ABLÓ el Señor a Moisés, diciendo:
Este es el rito para la purificación del leproso: Será llevado al sacerdote,
el cual saliendo fuera del campamento, luego que hallare que la lepra está curada,
mandará al que debe purificarse que ofrezca por sí dos pájaros vivos, de los que se permite comer, y un palo de cedro y grana o lana de este color con hisopo;
y a uno de los pájaros le mandará degollar en una vasija de barro sobre agua viva.
Y al otro que ha dejado vivo, le mojará con el palo de cedro, la grana y el hisopo en la sangre del pájaro degollado;
y con ella rociará siete veces al que debe ser purificado, para que lo sea legítimamente; y soltará al pájaro vivo, para que vuele al campo.
El hombre después de haber lavado sus vestidos, raerá todos los pelos de su cuerpo y se lavará en agua; y purificado de esta manera entrará en el campamento; pero deberá permanecer siete días fuera de su tienda,
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y al día séptimo se rapará los cabellos de la cabeza, y la barba, y las cejas, y todo el vello del cuerpo; y lavados de nuevo los vestidos y el cuerpo,
al octavo día tomará dos corderos sin mácula, y una oveja primal también sin defecto, y tres décimas de un efi de harina amasada con aceite para el sacrificio, y además un sextario de aceite.
Y luego que el sacerdote que purifica al hombre, le hubiere presentado con todas estas cosas al Señor en la puerta del Tabernáculo del Testimonio,
tomará uno de los corderos, y le ofrecerá por el delito con el sextario de aceite; y ofrecido todo ante el Señor,
degollará el cordero donde se suele degollar la víctima por el pecado y el holocausto, esto es, en el lugar santo. Porque así como la víctima por el pecado, así también la víctima por el delito pertenece al sacerdote, siendo como es sacrosanta.
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Después el sacerdote tomando de la sangre de la víctima inmolada por el delito, la pondrá sobre la ternilla de la oreja derecha del que se purifica y sobre los pulgares de la mano y pie derechos,
y del sextario de aceite derramará en su mano izquierda,
y mojará en ella el dedo de su mano derecha, y hará siete aspersiones ante el Señor.
Lo que quedare de aceite en la mano izquierda, lo echará sobre la ternilla de la oreja derecha del que se purifica y sobre los pulgares de la mano y pie derechos, encima de la sangre derramada por el delito,
y sobre la cabeza del hombre;
y rogará por él al Señor, y ofrecerá el sacrificio por el pecado en seguida degollará el holocausto,
y le pondrá en el altar con sus libaciones, y el hombre quedará purificado según ley.
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En caso de ser pobre y no poder hallar las cosas dichas, tomará un cordero para ofrecerle por el delito, a fin de que ruegue por él el sacerdote, y una décima de flor de harina amasada con aceite para el sacrificio, y un sextario de aceite,
y dos tórtolas o dos pichones, uno por el pecado y otro para holocausto;
y ofrecerá estas cosas el día octavo de su purificación al sacerdote en la puerta del Tabernáculo del Testimonio ante el Señor;
y el sacerdote recibiendo el cordero por el delito y el sextario de aceite, los elevará a un mismo tiempo.
Y degollado el cordero, teñirá con su sangre la ternilla de la oreja derecha del que se purifica y los pulgares de la mano y pie derechos.
Y echará parte del aceite en su mano izquierda;
en el que mojará el dedo de la mano derecha, y hará siete aspersiones ante el Señor,
y tocará también la ternilla de la oreja derecha del que se purifica y los pulgares de la mano y pie derechos en el mismo lugar, bañado con la sangre derramada por el delito.
El resto del aceite que tiene en la mano izquierda, lo echará sobre la cabeza del que se purifica, con el fin de aplacar por él al Señor.
Igualmente ofrecerá las dos tórtolas, o los dos pichones,
el uno por el delito y el otro en holocausto con sus libaciones.
Tal es el sacrificio del leproso que no puede procurarse todas las cosas ordenadas para su purificación.
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Habló todavía el Señor a Moisés y Aarón, diciendo:
Cuando hubiereis entrado en la tierra de Canaán, cuya posesión os daré yo, si la plaga de la lepra hubiese infestado una casa,
irá el dueño de ella a dar parte al sacerdote, y dirá: Paréceme que hay en mi casa una como plaga de lepra.
Y el sacerdote antes de entrar en ella para reconocer si está contagiada, mandará sacar fuera de la casa todas las cosas; a fin de que no quede inmundo todo lo de dentro de la casa. Después entrará para examinar la lepra;
y si viere en las paredes unos hoyitos y lugares afeados con manchas como de color amarillo o rojo, y más hundidos que los demás de la superficie,
saldrá de la puerta de la casa, y la dejará inmediatamente cerrada por siete días,
y volviendo el día séptimo la reconocerá; si hallare que ha cundido la lepra,
mandará arrancar las piedras en que hay lepra, y arrojarlas fuera de la ciudad en un lugar inmundo,
y la misma casa raerla toda por dentro, y esparcir las raeduras fuera de la ciudad en un lugar inmundo,
y reponer otras piedras en lugar de las que se hayan quitado, y revocar de nuevo las paredes de la casa.
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Pero si después de quitadas las piedras, y raído el polvo, y revocada nuevamente la casa,
entrando el sacerdote viere que ha vuelto la lepra y que las paredes están salpicadas de manchas, la lepra es tenaz y la casa inmunda;
la derribarán luego, y arrojarán en un lugar inmundo fuera de la ciudad sus piedras, y maderas y todo el escombro.
Quien entrare en la casa mientras está cerrada, quedará inmundo hasta la tarde;
y el que durmiere o comiere en ella, lavará sus vestidos.
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Pero si entrando el sacerdote viere que no ha cundido la lepra en la casa después que fue de nuevo revocada, la purificará dándola por sana;
y para su purificación tomará dos pájaros, un palo de cedro, grana e hisipo;
y degollado un pájaro en una vasija de barro sobre agua viva,
cogerá el palo de cedro con el hisopo y la grana, y el pájaro vivo, y mojará todo esto en la sangre del pájaro degollado y en el agua viva, y rociará siete veces la casa,
purificándola, tanto con la sangre del pájaro, como con el agua viva, y el pájaro vivo, y el palo de cedro, el hisopo y la grana;
y después de soltado el pájaro, para que libre vuele por la campaña, hará oración por la casa, y quedará purificada según rito.
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Esta es la ley acerca de toda especie de lepra y de llaga que degenera en lepra;
sobre la lepra de los vestidos y de las casas,
de las cicatrices y de las postillas que salen fuera, de las manchas relucientes y de las varias mutaciones de colores sobre el cuerpo,
para que se acierte a discernir cuándo una cosa está limpia o inmunda.
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