a caballo, y corred locamente en los carros, y avancen los valientes de Etiopía, y los de Libia con el escudo en la mano, y los lidios echando mano de las saetas y arrojándolas. 10 Mas aquel día será el día del Señor Dios de los ejércitos, día de venganza en que hará pagar la pena a sus enemigos; la espada devorará y se hartará de matar, y se embriagará con la sangre de ellos; porque he aquí que la víctima del Señor Dios de los ejércitos estará en la tierra septentrional de junto al río Eufrates. 11 Sube a Galaad y toma bálsamo, ¡oh virgen hija de Egipto!, en vano multiplicas tú las medicinas; no hay ya remedio para ti. 12 Se ha divulgado entre las gentes tu afrenta, y llena está la tierra de tus alaridos, porque el valiente chocó con el valiente, y juntos cayeron en tierra.

13 Palabra que habló el Señor a Jeremías profeta, sobre el futuro arribo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, a devastar la tierra de Egipto. 14 Llevad esta nueva a Egipto, anunciadla en Mágdalo, y haced que resuene en Memfis y en Tafnis, y decid: Ponte en pie y prevente; porque la espada devorará todo cuanto hay en tus aldeas.

15 ¿Cómo ha caído y se pudre en el suelo tu campeón? No se ha mantenido firme; porque el Señor lo ha derribado. 16 Ha derribado un gran número de ellos; han caído unos sobre otros, y han dicho: Levantémonos, volvámonos a nuestro pueblo y al país donde nacimos, sustrayéndonos a la espada de la paloma.

17 Al faraón, rey de Egipto, ponedle este nombre: Tumulto; pues él ha hecho venir el tiempo del trastorno. 18 Juro yo por vida mía (dice aquel rey que tiene por nombre Señor de los ejércitos), que así como el Tabor descuella entre los montes, y el Carmelo sobre el mar, así vendrá él.

19 Prepárate lo necesario para salir a otro país, ¡oh tú, hija y moradora de Egipto!, porque Memfis será convertida en una soledad, será desamparada, sin que quede un habitante.

20 Becerra lozana y hermosa es Egipto, del Norte vendrá quien la dome. 21 También sus soldados mercenarios, que vivían en medio de ella como becerros cebados, volvieron las espaldas y echaron a huir; y no pudieron hacer frente al enemigo, porque llegó para ellos el día de su ruina, el día de su castigo. 22 Resonarán como bronce sus clamores, porque los caldeos avanzarán rápidamente con el ejército, y vendrán contra Egipto armados de hachas, como quien va a cortar leña. 23 Talarán, dice el Señor, sus bosques o población, cuyos árboles son sin cuento; se multiplicaron más que langostas, son innumerables. 24 Abatida está la hija de Egipto, y entregada en poder del pueblo del Norte. 25 El Señor de los ejércitos, el Dios de Israel ha dicho: He aquí que yo castigaré la multitud tumultuosa de Alejandría, y al faraón, y a Egipto, y a sus dioses, y a sus reyes; al faraón, y a los que en él confían. 26 Y los entregaré en manos de los que buscan cómo exterminarlos, esto es, en poder de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y de sus siervos; y después de todo esto volverá Egipto a ser poblado como en lo antiguo, dice el Señor.

27 Mas tú, siervo mío Jacob , no temas, no te asustes, ¡oh Israel!, porque yo te libraré en aquellos remotos países, y sacaré tus descendientes de la tierra donde están cautivos, y se volverá Jacob , y descansará, y será feliz, sin que haya nadie que lo atemorice.

28 No temas, pues, ¡oh Jacob , siervo mío!, dice el Señor, porque contigo estoy; pues yo consumiré todas las gentes entre las cuales te he dispersado; mas a ti no te consumiré, sino que te castigaré con medida; pero no te dejaré impune, para que no te creas inocente.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Atlas