SÍ que acabaron ellos de hablar, Holofernes, enfurecido sobremanera, dijo a Aquior:
Ya que has hecho de profeta, diciéndonos que el pueblo de Israel es defendido por su Dios, para hacerte ver que no hay otro dios fuera de Nabucodonosor,
después que los hayamos pasado a cuchillo a todos ellos, como si fuesen un solo hombre, entonces perecerás tú también al filo de la espada de los asirios, y todo Israel será enteramente exterminado contigo;
y sabrás por experiencia que Nabucodonosor es el señor de toda la tierra. Entonces la espada de mis soldados atravesará tu costado, y caerás traspasado entre los heridos de Israel, sin poder ya respirar más, pereciendo con ellos.
Ahora bien, si tú tienes por cierta tu profecía, no mudes el color del rostro, y esa palidez que cubre tu semblante échala lejos de ti, si crees que no tendrán efecto estas palabras mías.
Mas para que sepas que has de sufrir con ellos todo lo dicho, he aquí que desde ahora serás agregado a aquel pueblo; a fin de que cuando mi espada les dé a ellos el castigo merecido, seas tú también envuelto en la venganza
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En seguida Holofernes mandó a sus criados que prendiesen a Aquior, y lo llevasen a Betulia, entregándole en manos de los hijos de Israel.
Cogiendo, pues, los criados de Holofernes a Aquior, partieron por la llanura; pero llegando a la montaña salieron contra ellos los honderos de la ciudad;
por lo que declinando hacia un lado del monte, ataron a Aquior de pies y manos a un árbol; y así atado con cordeles lo dejaron, y se volvieron a su señor.
Mas los hijos de Israel bajando de Betulia, fueron a él, y desatándolo, lo condujeron a Betulia, y poniéndolo en medio del pueblo, le preguntaron cuál era la causa de haberlo dejado atado allí los asirios.
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En aquel tiempo los príncipes o gobernadores de aquel distrito eran Ozías, hijo de Micas, de la tribu de Simeón, y Carmi, llamado también Gotoniel.
Estando, pues, Aquior en medio de los ancianos, y a vista de toda la gente, refirió todo cuanto había respondido a las preguntas de Holofernes; y cómo la gente de Holofernes lo había querido matar por haber hablado de aquella manera;
y que indignado el mismo Holofernes lo había mandado entregar a los israelitas, con el fin de hacerlo perecer a fuerza de varios suplicios, luego que éstos fueran vencidos, por haber dicho a Holofernes: El Dios del cielo es el defensor de los hijos de Israel.
Declaradas todas estas cosas por Aquior, todo el pueblo se postró en tierra sobre su rostro, adorando al Señor, y con gemidos y llanto universal derramaron unánimes sus plegarias ante el Señor,
diciendo: Señor Dios del cielo y de la tierra, mira la soberbia de éstos, y vuelve los ojos a nuestra humillación, y considera el semblante, o la situación de tus santos, y haz ver que no desamparas a los que confían en ti; y que abates a los que presumen de sí mismos, y se jactan de su poder.
Luego que cesó el llanto, y concluida que fue la oración del pueblo, que duró todo el día, consolaron a Aquior,
diciendo: El Dios de nuestros padres, cuyo poder has publicado, ése mismo trocará tu suerte de tal manera que veas tú antes la ruina de los enemigos.
Mas cuando el Señor nuestro Dios hubiere así puesto en libertad a sus siervos, sea él también tu Dios en medio de nosotros, para que del modo que mejor te parezca mores con todos los tuyos en nuestra compañía.
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Entonces Ozías, despedida la junta, lo hospedó en su casa, y le dio una gran cena.
A la cual convidados todos los ancianos, después de haber ayunado todo el día, tomaron juntos su alimento.
Después fue convocado todo el pueblo, y pasaron en oración toda la noche, pidiendo socorro al Dios de Israel.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas