ENÍAN los hijos de Rubén y de Gad muchos ganados y un inmenso caudal en bestias. Y habiendo visto que las tierras de Jazer y de Galaad eran propias para apacentar ganados,
vinieron a Moisés, y al sumo sacerdote Eleazar, y a los príncipes del pueblo, y dijeron:
Atarot, y Dibón, y Jazer, y Nemra, Hesebón y Eleale, y Sabán, y Nebo, y Beón,
tierras que el Señor ha sujetado a la dominación de los hijos de Israel, son un país feracísimo para pasto de ganados; y nosotros tus siervos los tenemos en muchísimo número.
Por tanto te suplicamos que, si hemos hallado gracia en tus ojos, nos le des a nosotros tus siervos en posesión, y no nos hagas pasar el Jordán.
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Les respondió Moisés: Pues que, ¿han de ir vuestros hermanos a la guerra, y vosotros habéis de quedaron aquí sentados?
¿Cómo es que desalentáis a los hijos de Israel, para que no osen pasar a la tierra que les ha de dar el Señor?
¿No es esto mismo lo que hicieron vuestros padres cuando los envié desde Cadesbarne a reconocer la tierra?
Después de haber llegado hasta el valle del racimo y recorrido todo el país, introdujeron el terror en el corazón de los hijos de Israel, para que no entraran en la tierra que les había señalado el Señor;
el cual irritado, juró diciendo:
No verán estos hombres, que salieron de Egipto de edad de veinte años arriba, la tierra que tengo prometida con juramento a Abrahán, a Isaac y a Jacob ; ya que no han querido seguirme,
si no es Caleb, hijo de Jefone el cenezeo, y Josué, hijo de Nun: los cuales han cumplido mi voluntad.
Y así es, que enojado el Señor contra Israel, lo ha traído girando por el desierto cuarenta años, hasta que se acabase toda aquella generación que pecó en la presencia del Señor.
Y de aquí, añadió Moisés, que habéis sucedido vosotros a vuestros padres, como hijos y retoños de hombres pecadores, a fin de atizar aún el furor del Señor contra Israel.
Pues si no queréis seguirle abandonará al pueblo en el desierto, y vosotros vendréis a ser la causa del exterminio de todos.
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A esto acercándose ellos más a Moisés le dijeron: Fabricaremos apriscos para las ovejas, y establos para los animales, y ciudades fuertes para guardar nuestros niños:
y después, nosotros mismos, armados y prontos a combatir, marcharemos a la guerra al frente de los hijos de Israel hasta introducirlos en sus destinos. Entretanto quedarán nuestros niños y todas nuestras haciendas en ciudades muradas por temor de las acechanzas de las gentes del país.
No volveremos a nuestras casas hasta que los hijos de Israel posean su herencia.
No pretenderemos cosa alguna de allende del Jordán, pues tenemos ya nuestra posesión en su ribera oriental.
Les respondió Moisés: Si estáis en hacer lo que prometéis, estad dispuestos para ir a la guerra delante del arca del Señor;
y todo varón de armas tomar, pase armado el Jordán, hasta que el Señor destruya a sus enemigos,
y se le sujete todo el país: entonces seréis inculpables para con el Señor y delante de Israel; y obtendréis las regiones que deseáis con el beneplácito del Señor.
Si no hacéis lo que decís, es indudable que pecaréis contra Dios; y tened entendido, que vuestro pecado recaerá sobre vosotros.
Edificad, pues, fortalezas para vuestros niños, y apriscos, y majadas para las ovejas y bestias, y cumplid lo prometido.
Y dijeron los hijos de Gad y Rubén a Moisés: Siervos tuyos somos, haremos lo que el Señor nuestro nos manda.
Dejaremos en las ciudades de Galaad nuestros niños y mujeres, y los ganados mayores y menores,
mientras nosotros tus siervos iremos todos bien dispuestos a la guerra, como tú, Señor, lo ordenas.
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En su consecuencia Moisés dio sus órdenes al sumo sacerdote Eleazar, y a Josué, hijo de Nun, y a las cabezas de las familias en cada tribu de Israel, y les dijo:
Si los hijos de Gad y los de Rubén pasaren todos el Jordán, y armados fueren con vosotros a combatir delante del Señor, dadles, después de conquistado el país, la tierra de Galaad en posesión.
Mas si no quisieran pasar armados con vosotros a la tierra de Canaán, oblígueseles a que fijen su habitación entre vosotros.
Y respondieron los hijos de Gad y de Rubén: Como ha ordenado el Señor a sus siervos, así lo haremos.
Guiados por el Señor, pasaremos armados a la tierra de Canaán, y confesamos públicamente haber ya recibido nuestra posesión en este lado del Jordán.
Con esto Moisés dio a los hijos de Gad, y a los de Rubén, y a la media tribu de Manasés, hijo de José, el reino de Sehón, rey amorreo, y el reino de Og, rey de Basán, y el territorio de ellos con sus ciudades al contorno.
Por tanto, los hijos de Gad reedificaron a Dibón, y Atarot, y Aroer,
y a Etrot, y Sofán, y Jazer, y Jegbaa,
y Betnemra, y Betarán, haciendo de ellas ciudades fuertes y apriscos para sus ganados.
Y los hijos de Rubén reedificaron a Hesebón, a Eleale y Cariataim,
y a Nabo, y Baalmeón, y Sabama, mudándoles los nombres y poniéndoselos nuevos a las ciudades que habían reedificado.
Los hijos de Maquir, hijo de Manasés, marcharon contra el país de Galaad, y lo asolaron matando a los amorreos sus habitantes.
Así Moisés dio una parte de la tierra de Galaad al linaje de Maquir, hijo de Manasés, el cual habitó en ella.
Y Jair, otro hijo o descendiente de Manasés, fue y ocupó muchas aldeas que llamó Havot-Jair, esto es, Villas de Jair.
Del mismo modo Nobe pasó también, y ocupó a Canat con sus aldehuelas, y de su nombhre la llamó Nobe.
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