me habló el Señor, y me dijo:
Anda y predica a toda Jerusalén , diciendo: Esto dice el Señor: Compadecido de tu mocedad me he acordado de ti, y del amor que te tuve, cuando me desposé contigo, y cuando después me seguiste en el desierto, en aquella tierra que no se siembra.
Israel está consagrado al Señor, y es como las primicias de sus frutos; todos los que lo devoran se hacen reos de pecado y todos los desastres caerán sobre ellos, dice el Señor.
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Ahora, pues, oíd la palabra del Señor vosotros los de la casa de Jacob , y vosotras todas las familias del linaje de Israel.
Esto dice el Señor: ¿Qué tacha hallaron en mí vuestros padres, cuando se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad de los ídolos haciéndose también ellos vanos?
Ni siquiera dijeron: ¿En dónde está el Señor que nos sacó de la tierra y esclavitud de Egipto; que nos condujo por el desierto, por una tierra inhabitable y sin senda alguna, por un país árido e imagen de la muerte, por una tierra que no pisó nunca ningún mortal, ni habitó humano viviente?
Yo os introduje después en un país fertilísimo para que comieseis sus frutos, y gozaseis sus delicias; y vosotros así que hubisteis entrado, profanasteis mi tierra; e hicisteis de mi heredad un objeto de abominación.
Los sacerdotes no dijeron tampoco: ¿En dónde está el Señor? Los depositarios de la ley me desconocieron, y prevaricaron contra mis preceptos los mismos pastores o cabezas de mi pueblo; y los profetas profetizaron invocando el nombre de Baal, y se fueron en pos de los ídolos.
Por tanto, yo entraré en juicio contra vosotros, dice el Señor, y sostendré la justicia de mi causa contra vuestros hijos.
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Navegad a las islas de Cetim, e informaos; enviad a Cedar y examinad con toda atención lo que allí pasa, y notad si ha sucedido cosa semejante.
Ved si alguna de aquellas naciones cambió sus dioses; aunque verdaderamente ellos no son dioses: pero mi pueblo ha trocado la gloria suya por un ídolo infame.
Pasmaos, cielos, a vista de esto; y vosotras, ¡oh puertas celestiales!, horrorizaos con extremo sobre este hecho, dice el Señor.
Porque dos maldades ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, que soy fuente de agua viva, y han ido a fabricarse aljibes, aljibes rotos, que no pueden retener las aguas.
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¿Es acaso Israel algún esclavo, o hijo de esclava? ¿Pues por qué ha sido entregado en presa de los enemigos?
Rugieron contra él los leones, y dieron bramidos; su país lo redujeron a un páramo, quemadas han sido sus ciudades, y no hay una sola persona que habite en ellas.
Los hijos de Memfis y de Tafnis te han cubierto de oprobio e infamia hasta la coronilla de tu cabeza.
¿Y por ventura no te ha acaecido todo esto, porque abandonaste al Señor Dios tuyo, al tiempo que te guiaba en tu peregrinación?
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Y ahora, ¿qué es lo que pretendes tú con andar hacia Egipto, y con ir a beber el agua turbia del Nilo? ¿O qué tienes tú que ver con el camino de Asiria, ni para qué ir a beber el agua de su río Eufrates?
Tu malicia, ¡oh pueblo ingrato!, te condenará, y gritará contra ti tu apostasía. Reconoce, pues, y advierte ahora cuán mala y amarga cosa es haber tú abandonado el Señor Dios tuyo, y no haberme temido a mí, dice el Señor Dios de los ejércitos.
Ya desde tiempo antiguo quebraste mi yugo, rompiste mis coyundas, y dijiste: No quiero servir al Señor. En efecto, en todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso te has prostituido cual mujer disoluta.
Yo en verdad te planté cual viña escogida de sarmientos de buena calidad; ¿pues cómo has degenerado, convirtiéndote en viña bastarda?
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Por más que laves con nitro, y hagas continuo uso de la hierba borit, a mis ojos quedarás siempre sórdida por causa de tu iniquidad, dice el Señor Dios.
¿Y con qué cara dices tú: Yo no estoy contaminada; no he ido en pos de los baales o ídolos? Mira tu conducta allá en aquel valle: Reconoce lo que has hecho, dromedaria desatinada que vas girando por los caminos.
Cual asna silvestre, acostumbrada al desierto, que en el ardor de su apetito va buscando con su olfato aquello que desea; nadie podrá detenerla; todos los que andan buscándola, no tienen que cansarse, la encontrarán con las señales de su inmundicia.
Guarda tu pie de la desnudez, y tu garganta de la sed. Mas tú has dicho: Desesperada estoy; por ningún caso lo haré, porque amé los dioses extraños, y tras ellos andaré.
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Como queda confuso un ladrón cuando es cogido en el hurto; así quedarán confusos los hijos de Israel, ellos y sus reyes, los príncipes y sacerdotes y sus profetas.
Los cuales dicen a un leño: Tú eres mi padre; y a una piedra: Tú me has dado el ser. Me volvieron las espaldas, y no el rostro; y al tiempo de su angustia entonces dirán: Ven luego, Señor, y sálvanos.
¿Dónde están, les responderé yo, aquellos dioses tuyos, que tú te hiciste? Acudan ellos y líbrenme en el tiempo de tu aflicción, ya que eran tantos tus dioses, ¡oh Judá!, como tus ciudades.
¿Para qué queréis entrar conmigo en juicio, a fin de excusaros? Todos vosotros me habéis abandonado, dice el Señor.
En vano castigué a vuestros hijos; ellos no hicieron caso de la corrección; antes bien vuestra espada acabó con vuestros profetas; como león destrozador,
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así es vuestra raza perversa. Mirad lo que dice el Señor: ¿Por ventura he sido yo para Israel algún desierto o tierra sombría que tarda en fructificar? Pues ¿por qué motivo me ha dicho mi pueblo: Nosotros nos retiramos, no volveremos jamás a ti?
¿Podrá acaso una doncella olvidarse de sus atavíos, o una novia de la faja que adorna su pecho? Pues ello es que el pueblo mío se ha olvidado de mí innumerables días.
¿Cómo intentas tú demostrar ser recto tu proceder para ganarte mi amistad, cuando aun has enseñado a otros tus malos pasos,
y en las faldas de tu vestido se ha hallado todavía la sangre de los pobrecitos e inocentes? No los hallé muertos dentro de escondrijos, sino en todos los lugares y parajes que acabo de decir.
Sin embargo, dijiste con descaro: Sin culpa estoy yo, e inocente; y por tanto aléjese de mí tu indignación. Pues mira, yo he de entrar contigo en juicio, porque has dicho: No he pecado.
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¡Oh, y cómo te has envilecido hasta lo sumo volviendo a tus malos pasos! Tú serás burlada de Egipto como lo fuiste ya de Asur.
Sí, volverás también de Egipto avergonzada, con tus manos sobre la cabeza; por cuanto el Señor ha frustrado enteramente la confianza tuya, y no tendrás allá prosperidad ninguna.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas