N el año tercero del reinado del rey Baltasar, se me presentó una visión a mí Daniel, después de aquella que tuve al principio , o el año primero.
Esta visión la tuve hallándome en el alcázar de Susa, que está en el país de Elam; y en la visión me pareció que yo estaba sobre la puerta de Ulai.
Y levanté mis ojos, y miré, y he aquí un carnero que estaba delante de una laguna, el cual tenía unas astas altísimas, y la una más que la otra, y que iba creciendo. Después
vi al carnero que corneaba hacia el poniente, y hacia el septentrión, y hacia el mediodía, y ninguna bestia podía resistirle, ni librarse de su poder, e hizo cuanto quiso, y se engrandeció.
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Estaba yo considerando esto, cuando he aquí que un macho cabrío que venía del occidente, recorría toda la tierra, y tan rápidamente que no tocaba el suelo. Tenía el macho cabrío un asta muy notable entre sus ojos.
Y se dirigió contra aquel carnero bien armado de astas, que yo había visto que estaba delante de la puerta, y embistió hacia él con todo el ímpetu de su fuerza.
Y al llegar cerca del carnero, lo atacó furiosamente, y le hirió, y le rompió ambas astas, y no podía el carnero resistirle; y después de haberlo echado por tierra, lo pisoteó, sin que nadie pudiese librar de su poder al carnero.
Este macho cabrío se hizo en extremo grande; y cuando hubo crecido fue quebrantada el asta grande, en cuyo lugar nacieron cuatro astas con dirección a los cuatro vientos del cielo.
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Y de una de éstas salió un asta pequeña, la cual creció mucho hacia el mediodía, y hacia el oriente, y hacia la tierra fuerte, o de Israel.
Y se elevó hasta la fortaleza del cielo, y derribó al suelo parte de los fuertes y de las estrellas, y las holló.
Y se engrandeció hasta el príncipe de la fortaleza, o de los fuertes, y le quitó el sacrificio perenne, y abatió el lugar de su santificación.
Y le fue dado poder contra el sacrificio perpetuo, a causa de los pecados del pueblo; y la verdad será abatida sobre la tierra; y él emprenderá cuanto se le antoje, y saldrá con su empresa.
Y oí a uno de los santos que hablaba; y dijo un santo a otro que yo no conocí, y que estaba hablando: ¿Por cuánto tiempo durará lo que se significa en la visión acerca del sacrificio perpetuo, y acerca del pecado, causa de la desolación, y en orden a ser hollado el santuario, y la tierra fuerte de Israel?
Y le respondió: Por espacio de dos mil trescientos días enteros, o de tarde y mañana, y después será purificado el santuario.
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Y mientras yo Daniel tenía esta visión, y buscaba su inteligencia, he aquí que se presentó delante de mí como una figura de hombre.
Y oí la voz de un varón de dentro de la puerta de Ulai, el cual exclamó, diciendo: Gabriel, explícale a éste la visión.
Con esto vino, y se paró junto al sitio en que yo estaba; y así que llegó, me postré por tierra, despavorido, y me dijo él entonces: ¡Oh hijo de hombre!, entiende el modo con que se cumplirá esta visión en el tiempo prefijado.
Y mientras él me hablaba, yo caí sobre mi rostro al suelo; mas él me tocó y me hizo volver a mi anterior estado.
Me dijo entonces: Yo te mostraré las cosas que han de suceder al fin de la maldición o castigo de Israel, porque este tiempo tiene su término.
El carnero que viste armado de astas, es el rey de los medos y de los persas.
El macho cabrío es el rey de los griegos; y la gran asta que tiene entre sus ojos denota el primer rey.
Las cuatro astas que, quebrada aquélla, nacieron en su lugar, significan cuatro reyes que se alzarán en su nación; mas no tendrán la fuerza o poder del primer rey.
Y después del reinado de éstos, creciendo las maldades de los judíos, se levantará un rey descarado, y entendedor de enigmas, o muy astuto,
y se afirmará su poder; mas no por sus fuerzas, sino por su astucia; y no es fácil figurarse cómo lo asolará todo, y hará cuanto se le antoje, y todo le saldrá bien; y quitará la vida a los esforzados israelitas, al pueblo de los santos,
según le pareciere, y tendrán éxito los dolos o maquinaciones que urdiere, y con esto se hinchará su corazón, y sobrándole todas las cosas, hará perecer a muchísimos, y se alzará contra el Príncipe de los príncipes; pero será aniquilado, no por obra de hombre.
Y es verdadera esta explicación de la visión, y tendrá cumplimiento entre la tarde y la mañana del último día. Sella tú, pues, o guarda la visión, que ella se verificará pasados muchos años.
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Y yo Daniel perdí las fuerzas, y estuve enfermo por algunos días; y restablecido, continuaba despachando en los asuntos del rey; pero estaba pasmado de la visión, sin que hubiese nadie que la interpretase ni conociese.
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