AMBIÉN son de Salomón estas parábolas siguientes, que copiaron los varones encargados de Ezequías , rey de Judá.
Gloria es de Dios cubrir con un velo su divina palabra; y gloria es de los reyes el investigar el sentido de ella.
Como la altura del cielo, y la profundidad de la tierra, así es de difícil de penetrar el corazón de los reyes.
Quita la escoria a la plata y saldrá purísima la alhaja;
quita los impíos de la presencia del rey, y se afirmará su trono sobre la justicia.
No hagas del grande delante del rey, ni te asientes en el lugar de los magnates;
porque más vale que te digan: Sube más arriba, que no el que seas humillado en presencia del príncipe.
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No corras luego a contar, con motivo de alguna riña, lo que han visto tus ojos en el prójimo, no sea que después de haber infamado a tu amigo, no puedas remediarlo.
Tus cosas trátalas con tu amigo, y no descubras tus secretos a un extraño;
No sea que éste después de haberlo sabido te insulte, y no cese de sonrojarte. El favor y la amistad libertan al hombre; procura conservar uno y otro para no caer en el desprecio.
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Como manzanas de oro en lecho o canastillo de plata, así es la palabra dicha a su debido tiempo.
La reprensión dada al sabio y al hombre de dócil oído, es una joya de oro y perla reluciente.
Como la frescura de la nieve en tiempo de la siega, así el mensajero fiel refrigera el alma de aquel que lo envió.
Nubes de viento, que no traen lluvia, es el hombre fanfarrón que no cumple sus promesas.
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¿Hallaste miel?; come lo que te baste, y no más; no sea que ahíto de ella tengas que vomitarla.
No frecuentes demasiado la casa de tu vecino, si no quieres que harto de ti te cobre aversión.
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El hombre que atestigua falsamente contra su prójimo, es un martillo, un estoque, una aguda saeta.
El que confía en un hombre pérfido en el día de la tribulación, es como el que quiere valerse de un diente podrido o de una pierna rota,
o como el que pierde su capa cuando hace frío. El cantar letrillas a un corazón afligido o melancólico, es echar vinagre en el nitro, es atormentarle más. Como la polilla al vestido y la carcoma al madero, así la melancolía daña el corazón del hombre.
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Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber;
que con eso amontonarás ascuas ardientes de caridad sobre su cabeza y el Señor te recompensará.
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El viento norte disipa las lluvias; y un semblante severo reprime la lengua murmuradora.
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Es como agua fresca para el sediento una buena nueva que viene de lejos.
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El justo que cae en pecado, viéndolo el impío, es una fuente enturbiada con los pies, y un manantial corrompido.
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Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas