ME habló después el Señor, diciéndome: 2 No tomarás mujer, y no tendrás hijos ni hijas en este lugar, o país de Judea. 3 Porque esto dice el Señor acerca de los hijos e hijas que nacerán en este lugar, y acerca de las madres que los tendrán, y acerca de los padres que los engendrarán en este país: 4 Morirán de varias enfermedades, y no serán llorados ni enterrados, yacerán como estiércol sobre la superficie de la tierra, y serán consumidos con la espada y el hambre, y sus cadáveres serán pasto de las aves del cielo y de las bestias de la tierra. 5 Porque esto dice el Señor: No entrarás tú en la casa del convite mortuorio, y no vayas a dar el pésame, ni a consolar; porque yo, dice el Señor, he desterrado de este pueblo mi paz, mi misericordia y mis piedades. 6 Y morirán los grandes y los pequeños en este país, y no serán enterrados ni habrá quien en señal de luto se haga cortaduras en su cuerpo, ni se corte a raíz el cabello. 7 Ni entre ellos habrá nadie que parta el pan, para consolar al que está llorando por su difunto; ni a los que lloran la pérdida de su padre y de su madre les darán alguna bebida para su consuelo. 8 Tampoco entrarás en casa en que hay banquete, para sentarte con ellos a comer y beber; 9 porque esto dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Sábete que yo a vuestros ojos, y en vuestros días, desterraré de este lugar la voz del gozo y la voz de la alegría, la voz del esposo y la voz o cantares de la esposa.

10 Y cuando hayas anunciado a ese pueblo todas estas cosas, y ellos te digan: ¿Por qué ha pronunciado el Señor contra nosotros todos estos grandes males o calamidades? ¿Cuál es nuestra maldad? ¿Y qué pecado es el que nosotros hemos cometido contra el Señor Dios nuestro?

11 Tú les responderás: Porque vuestros padres me abandonaron, dice el Señor, y se fueron en pos de los dioses extraños, y les sirvieron y los adoraron, y me abandonaron a mí, y no guardaron mi ley. 12 Y todavía vosotros lo habéis hecho peor que vuestros padres; pues está visto que cada uno sigue la corrupción de su corazón depravado, por no obedecerme a mí.

13 Y así yo os arrojaré de esta tierra a otra desconocida de vosotros y de vuestros padres; donde día y noche serviréis a dioses ajenos, que nunca os dejarán en reposo. 14 He aquí que vendrá tiempo, dice el Señor, en que no se dirá más: Vive el Señor, que sacó a los hijos de Israel de la tierra de Egipto;

15 sino: Vive el Señor, que sacó a los hijos de Israel de la tierra del septentrión y de todos los países por donde los había esparcido. Y yo los volveré a traer a esta su tierra, que di a sus padres. 16 He aquí que yo enviaré a muchos pescadores, dice el Señor, los cuales los pescarán; y enviaré después muchos cazadores que los cazarán por todos los montes, y por todos los collados, y por las cuevas de los peñascos. 17 Porque mis ojos están observando todos sus pasos; no se oculta ninguno a mis miradas; como no hubo maldad suya oculta a mi vista. 18 Pero primero les pagaré al doble lo que merecen sus iniquidades y pecados; porque han contaminado mi tierra con las carnes mortecinas sacrificadas a sus ídolos, y llenado mi heredad de sus abominaciones.

19 ¡Oh Señor, fortaleza mía, y el sostén mío, y mi refugio en el tiempo de la tribulación!, a ti vendrán las gentes desde las extremidades de la tierra, y dirán: Verdaderamente que nuestros padres poseyeron la mentira y la vanidad, la cual para nada les aprovechó. 20 ¿Acaso un hombre podrá hacerse sus dioses? No, ésos no son dioses.

21 Por lo cual he aquí que yo de esta vez los he de convencer: Les mostraré mi poder y mi fortaleza, y conocerán que mi Nombre es el Señor.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas