OR lo cual teniendo nosotros este ministerio de predicar la nueva ley, en virtud de la misericordia que hemos alcanzado de Dios, no decaemos de ánimo;
antes bien desechamos lejos de nosotros las ocultas infamias o disimulos vergonzosos de los falsos hermanos, no procediendo con artificio, ni alterando la palabra de Dios, sino alegando únicamente en abono nuestro para con todos aquellos que juzguen de nosotros según su conciencia, la sinceridad con que predicamos la verdad delante de Dios.
Que si todavía nuestra buena nueva está encubierto, es solamente para los que se pierden para quienes está encubierta;
para esos incrédulos cuyos entendimientos ha cegado el Dios de este siglo, para que no les alumbre la luz de la buena nueva de la gloria de Cristo , el cual es la imagen de Dios.
Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo, Señor nuestro, haciéndonos siervos vuestros por amor de Jesús .
Porque Dios, que dijo que la luz saliese o brillase de en medio de las tinieblas, él mismo ha hecho brillar su claridad en nuestros corazones, a fin de que nosotros podamos iluminar a los demás por medio del conocimiento de la gloria de Dios, según que ella resplandece en Jesucristo.
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Mas este tesoro lo llevamos en vasos de barro, frágil y quebradizo; para que se reconozca que la grandeza del poder que se ve en nosotros es de Dios y no nuestra.
Nos vemos acosados de toda suerte de tribulaciones, pero no por eso perdemos el ánimo; nos hallamos en grandes apuros, mas no desesperados, o sin recursos;
somos perseguidos, mas no abandonados; abatidos, mas no enteramente perdidos.
Traemos siempre representada en nuestro cuerpo por todas partes la mortificación de Jesús , a fin de que la vida de Jesús se manifieste también en nuestros cuerpos.
Porque nosotros, bien que vivimos, somos continuamente entregados en manos de la muerte por amor de Jesús ; para que la vida de Jesús se manifieste así mismo en nuestra carne mortal.
Así es que la muerte imprime sus efectos en nosotros, mas en vosotros resplandece la vida.
Pero teniendo un mismo espíritu de fe que David, quien según está escrito decía: Creí, por eso hablé con confianza, nosotros también creemos, y por eso hablamos,
estando ciertos de que quien resucitó a Jesús , nos resucitará también a nosotros con Jesús , y nos colocará con vosotros en su gloria.
Pues todas las cosas que pasan en nosotros se hacen por causa de vosotros, a fin de que la gracia esparcida con abundancia, sirva a aumentar la gloria de Dios por medio de las acciones de gracias que le tributarán muchos.
Por lo cual no desmayamos; antes aunque en nosotros el hombre exterior o el cuerpo se vaya desmoronando, el interior o el espíritu se va renovando de día en día.
Porque las aflicciones tan breves y tan ligeras de la vida presente nos producen el eterno peso de una sublime e incomparable gloria,
y así no ponemos nosotros la mira en las cosas visibles, sino en las invisibles. Porque las que se ven, son transitorias; mas las que no se ven, son eternas.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas