NA molestia grande es innata a todos los hombres, y un pesado yugo abruma a los hijos de Adán, desde el día que salen del vientre materno, hasta el día de su entierro en el seno de la común madre.
Viven llenos de cuidados y de sobresaltos de su corazón, en aprensión o recelo de lo que aguardan y del día de la muerte.
Desde el que está sentado sobre un glorioso trono, hasta el que yace por tierra y sobre la ceniza;
desde el que viste de jacinto y trae corona, hasta el que se cubre de lienzo crudo; todo es saña, celos, alborotos, zozobras, y temor de muerte, rencor obstinado, y contiendas.
Aun al tiempo de reposar en su lecho, perturba su imaginación el sueño de la noche.
Breve o casi ninguno es su reposo, y aun en el mismo sueño está sobresaltado, como el que está de centinela cerca del enemigo.
Y turbado por las visiones o pesadillas de su espíritu, y como quien echa a huir al tiempo de la batalla; cuando se imagina a salvo, despierta y se admira de su vano temor.
Esto sucede en todo viviente, desde el hombre hasta la bestia; mas en los pecadores, siete veces peor.
Además de esto, la muerte, el derramamiento de sangre, las contiendas, la espada, las opresiones, el hambre, las ruinas y los azotes;
todas estas cosas fueron destinadas para los impíos; y por causa de ellos vino el diluvio.
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Todo cuanto de la tierra viene, en tierra se convertirá; así como todas las aguas vuelven al mar.
Todas las dádivas o cohechos y las injusticias se acabarán; pero la rectitud subsistirá para siempre.
Se secarán como un torrente las riquezas de los injustos, y a manera de un gran trueno en medio de un aguacero pararán en un estampido.
Al abrir su mano el juez se alegrará; mas al fin los prevaricadores pararán en humo.
No multiplicarán sus ramos, o su linaje, los nietos de los impíos; y como raíces viciadas o plantas inútiles que están sobre la punta de un risco, meterán ruido, y no más.
Duran como la verdura que crece en sitio húmedo y a las orillas de un río, la cual es arrancada antes que otra hierba.
Pero la beneficencia es como un jardín amenísimo, y la misericordia jamás perece.
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Dulce será la vida del operario que está contento con su suerte, y hallará en ella un tesoro.
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Dan un nombre duradero los hijos, y asimismo la fundación de una ciudad; mas será preferida a todas estas cosas una mujer irreprensible.
El vino y la música alegran el corazón, y más que ambas cosas el amor de la sabiduría.
La flauta y el salterio causan dulce melodía; mas la lengua suave es superior a ambas cosas.
La gentileza y la hermosura recrearán tu vista; pero más que todo eso, los verdes sembrados.
El amigo y el compañero mutuamente se valen en la ocasión; y más que ambos, la mujer y su marido.
Los hermanos sirven de gran socorro en el tiempo de la aflicción; pero la misericordia puede librar de ella mejor que aquéllos.
El oro y la plata mantienen al hombre en pie o en su estado; pero más que ambas cosas agrada un buen consejo.
Engrandecen el corazón las riquezas y el valor; pero más que estas cosas el temor del Señor."
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Al que tiene el temor del Señor nada le falta, y con él no hay necesidad de otro auxilio."
Es el temor del Señor como un jardín amenísimo; cubierto está de gloria, superior a todas las glorias."
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Hijo, no andes mendigando durante tu vida, que más vale morir que mendigar."
El hombre que se atiene a mesa ajena, no piensa jamás cómo ha de ganar su sustento; porque se alimenta de las viandas de otro."
Pero un hombre bien educado y cuerdo, se guardará de hacer esto."
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En la boca del insensato será suave el mendigar; y eso que en su vientre arderá el fuego de un hambre canina."
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