ENIENDO, pues, carísimos hermanos míos, tales promesas, purifiquémonos de cuanto mancha la carne y el espíritu, perfeccionando nuestra santificación con el temor de Dios.
Dadnos cabida en vuestro corazón. Nosotros a nadie hemos injuriado, a nadie hemos pervertido, a nadie hemos engañado, sonsacándole los bienes.
No lo digo por tacharos a vosotros; porque ya os dije antes de ahora que os tenemos en el corazón, y estamos prontos a morir, o a vivir en vuestra compañía.
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Grande es la confianza que de vosotros tengo, muchos los motivos de gloriarme en vosotros; y así estoy inundado de consuelo, reboso de gozo en medio de todas mis tribulaciones.
Pues así que hubimos llegado a Macedonia, no he tenido sosiego ninguno según la carne, sino que he sufrido toda suerte de tribulaciones: combates por de fuera, por dentro temores,
Pero Dios que consuela a los humildes, nos ha consolado con la venida de Tito;
no sólo con su venida, sino también con la consolación que él ha recibido de vosotros, cuyo gran deseo de verme, y el llanto por el escándalo del incestuoso, y la ardiente afición que me tenéis, él me ha referido, de suerte que se ha aumentado mucho mi gozo.
Por lo que si bien os entristecí con mi carta, no me pesa; y si hubiese estado pesaroso en vista de que aquella carta os entristeció por un poco de tiempo,
ahora me alegro, no de la tristeza que tuvisteis, sino de que vuestra tristeza os ha conducido a la penitencia. De modo que la tristeza que habéis tenido ha sido según Dios; y así ningún daño os hemos causado.
Puesto que la tristeza que es según Dios, produce una penitencia constante para la salud, cuando la tristeza del siglo causa la muerte.
Y si no, ved lo que ha producido en vosotros esa tristeza según Dios, que habéis sentido, ¿qué solicitud, qué cuidado en justificaros, qué indignación contra el incestuoso, qué temor, qué deseo de remediar el mal, qué celo, qué ardor para castigar el delito? Vosotros habéis hecho ver en toda vuestra conducta que estáis inocentes en este negocio.
Así, pues, aunque os escribí aquella carta, no fue por causa del que hizo la injuria, ni por el que la padeció, sino para manifestar el cuidado que tenemos de vosotros
delante de Dios: por eso ahora nos hemos consolado. Mas en esta consolación nuestra, sobre todo nos ha llenado de gozo el contento de Tito, viendo que todos vosotros habéis contribuido a recrear su espíritu;
y que si yo le di a él algunas muestras del concepto ventajoso que tengo de vosotros, no he quedado desmentido; sino que así como en todas las cosas os hemos dicho la verdad, así también se ha visto ser la pura verdad el testimonio ventajoso que de vosotros dimos a Tito;
y así es que se aumenta el entrañable amor que os tiene, cada vez que se acuerda de la obediencia de todos vosotros y del respetuoso temor y filial reverencia con que le recibisteis.
Me alegro, pues, de la confianza que os merezco en todas las cosas.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas