VOLVÍ todavía mi atención a otras cosas, y vi los actos de opresión que se cometen debajo del sol y las lágrimas de los inocentes, sin haber nadie que los consuele; y la imposibilidad en que se hallan de resistir a la violencia, estando como están destituidos de todo socorro. 2 Por lo que preferí el estado de los muertos al de los vivos; 3 y juzgué más feliz que unos y otros al hombre que todavía está por nacer, ni ha visto los males que se hacen debajo del sol.

4 Pasé también a contemplar todas las obras o destinos de los hombres; y advertí que sus habilidades están expuestas a la envidia del prójimo, y que así aun en esto hay vanidad y cuidados inútiles. 5 Por otro extremo, el necio está con las manos cruzadas y se consume a sí mismo, diciendo: 6 Más vale un puñadito de bienes con descanso que las dos manos llenas con trabajo y aflicción de espíritu.

7 Reflexionando hallé aún otra vanidad debajo del sol: 8 Un hombre solo que no tiene heredero, ni hijo ni hermano; y sin embargo no cesa de afanarse, ni se hartan de bienes sus ojos; ni le ocurre el preguntarse a sí mismo: ¿Yo para quién trabajo? ¿Y por qué me privo del uso de estos bienes? Vanidad es ésta también y aflicción grandísima del ánimo.

9 Mejor, es pues, vivir dos juntos que uno solo; porque es ventajoso el estar en compañía. 10 Si uno va a caer, el otro lo sostiene. Pero ¡ay del hombre que está solo!, pues si cae no tiene quién lo levante. 11 Si duermen dos juntos, se calentarán mutuamente y defenderán del frío; uno solo, ¿cómo se calentará? 12 Y si alguien acometiere contra uno de los dos, ambos le resisten y rechazan. Una cuerda de tres dobleces difícilmente se rompe.

13 Vale más un joven, aunque pobre, si es sabio, que un rey viejo y tonto, que no sabe dar providencia en adelante. 14 Porque algunas veces de la cárcel y de entre cadenas sale uno para reinar; y otro nacido en el trono acaba en miseria. 15 He visto yo a todos los hombres que viven debajo del sol acompañar al joven príncipe que ha de suceder al padre. 16 Infinito es el número de la gente que lo precedió, y llenó de aplausos; mas los que vendrán después, ya no estarán contentos con él. Conque también esto es vanidad y aflicción de espíritu.

17 Considera la santidad del lugar en que pones tus pies cuando entras en la Casa de Dios; y acércate con ánimo de obedecerle. Porque mucho mejor es la obediencia de los humildes que los sacrificios de los insensatos y obstinados pecadores; los cuales no saben ellos cuánto mal hacen.

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