Gen 3:4
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Dijo entonces la serpiente a la mujer: ¡Oh! ciertamente que no moriréis.
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Gen 14:19
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le dio su bendición, diciendo: ¡Oh Abram!, bendito eres del Dios excelso, que creó el cielo y la tierra:
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Gen 15:2
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A que respondió Abram: ¡Oh Señor Dios!, y ¿qué es lo que me has de dar? Yo me voy de este mundo sin hijos; y así habrá de heredarme el hijo del mayordomo de mi casa, ese Eliezer de Damasco.
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Gen 15:8
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Pero Abram repuso: ¡Oh Señor Dios!, ¿por dónde he de conocer que yo debo poseerla?
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Gen 16:13
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Y ella invocó así el nombre del Señor que le hablaba: ¡Oh Dios!, tú eres el que me has mirado en la aflicción. Porque es cierto, añadió, que he visto yo aquí las espaldas del Señor Dios que me ha mirado benignamente.
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Gen 30:11
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dijo Lía: ¡Oh, qué ventura!, y por eso le puso por nombre Gad.
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Gen 32:9
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Dijo después Jacob : ¡Oh Dios de mi padre Abrahán, y Dios de mi padre Isaac!, ¡tú, Señor, que me dijiste: Vuélvete a tu tierra, y al lugar de tu nacimiento , que yo te colmaré de beneficios!
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Gen 49:8
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¡Oh Judá! A ti te alabarán tus hermanos; tu mano pondrá bajo el yugo a tus enemigos; adorarte han los hijos de tu padre.
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Gen 49:25
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¡Oh hijo mío! El Dios de tu padre será tu auxiliador, y el Omnipotente te llenará de bendiciones de lo alto del cielo, de bendiciones de los manantiales de aguas abundantes de acá abajo, de bendiciones de leche y de fecundidad.
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Lev 18:7
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¡Oh mujer!, no te unirás en matrimonio con tu padre; ni tú, ¡oh varón!, con tu madre; es madre tuya: no descubrirás nada en ella contra el pudor.
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Núm 11:4
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Porque sucedió que la gente allegadiza que había venido con ellos de Egipto, tuvo un ardiente deseo de comer carne, y poniéndose a llorar, uniéndosele también los hijos de Israel, dijeron: ¡Oh! ¡Quién nos diera carnes para comer!
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Núm 12:13
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Clamó entonces Moisés al Señor, diciendo: ¡Oh Dios!, vuélvele, te ruego, la salud.
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Núm 16:7
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y mañana, echado el fuego, poned sobre él incienso, delante del Señor; y al que escogiere ése será santo: ¡Oh hijos de Leví!, mucho os engreís.
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Núm 16:22
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Aquí Moisés y Aarón se postraron sobre su rostro, y dijeron: ¡Oh fortísimo Dios de los espíritus de todos los hombres! ¿es posible que por el pecado de uno se ha de ensañar tu ira contra todos?
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Núm 20:6
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Con esto Moisés y Aarón, separándose de la gente, y entrando en el Tabernáculo de la alianza, se postraron contra el suelo y clamaron al Señor, y dijeron: ¡Oh Señor, nuestro Dios! escucha los clamores de este pueblo, y ábreles tu tesoro, una fuente de agua viva, a fin de que, apagada su sed, cesen de murmurar. En esto apareció la gloria del Señor sobre ellos.
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Núm 24:5
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¡Oh cuán bellos son tus Tabernáculos, Jacob , y tus pabellones, oh Israel!
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Jos 7:13
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Levántate, pues, santifica al pueblo, y diles: Santificaos para mañana. Porque esto dice el Señor Dios de Israel: ¡Oh, Israel!, el anatema o hurto sacrílego, está en medio de ti; no podrás contrarrestar a tus enemigos, hasta que sea exterminado de en medio de ti el que se ha contaminado con este sacrilegio.
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Juec 5:1
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¡Oh varones de Israel!, vosotros que voluntariamente habéis expuesto vuestras vidas, bendecid al Señor.
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Juec 5:3
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¡Oh Señor!, cuando saliste de Seir, y pasaste por las regiones de Edón, se estremeció la tierra, y los cielos y las nubes se disolvieron en aguas.
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Juec 16:28
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Pero él invocando al Señor dijo: ¡Oh Señor Dios! acuérdate de mí: y restitúyeme ahora, ¡oh Dios mío!, mi anterior fuerza para vengarme de mis enemigos, y hacerles pagar de una sola vez el haberme privado de mis dos ojos.
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I Rey 14:41
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Dijo entonces Saúl al Señor Dios de Israel: Oh Señor Dios de Israel, danos a entender, ¿por qué causa no has hoy respondido a tu siervo? Si la culpa está en mí o en Jonatás, mi hijo, decláralo; pero si tu pueblo es el culpado, manifiesta tu santidad. Y cayó la suerte sobre Jonatás y Saúl, quedando libre el pueblo.
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I Rey 17:58
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Y le dijo Saúl: Oh joven, ¿de qué familia eres? Y respondió David: Soy el hijo de vuestro siervo Isaí, natural de Betlehem.
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II Rey 1:26
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¡Oh, hermano mío Jonatás!, gallardo sobremanera, y digno de ser amado más que la más amable doncella, yo lloro por ti. Del modo que una madre ama a un hijo único que tiene, así te amaba yo.
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II Rey 14:4
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Así, pues, presentándose la mujer de Tecua al rey, se postró en tierra delante de él, y haciéndole profunda reverencia le dijo: ¡Oh rey, sálvame!
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II Rey 14:22
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Aquí Joab, postrándose en tierra sobre su rostro, hizo una profunda reverencia al rey, le dio las gracias, y añadió: Oh rey y señor mío, hoy ha reconocido tu siervo que ha hallado gracia en tus ojos; pues que has otorgado la súplica que te he hecho.
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II Rey 15:4
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¡Oh, quién me constituyese juez o gobernador de esta tierra, para que viniesen a mí todos los que tienen negocios, y yo les hiciese justicia!
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II Rey 15:21
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Pero Etai le respondió: Vive Dios, y vive el rey mi señor, que doquiera que tú, ¡Oh rey mi señor mío!, estuvieres, o para morir o para vivir, allí estará tu siervo.
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II Rey 15:27
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Y añadió el rey al sumo sacerdote Sadoc: Oh vidente, vuélvete en paz a la ciudad con tu hijo Aquímaas y con Jonatás, hijo de Abiatar; estén con vosotros esos dos hijos vuestros.
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II Rey 15:31
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Y recibió aviso David de que Aquitofel entraba también en la conjuración de Absalón. Oh Señor, exclamó entonces, desconcierta, te ruego, los consejos de Aquitofel.
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II Rey 18:33
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Entonces el rey, lleno de tristeza, subió a la torre o cuarto que estaba sobre la puerta, y se echó a llorar, diciendo mientras subía: ¡Hijo mío Absalón! ¡Absalón, hijo mío! ¡Quién me diera, Absalón hijo mío, que yo muriera por ti! ¡Oh hijo mío Absalón!
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II Rey 24:17
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Y dijo David al Señor, así que vio que el ángel castigaba al pueblo: Yo soy el que he pecado; yo el que tengo la culpa. ¿Qué han hecho éstos, que son unas ovejas? ¡Oh Señor!, te ruego que descargues tu mano sobre mí y sobre la casa de mi padre.
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III Rey 1:24
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y le dijo: ¡Oh rey y señor mío!, ¿has dicho tú acaso: Reine después de mí Adonías y sea él el que ocupe mi trono?
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III Rey 8:23
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dijo: ¡Oh Señor Dios de Israel!, no hay Dios semejante a ti, ni arriba en el cielo, ni acá abajo en la tierra; tú guardas el pacto y usas misericordia con tus siervos, que andan en tu presencia con todo su corazón.
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III Rey 17:20
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Y clamó al Señor diciendo: ¡Oh Señor Dios mío!, ¿aun a esta viuda, que me sustenta del modo que puede, la has afligido, quitando la vida a su hijo?
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III Rey 18:36
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Siendo ya el tiempo de ofrecer el holocausto, se acercó el profeta Elías, y dijo: Oh Señor Dios de Abrahán, y de Isaac, y de Israel, muestra hoy que tú eres el Dios de Israel, y que yo soy tu siervo, y que por tu mandato he hecho todas estas cosas.
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III Rey 22:8
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Le respondió el rey de Israel: Uno ha quedado, por cuyo medio podemos consultar al Señor; mas yo lo aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino mala: ése es Miqueas, hijo de Jemla. Replicó Josafat: Oh rey, no hables de esa manera.
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I Par 4:10
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Este Jabes invocó al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me llenases de bendiciones! ¡Si dilatases mis tierras, y tu mano me protegiese, y me librases de todo mal! Y le otorgó Dios lo que pidió.
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I Par 11:17
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Le vino entonces a David un deseo, y dijo: ¡Oh, quién me diera agua de la cisterna que está junto a la puerta de Betlehem!
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I Par 17:19
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Oh Señor, por amor de tu siervo has obrado según tu beneplácito, con toda esta magnificencia, y has querido manifestarle todas sus grandezas.
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I Par 29:16
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¡Oh Señor Dios nuestro!, toda esta abundancia de cosas preparada por nosotros para erigir una casa o templo a tu santo Nombre, de tu mano ha venido, y tuyas son todas las cosas.
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I Par 29:18
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¡Oh Señor Dios de Abrahán, de Isaac y de Israel nuestros padres!, conserva eternamente este afecto de su corazón, y dure para siempre esta devoción a tu culto.
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II Par 6:42
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¡Oh Señor Dios! no apartes tu rostro de este ungido tuyo; acuérdate de las misericordias o piedad de David, siervo tuyo.
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II Par 13:12
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Por tanto el caudillo de nuestro ejército es Dios, y sus sacerdotes los que tocan los clarines y dan la señal contra vosotros. Oh hijos de Israel, no queráis pelear contra el Señor Dios de vuestros padres, porque no os tiene cuenta.
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II Par 20:12
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¡Oh Dios nuestro! ¿y no castigarás tú esas gentes? En nosotros ciertamente no hay tanta fuerza que podamos resistir a esa multitud que nos acomete. Mas no sabiendo lo que debemos hacer, no nos queda otro recurso que volver a ti nuestros ojos.
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II Par 25:7
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Entonces vino a encontrarle un varón de Dios, y le dijo: Oh rey, no vaya contigo el ejército de Israel, porque el Señor no está con Israel, ni con ninguno de los hijos de Efraín.
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II Par 26:18
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y se opusieron al rey, y le dijeron: Oh Ozías, no te pertenece a ti el ofrecer incienso al Señor, sino a los sacerdotes, esto es, a los hijos de Aarón que han sido consagrados para este ministerio. Sal del santuario; no quieras despreciar nuestro consejo; porque no será esa acción gloriosa para ti delante del Señor, sino criminal.
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I Esd 9:6
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diciendo: Oh Dios mío, estoy lleno de confusión y me avergüenzo de levantar hacia ti mi rostro, porque nuestras maldades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han subido hasta el cielo
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II Esd 2:3
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y respondí al rey: Oh rey, sea tu vida eterna, ¿cómo no ha de estar melancólico mi semblante cuando la ciudad, lugar de los sepulcros de mis padres, está desierta, y consumidas sus puertas por las llamas?
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II Esd 4:4
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Oh Dios nuestro, oye cómo se mofan de nosotros; haz recaer sobre su cabeza estos escarnios, y que ellos sean el blanco de los desprecios allí donde sean llevados cautivos.
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Tob 3:23
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Oh Dios de Israel, bendito sea eternamente tu santo Nombre.
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