LEGARON, pues, los hijos de Israel y todo aquel gentío al desierto de Tsin, al mes primero del año cuarenta de la salida de Egipto, e hizo el pueblo su mansión en Cades. Allí murió María, y fue sepultada en el mismo lugar.
Y faltando agua al pueblo, se mancomunaron contra Moisés y Aarón,
y amotinados dijeron: ¡Ojalá hubiésemos perecido allá entre nuestros hermanos delante del Señor!
¿Por qué habéis conducido al pueblo escogido del Señor al desierto, para que muramos nosotros y también nuestros ganados?
¿Por qué nos hicisteis salir de Egipto, y nos habéis traído a este miserable terreno, que no se puede sembrar, que ni da higos, ni vides, ni granadas, y ni aun agua tiene para beber?
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Con esto Moisés y Aarón, separándose de la gente, y entrando en el Tabernáculo de la alianza, se postraron contra el suelo y clamaron al Señor, y dijeron: ¡Oh Señor, nuestro Dios! escucha los clamores de este pueblo, y ábreles tu tesoro, una fuente de agua viva, a fin de que, apagada su sed, cesen de murmurar. En esto apareció la gloria del Señor sobre ellos.
Y habló el Señor a Moisés, diciendo:
Toma la vara, y congregad al pueblo, tú y tu hermano Aarón, y hablaréis a la peña en presencia de toda la gente, y la peña brotará aguas. Y sacado que hubieres agua de la peña, beberá todo el pueblo con sus ganados.
Tomó, pues, Moisés su vara, que se guardaba en la presencia del Señor, según él se lo mandó,
y congregada la multitud delante de la peña les dijo: Oíd, rebeldes y descreídos: ¿Por ventura podremos nosotros sacaros agua de esta peña?
Y habiendo alzado Moisés la mano, y herido dos veces con la vara aquella peña, salieron aguas copiosísimas; de manera que pudo beber el pueblo y los ganados.
Dijo entonces el Señor a Moisés y Aarón: Ya que no me habéis creído en orden a hacer conocer mi gloria a los hijos de Israel, no introduciréis vosotros este pueblo en la tierra que yo le daré.
Esta es el agua de contradicción, donde los hijos de Israel protestaron contra el Señor, el cual manifestó en ellos su gloria.
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Entretanto Moisés envió desde Cades embajadores al rey de Idumea, que le dijesen: Esta petición te hace tu hermano Israel: Sabes bien todos los trabajos que hemos padecido;
cómo nuestros padres bajaron a Egipto, y allí hemos habitado mucho tiempo, y los egipcios nos maltrataron a nosotros, y a nuestros padres;
y cómo clamamos al Señor, y nos oyó, y envió su ángel, el cual nos sacó de Egipto. Ahora hallándonos ya en la ciudad de Cades, situada en tus últimos confines,
te suplicamos nos permitas atravesar por tu tierra. No iremos por los campos, ni por las viñas, o beberemos agua de tus pozos, sino que marcharemos por el camino real, sin declinar a la derecha ni a la izquierda, hasta que estemos fuera de tus dominios.
A lo que respondió el idumeo: No pasarás por mi tierra; que si lo haces, saldré armado a tu encuentro.
Replicaron los hijos de Israel: Seguiremos siempre la carretera, y en caso de beber de tus aguas nosotros y nuestros ganados, pagaremos lo justo: no habrá dificultad alguna en el precio; sólo con que nos dejéis pasar a pie.
Mas él respondió: No pasaréis. Y luego les salió al encuentro con infinita gente y de mano armada.
Y no quiso otorgar lo que le rogaban, que les concediese paso por sus confines. Por cuya causa tiró Israel hacia otra parte.
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Movido, pues, de Cades el campo, llegaron al monte Hor, que está en los límites de la Idumea;
donde habló el Señor a Moisés, diciendo:
Vaya Aarón a incorporarse con su pueblo porque no ha de entrar en la tierra que tengo dada a los hijos de Israel; por haber sido incrédulo a mis palabras allá en las aguas de contradicción.
Toma contigo a Aarón y a su hijo con él, y los conducirás al monte Hor.
Y después de desnudar al padre de sus vestiduras, se las revestirás a su hijo Eleazar. Aarón morirá allí, y será reunido con sus padres.
Moisés hizo lo que le mandó el Señor, y subieron al monte Hor a vista de todo el pueblo.
Donde despojando a Aarón de sus vestiduras, revistió con ellas a Eleazar, su hijo. Muerto aquél sobre la cima del monte, descendió Moisés con Eleazar.
Y toda la multitud, así que oyó que Aarón había muerto, hizo duelo por él treinta días en todas sus familias.
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