habló el Señor a Moisés, diciendo:
Habla con los hijos de Israel, y haz que te entreguen una vara por cada tribu; doce varas por todos los doce príncipes de las tribus, y escribirás el nombre de cada príncipe sobre su vara.
El nombre de Aarón estará en la vara de la tribu de Leví; y cada una de las otras familias o tribus tendrá su vara peculiar.
Y las pondrás en el Tabernáculo de la alianza delante del arca del Testimonio, en donde te hablaré.
La vara del que yo eligiere entre ellos, florecerá; y así haré cesar las quejas de los hijos de Israel con que murmuran contra vosotros.
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Habló, pues, Moisés con los hijos de Israel; y le dieron todos los príncipes las varas, una por cada tribu, y fueron doce las varas, sin la de Aarón.
Las cuales colocó Moisés ante el Señor en el Tabernáculo del Testimonio,
y volviendo al día siguiente, halló que había florecido la vara de Aarón puesta por la tribu de Leví; de suerte que, arrojando pimpollos, brotaron flores, de las que, abiertas las hojas, se formaron almendras.
Sacó, pues, Moisés todas las varas de la presencia del Señor, y las enseñó a todos los hijos de Israel, y cada uno las vio y recibió la suya.
Dijo entonces el Señor a Moisés: Vuelve la vara de Aarón al Tabernáculo del Testimonio, para que allí se conserve por señal de la rebeldía de los hijos de Israel, y cesen sus querellas contra mí, para que no mueran.
Lo hizo Moisés como el Señor lo había mandado.
Mas los hijos de Israel dijeron a Moisés: He aquí que nos vamos consumiendo y pereciendo todos;
cualquiera que se acerca al Tabernáculo del Señor, es herido de muerte. ¿Hemos de ser todos aniquilados hasta no quedar ninguno con vida?
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas