E habló de nuevo el Señor, y me dijo:
Hijo de hombre, vaticina contra los profetas falsos de Israel, que se entremeten a profetizar; y a estos que profetizan por su capricho, les dirás: Escuchad lo que dice el Señor:
Así habla el Señor Dios: ¡Ay de los profetas insensatos, que siguen su propio espíritu y no ven nada!
Tus profetas, ¡oh Israel!, son como zorras en los despoblados.
Vosotros no habéis hecho frente, ni os habéis opuesto como muro a favor de la casa de Israel, para sostener la pelea en el día del Señor.
Vanas son las visiones que ellos tienen, y embustes sus adivinaciones, cuando dicen: El Señor ha dicho; siendo así que no son enviados del Señor, y persisten en asegurar aquello que han anunciado.
¿Acaso dejan de ser vanas vuestras visiones, y mentirosas las adivinaciones que habéis propalado? Vosotros decís: Así ha hablado el Señor; cuando yo nada os he hablado.
Por tanto, esto dice el Señor Dios: Porque habéis publicado cosas vanas, y por ser mentirosas vuestras visiones, por eso vedme aquí contra vosotros, dice el Señor Dios.
Y mi mano descargará sobre los profetas forjadores de visiones vanas y de mentirosas adivinaciones: no serán ya admitidos en la reunión de mi pueblo, ni escritos en el censo de la familia de Israel, en cuya tierra no volverán a entrar; y conoceréis que yo soy el Señor Dios.
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Porque han engañado ellos a mi pueblo diciéndole ¡Paz!, siendo así que no hay tal paz; mi pueblo construía una muralla, y ellos la recubrían con argamasa suelta sin mezcla de paja.
Diles, pues, a esos que revocaban con mal mortero, que la muralla caerá; porque vendrán aguaceros e inundaciones, y arrojaré del cielo enormes piedras, y enviaré un viento tempestuoso que todo lo destruirá.
Y cuando la muralla haya caído, acaso no se os dirá por mofa: ¿Dónde está la encostradura que vosotros hicisteis?
Por tanto esto dice el Señor Dios: En medio de mi indignación haré estallar de repente un viento tempestuoso, y lleno de furor enviaré aguaceros, que todo lo inundarán, y airado arrojaré enormes piedras que todo lo arrasarán;
y arruinaré el muro que encontrasteis con barro sin mezcla, y lo igualaré con el suelo, y se descubrirán sus cimientos, y caerá; y perecerán con él aquellos falsos profetas, y conoceréis que yo soy el Señor.
Y desfogaré mi indignación en la muralla, y en aquellos que la encostraron sin mezcla, y os diré a vosotros: La muralla ya no existe; ni existen aquellos que la encostraron,
es a saber, los profetas de Israel, que profetizaban sobre Jerusalén y veían para ella visiones lisonjeras o de paz, siendo así que no hay tal paz, dice el Señor Dios.
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Tú, ¡oh hijo de hombre!, reprende con rostro firme a las hijas de tu pueblo que profetizan por su propio capricho, y vaticina acerca de ellas,
¡Ay de aquellos que ponen almohadillas bajo de todos los codos, y hacen cabezales para poner debajo de las cabezas de los de toda edad, a fin de hacer presa de las almas del pueblo mío, y mientras cazaban las almas de mi pueblo, decían que las vivificaban!
Y me deshonraban delante de mi pueblo por un puñado de cebada y por un pedazo de pan, matando las almas que no son muertas, y dando por vivas las que no viven, vendiendo mentiras a mi pueblo, el cual da crédito a ellas.
Por tanto, así habla el Señor Dios: Vedme aquí contra vuestras almohadillas o lisonjas, con las cuales cazáis las almas como las aves; y yo las destruiré en vuestras mismas manos, y haré volar libremente las almas que vosotros cazáis.
Yo romperé vuestros cabezales, y libraré de vuestro poder a los del pueblo mío, y no dejaré que sean presa de vuestras manos; y sabréis que yo soy el Señor.
Porque vosotras con vuestras mentiras habéis entristecido el corazón del justo, al cual no había yo entristecido; y habéis fortalecido los brazos del impío, para que no se convirtiese de su mal proceder, y viviese:
Por tanto, no tendréis ya en adelante esas falsas visiones vuestras, ni esparciréis vuestras adivinaciones, y yo libraré de vuestras manos al pueblo mío; y conoceréis que yo soy el Señor.
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