Concordancia

Sagrada Biblia (Torres Amat)

mano

I Rey 17:40 y cogiendo el cayado que llevaba siempre en la mano, escogió del torrente cinco guijarros bien lisos; se los metió en el zurrón de pastor que traía consigo, tomó la honda en su mano, y se fue en busca del filisteo.
I Rey 17:40 y cogiendo el cayado que llevaba siempre en la mano, escogió del torrente cinco guijarros bien lisos; se los metió en el zurrón de pastor que traía consigo, tomó la honda en su mano, y se fue en busca del filisteo.
I Rey 17:49 y metiendo su mano en el zurrón, sacó una piedra que disparó con la honda, e hirió al filisteo en la frente, en la cual le quedó clavada; y cayó el filisteo en tierra sobre su rostro.
I Rey 17:50 Así venció David al filisteo con una honda y una piedra, y herido que lo hubo, lo mató. Y no teniendo David a mano, ninguna espada,
I Rey 17:57 Y cuando David volvió, después de haber muerto al filisteo, le tomó Abner y le presentó a Saúl, llevando David la cabeza del filisteo en la mano.
I Rey 18:10 Otro día sucedió que el espíritu malo, permitiéndolo Dios, volvió a apoderarse de Saúl, que andaba por su palacio hablando como un frenético. David tañía el arpa delante de él, como los demás días. Y teniendo Saúl a mano una lanza,
I Rey 19:9 Mas el espíritu malo, permitiéndolo el Señor, asaltó otra vez a Saúl. Estaba éste sentado en su palacio, y tenía una lanza en la mano; y mientras David tañía el arpa delante de él,
I Rey 21:4 Ahora, pues, si tienes a mano aunque no sea más que cinco panes, dámelos, o cualquier cosa que hallares pues tenemos gran necesidad.
I Rey 21:5 A lo que respondió el sacerdote, diciéndole: No tengo a mano panes de legos o comunes, sino solamente el pan santo. Con todo, te lo daré, si es que tus criados están limpios, sobre todo en cuanto a mujeres.
I Rey 21:9 Dijo todavía David a Aquimelec: ¿Tienes aquí a mano alguna lanza o espada? pues no he traído conmigo mi espada ni mis armas; porque urgía la orden del rey.
I Rey 22:7 Y supo Saúl que David y la gente que tenía, se habían dejado ver. Estando, pues, Saúl en Gabaa, y hallándose un día en un bosque cerca de Ramá, teniendo en su mano la lanza, y rodeado de todos sus criados,
I Rey 23:20 Mas los zifeos fueron a encontrar a Saúl en Gabaa, y le dijeron: ¿No sabes que David está escondido entre nosotros en los parajes más fuertes del bosque, hacia el cerro de Haquila, que cae a mano derecha del desierto.
I Rey 24:6 y dijo a sus compañeros: No permita el Señor que jamás haga yo tal cosa contra mi señor, contra el ungido del Señor, de extender mi mano contra él, siendo como es el ungido del Señor.
I Rey 24:10 Hoy ves con tus mismos ojos que el Señor te ha puesto en mis manos en la cueva; me asaltó o me propusieron el pensamiento de matarte; pero me he abstenido de hacerlo, porque dije entre mí: No levantaré yo mi mano contra mi señor; por cuanto es el ungido del Señor.
I Rey 24:11 Observa, pues, ¡oh padre mío!, y reconoce si es la orla de tu clámide o manto la que tengo en mi mano, y cómo al cortar la extremidad de tu vestido no he querido extender mi mano contra ti. Considera ahora tú mismo, y persuádete de que no soy culpable en nada, ni de injusticia, ni de pecado contra ti; tú, por el contrario, andas poniendo asechanzas a mi vida para quitármela.
I Rey 24:11 Observa, pues, ¡oh padre mío!, y reconoce si es la orla de tu clámide o manto la que tengo en mi mano, y cómo al cortar la extremidad de tu vestido no he querido extender mi mano contra ti. Considera ahora tú mismo, y persuádete de que no soy culpable en nada, ni de injusticia, ni de pecado contra ti; tú, por el contrario, andas poniendo asechanzas a mi vida para quitármela.
I Rey 24:12 Juzgue el Señor entre mí y entre ti, y hágame él justicia respecto de ti; pero yo jamás pondré la mano sobre ti.
I Rey 24:13 De impíos es hacer acciones impías, según dice el antiguo proverbio; y así Dios me libre de extender mi mano contra ti.
I Rey 25:26 Ahora pues, mi señor, vive Dios, y vive tu alma, que el Señor es quien te ha estorbado, haciéndome salir a mí, el derramar sangre, y te ha detenido la mano. Que sean desde luego tan débiles como Nabal tus enemigos, y cuantos maquinan contra mi señor.
I Rey 25:33 Bendita seas tú que me has estorbado hoy en ir a derramar sangre, y a tomarme la venganza por mi mano.
I Rey 25:35 En fin, recibió David de su mano todo lo que había traído, y le dijo: Vuélvete en paz a tu casa; ya ves que he hecho lo que me has pedido, y que lo he hecho por consideración a ti.
I Rey 26:9 Mas David dijo a Abisai: De ningún modo lo mates; porque, ¿quién podrá alzar, sin pecado, su mano contra el ungido del Señor?
I Rey 26:11 líbreme Dios de levantar mi mano contra el ungido del Señor. Ahora, pues, toma la lanza que tiene a su cabecera, y el jarro del agua, y vámonos.
I Rey 26:23 Por lo demás el Señor remunerará a cada cual conforme a su justicia y fidelidad. El te había entregado hoy en mi poder, y no he querido levantar mi mano contra el ungido del Señor.
II Rey 1:14 Le replicó David: Pues, ¿cómo has osado levantar tu mano para matar a un ungido del Señor?
II Rey 3:18 Reconocedle, pues, ahora por tal, ya que el Señor ha hablado y ha dicho de David: Por mano de mi siervo David salvaré a mi pueblo de Israel del poder de los filisteos y de todos sus enemigos.
II Rey 4:6 Con esto Recab y Baana, su hermano, entraron sin ser vistos en la casa, tomando en la mano unas espigas de trigo e hirieron a Isboset en la ingle, y se escaparon.
II Rey 6:6 Mas así que llegaron a la era de Nacón, extendió Oza la mano hacia el arca de Dios, y la sostuvo, porque los bueyes coceaban y la habían hecho inclinar.
II Rey 8:1 Después de esto derrotó David a los filisteos, y los humilló, y les arrancó de la mano el freno del tributo.
II Rey 11:14 Llegada que fue la mañana, escribió David una carta a Joab, y se la remitió por mano de Urías.
II Rey 12:7 Dijo entonces Natán a David: Ese hombre eres tú. Esto es lo que dice el Señor Dios de Israel: Yo te ungí rey de Israel, y te libré de la mano de Saúl.
II Rey 13:6 Se puso, pues, Amnón en cama, y empezó a fingirse enfermo; y habiendo venido el rey a visitarlo, le dijo Amnón: Te ruego que venga a verme mi hermana Tamar, y que a presencia mía me haga un par de hojuelas, que coma yo de su mano.
II Rey 13:10 dijo Amnón a Tamar: Entra la comida en mi aposento, para que la reciba yo de tu mano. Cogió, pues, Tamar los pastelillos que había aderezado, y se los entró a su hermano Amnón en su aposento.
II Rey 15:5 Además, cuando alguno se acercaba para hacerle reverencia, le alargaba la mano, y dándole un abrazo lo besaba.
II Rey 18:12 Pero él replicó a Joab: Aunque pusieras en mi mano mil monedas de plata, no extendería yo mi mano contra el hijo del rey; pues que, oyéndolo nosotros, te mandó el rey a ti, y a Abisai, y a Etai diciendo: Conservadme a mi hijo Absalón.
II Rey 18:12 Pero él replicó a Joab: Aunque pusieras en mi mano mil monedas de plata, no extendería yo mi mano contra el hijo del rey; pues que, oyéndolo nosotros, te mandó el rey a ti, y a Abisai, y a Etai diciendo: Conservadme a mi hijo Absalón.
II Rey 18:14 Dijo Joab: No será lo que dices; yo mismo lo he de atravesar a tu vista. Cogió, pues, tres dardos o rejones en su mano, y los clavó en el corazón de Absalón; y como todavía palpitase colgado de la encina,
II Rey 18:18 Absalón, cuando aún vivía, se había erigido un monumento que se conserva en el Valle del Rey, porque decía: Ya que no tengo hijos, esto servirá para memoria de mi nombre. Dio, pues, su nombre a este monumento, el cual se llama aún hasta hoy día: La mano de Absalón.
II Rey 20:9 Dijo, pues, Joab a Amasa: Dios te guarde, hermano mío; y con la mano derecha asió la barbilla de Amasa en ademán de besarle.
II Rey 21:20 La cuarta guerra fue en Get, donde se presentó un hombre de estatura descomunal, que tenía seis dedos en cada mano y en cada pie, esto es, veinticuatro dedos, y era de la raza gigantesca de Arafa.
II Rey 22:17 Extendió su mano desde el cielo, y me cogió; y de entre olas inmensas me sacó a salvo.
II Rey 23:6 Mas los transgresores de la ley serán desarraigados todos como espinas a las cuales nadie toca con la mano,
II Rey 23:10 y huyendo los israelitas, Eleazar se mantuvo firme, y estuvo hiriendo a los filisteos hasta que, cansado su brazo, se quedó yerto con la espada en la mano. El Señor concedió aquel día una gran victoria. Y la tropa que había huido, volvió para recoger los despojos de los muertos.
II Rey 23:21 Este mismo quitó la vida a un egipcio, varón de prodigiosa estatura, que tenía una lanza en la mano. Yendo, pues, contra él, con un palo, le arrancó a viva fuerza la lanza de la mano, y lo mató con ella.
II Rey 23:21 Este mismo quitó la vida a un egipcio, varón de prodigiosa estatura, que tenía una lanza en la mano. Yendo, pues, contra él, con un palo, le arrancó a viva fuerza la lanza de la mano, y lo mató con ella.
II Rey 24:16 Y habiendo extendido el ángel del Señor su mano sobre Jerusalén para desolarla, el Señor se apiadó de su angustia, y dijo al ángel del Señor junto a la era de Areúna, jebuseo.
II Rey 24:17 Y dijo David al Señor, así que vio que el ángel castigaba al pueblo: Yo soy el que he pecado; yo el que tengo la culpa. ¿Qué han hecho éstos, que son unas ovejas? ¡Oh Señor!, te ruego que descargues tu mano sobre mí y sobre la casa de mi padre.
III Rey 7:39 Y colocó diez basas, cinco a la mano derecha del templo, y cinco a la izquierda; y la gran concha o mar a la derecha del templo entre oriente y mediodía.
III Rey 8:41 Asimismo cuando el extranjero, que no pertenece a tu pueblo de Israel, viniere de lejanas tierras por amor de tu Nombre (puesto que se esparcirá por todas partes la fama de tu gran Nombre y de tu poderosa mano,
III Rey 12:15 Y no quiso el rey condescender con el pueblo; por cuanto el Señor lo había dejado de su mano, en cumplimiento de su palabra que por boca de Ahías, silonita, dirigió a Jeroboam, hijo de Nabat.