UYE el impío sin que nadie lo persiga; mas el justo se mantiene a pie firme como el león, sin asustarse de nada.
Por los pecados de la tierra hay muchos príncipes en ella de corto reinado; pero será más larga la vida del príncipe, si es sabio, y adquiere la inteligencia de las cosas que aquí se enseñan.
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El hombre pobre que oprime a otros pobres para hacerse poderoso, es semejante a un recio aguacero que acarrea la carestía.
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Los que abandonan la ley de Dios, alaban al impío; pero los que la guardan se enardecen contra él.
Los malvados no se cuidan de lo que es justo; pero los que buscan al Señor, miran todas las cosas con atención.
Más apreciable es el pobre que procede con sencillez, que un rico que anda por caminos perversos.
El que guarda la ley, hijo sabio es; pero el que mantiene a glotones avergüenza a su padre.
Quien amontona riquezas con usuras e intereses injustos, las allega para el que ha de ser liberal con los pobres.
Quien cierra sus oídos para no escuchar la ley, execrada será de Dios su oración.
Aquel que seduce a los justos guiándolos por el mal camino, caerá en el mismo precipicio, y los inocentes poseerán sus bienes.
Se tiene por sabio el hombre rico; pero el pobre dotado de prudencia sabrá quitarle la máscara.
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En la exaltación o prosperidad de los justos está la mayor gloria de los estados; el reinado de los impíos es la ruina de los hombres.
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Quien encubre sus pecados no podrá ser dirigido; mas el que los confesare y se arrepintiere de ellos, alcanzará misericordia.
Bienaventurado el hombre que está siempre temeroso de ofender a Dios; pero el de corazón duro y descuidado se precipitará en la maldad.
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León rugiente y oso hambriento, es un príncipe impío que reina sobre un pueblo pobre.
Oprimirá a muchos con vejaciones el príncipe falto de prudencia; y así perecerá luego; mas el que aborrece la avaricia vivirá largos días.
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Al hombre que, valiéndose de calumnias, derrama la sangre de una persona, aunque huyendo llegare hasta el borde de un abismo, nadie acudirá a detenerlo.
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Quien procede con sencillez, será salvo; el que anda por caminos torcidos, al fin caerá.
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El que labra su tierra, tendrá pan de sobra; pero el que ama la ociosidad, estará lleno de miseria.
El hombre de un proceder leal será muy alabado; mas quien se afana demasiado por enriquecerse, no estará exento de culpa.
Obra muy mal quien, cuando juzga, hace distinción de personas; éste por sólo un bocado de pan venderá la justicia.
El hombre que tiene afán por enriquecerse y envidia a los otros, no se hace cargo de que le sobrevendrá de repente la pobreza.
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Quien corrige a una persona será al fin más grato a ella que otro que la engaña con palabras lisonjeras.
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El que hurta algo a su padre, y a su madre, y dice no ser eso pecado, es semejante en el crimen al homicida.
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Aquel que se jacta y se hincha de soberbia, excita contiendas; mas a quien espera en el Señor, todo le saldrá bien.
El que confía en su propio consejo, es un insensato; mas quien procede sabiamente, ése se salvará.
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El que da al pobre, nunca estará necesitado; pero quien menosprecia al que pide rogando, padecerá indigencia.
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Cuando los impíos alzaren cabeza, se esconderán los hombres de bien; mas cuando perecieren aquéllos, los justos se multiplica-rán.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas