NTONCES sacó Samuel una redomita de óleo o bálsamo, y la derramó sobre la cabeza de Saúl, y lo besó, diciendo: He aquí que el Señor te ha ungido para príncipe sobre su herencia y tú librarás a su pueblo de las manos de sus enemigos que la rodean. Esta señal tendrás de que Dios te ha ungido para príncipe:
Cuando hoy te hayas separado de mí encontrarás dos hombres junto al sepulcro de Raquel, en la frontera de Benjamín, hacia la parte meridional, que te dirán: Se han hallado ya las burras que fuiste a buscar; y no pensando ya tu padre en ellas, está inquieto por causa de vosotros, y dice: ¿Qué le habrá sucedido a mi hijo?;
y luego que partas de allí, y pases más adelante, llegando a la encina del Tabor, encontrarás tres hombres, que irán a adorar a Dios en Betel, uno que llevará tres cabritos, otro tres hogazas de pan, y el tercero una bota de vino;
y habiéndote saludado te darán dos panes, que tú recibirás de su mano.
Después que llegues al collado de Dios, donde está el presidio de los filisteos, y entres en la ciudad, encontrarás una compañía o coro de profetas, que bajan del lugar excelso, precedidos de salterio, tambor, y flauta, y cítara y ellos profetizando.
Y te arrebatará el espíritu del Señor, y profetizarás con ellos, y quedarás mudado en otro hombre.
Cuando vieres, pues, cumplidas todas estas señales, haz osadamente cuanto te ocurra deber hacer, porque contigo está el Señor.
Después descenderás antes que yo a Gálgala (donde iré yo a encontrarte), para ofrecer holocaustos y sacrificar víctimas pacíficas al Señor. Me aguardarás siete días, hasta tanto que yo llegue, y te declararé lo que debes hacer.
•
Así que Saúl volvió las espaldas, y se separó de Samuel, le mudó Dios el corazón en otro, y le sucedieron aquel día todas estas señales.
En efecto, llegados al collado arriba dicho, he aquí que se encuentra con un coro de profetas; y arrebatado del espíritu del Señor se puso a profetizar o cantar en medio de ellos.
Y viendo los que le habían conocido poco antes, como estaba con los profetas y profetizando, se dijeron unos a otros: ¿Qué es esto que ha sucedido al hijo de Cis? Pues, ¿también Saúl es uno de los profetas?
Sobre lo cual respondieron algunos: Y ¿quién es el padre de estos otros profetas? Por donde pasó a proverbio: Pues, ¿también Saúl es uno de los profetas?
Y cesó Saúl de profetizar, y se fue al lugar alto, a Gabaa, su patria.
Y un tío suyo le dijo a él y a su criado: ¿A dónde habéis ido? Le respondieron: A buscar las burras; y no habiéndolas encontrado; nos dirigimos a Samuel.
Le dijo su tío: Cuéntame lo que te ha dicho Samuel.
Le respondió Saúl: Nos hizo saber que habían aparecido las burras. Mas no le descubrió nada de lo que Samuel le había dicho acerca del reino.
•
Después de esto convocó Samuel al pueblo delante del Señor, en Masfa.
Y dijo a los hijos de Israel: Esto dice el Señor Dios de Israel: Yo saqué a Israel de Egipto, y os libré de las manos de todos los reyes que os oprimían.
Mas vosotros en el día habéis desechado a vuestro Dios, solo el cual os ha salvado de todos los males y tribulaciones, y habéis dicho: No más así, establécenos un rey que nos gobierne. Ahora, pues, presentaos delante del Señor por orden de vuestras tribus y familias.
Y sorteó Samuel todas las tribus de Israel, y cayó la suerte sobre la tribu de Benjamín.
Sorteó después las familias de la tribu de Benjamín, y tocó la suerte a la familia de Metri, y finalmente a Saúl, hijo de Cis. Lo buscaron luego, mas no pudieron encontrarlo.
Con esto consultaron al Señor para saber si comparecería allí Saúl. A lo que respondió el Señor: A estas horas está escondido en su casa.
Fueron, pues, corriendo, y lo trajeron de allí; y así que estuvo en medio del pueblo, se vio que era más alto que todos los demás todo lo que va de hombros arriba.
Dijo entonces Samuel a todo el pueblo: Ya véis a quien ha elegido el Señor, y que no hay en todo el pueblo uno semejante a él. Y gritó todo el pueblo, diciendo: ¡Viva el rey!
•
En seguida expuso Samuel al pueblo la ley de la monarquía, y la escribió en un libro, que depositó en el Tabernáculo delante del Señor; después de lo cual despidió Samuel a todo el pueblo, cada cual a su casa.
También Saúl se fue a su casa, en Gabaa; siguiéndole parte del ejército, aquellos cuyos corazones había movido el Señor.
Al contrario los hijos de Belial, o los desobedientes al Señor, dijeron: ¿Por ventura podrá éste salvarnos? Y le despreciaron, y no le ofrecieron los donativos acostumbrados; mas él disimuló, haciendo como que no lo entendía.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
Comentario
Referencia
Ilustración
Atlas